¿Hay alguna persona normal en este mundo a la que le guste el dolor? Probablemente todos lo aborrezcamos, con excepción de los masoquistas, porque por naturaleza no estamos acostumbrados a él. Por eso mismo, combatirlo ha sido una de las grandes batallas de la ciencia y la medicina. Y bastante hemos logrado.
Gracias a que hemos podido dominar grandes molestias por medio de potentes fármacos analgésicos, ha sido posible también controlar enfermedades, recuperarnos de accidentes y avanzar en intervenciones médicas y cirugías para mejorar nuestra salud.
El analgésico por excelencia es el famoso paracetamol que usamos y abusamos para calmar nuestros dolores cotidianos, pero en otro plano juegan los opioides, que son drogas para acabar con fuertes dolores a los que esa pildorita blanca no le haría ni cosquillas, como la morfina, la codeína o la oxicodona. Éstos logran calmar el dolor, pero a la vez tienen efectos secundarios que no son positivos para el organismo, incluyendo la adicción. Por eso por décadas se han buscado otras soluciones.
Este mes, se publicó en la revista de investigación científica Nature, un paper donde se dio a conocer que un amplio grupo de científicos desarrolló un analgésico, en nuestras palabras, milagroso.
El nombre poco seductor de esta supuesta maravilla es PZM21 y lo que promete es aliviar eficientemente los dolores, pero sin los efectos secundarios de los opioides, como la adicción a ellos principalmente, y también dificultades en el sistema respiratorio, generación de tolerancia al compuesto, impedimentos motrices, entre otros.
Sólo en Estados Unidos, en el 2014, murieron 18 mil personas a causa de sobredosis de opioides. Algo así como 50 muertes diarias. El asunto es complicado, pues estas sustancias son altamente adictivas y se estima que el 8% de la población a la que le recetan estos medicamentos, terminará generando una adicción a ellos.
Eso sí, por muy terrible que suene el asunto, la verdad es que no se queda ahí. La crisis de los opioides, como es conocida en Estados Unidos, también desencadenó otro grave problema en el país de la salsa barbacoa: un increíble aumento en el consumo de la heroína.
Esta droga, que también está dentro de la familia de los opioides, se ha transformado en la vía de escape para aquellas personas que generaron una adicción a los opioides que les fueron recetados, pero que ya no pueden comprarlos debido a su alto precio. En ese sentido, el valor de la heroína es una "alpargata" al lado de ellos.
Pero ya basta de datos sombríos. Esto se trata del PMZ21 y sus maravillas, las que descubrieron realizando experimentos con ratones. Para esto, los científicos a cargo tuvieron que simular cuatro trillones de interacciones químicas distintas en los receptores de morfina del cerebro, a partir de cuatro millones de compuestos químicos de drogas disponibles en el mercado.
Después de hacer una selección, desarrollaron este compuesto que funcionó de la manera que esperaban en ratas, con eficiencia, pero sin causar los efectos secundarios que mencionábamos antes: adicción y otros problemas.
"La morfina transformó la medicina", comenta Brian Shoichet , doctor en química farmacéutica y co-autor del paper. "Hay muchos procedimientos médicos que podemos hacer ahora, porque sabemos que podemos controlar el dolor después. Pero obviamente es peligroso. La gente ha estado buscando un sustituto más seguro para los opioides estándar durante décadas".
Hasta ahora van bastante bien encaminados, pero aún falta que sea probado en humanos. Se necesitan todavía más experimentos para comprobar que sea completamente libre de generar adicciones, ya que hasta el momento, han podido demostrar que los ratones no parecen motivados a buscar la droga, explica Shoichet, lo que es un buen avance.
De todos modos, existe una gran expectación en cuanto a su utilidad y los increíbles beneficios que se podrían desprender. Después de todo, poder acabar con nuestros dolores, sin tener que hacerle frente a una lista de peligrosísimos efectos secundarios, es una de los mayores avances científicos que podríamos esperar, ¿o no?