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¿Alguna vez, has escuchado, que cuando alguien no puede conciliar el sueño, le recomiendan leer? Parece ser un buen consejo si lo que busca es caer en los brazos de Morfeo. ¿Pero qué pasa si lo que de verdad quieres o necesitas es todo lo contrario? Si realmente quieres leer porque te compraste ese libro que querías hace tanto, o estás obligado a hacerlo por tu trabajo o estudios, no es lo mejor dormirse, ¿verdad?
Respecto a esto la neuróloga de Red de Salud UC CHRISTUS, Daphne Ribera nos dice que leer no estimula ningún circuito que haga dormir y que la razón detrás del sueño que produce la lectura se origina por distintos factores que inciden en nuestro organismo.
Acá te contamos cuáles son esos factores y cómo puedes combatirlos:
Es importante tomar en cuenta el nivel de luz con la cual estamos leyendo, “ya que el sueño está controlado por toda una estructura a nivel cerebral en la cual lo más importante como estímulo es la luminosidad“, nos explica Daphne Ribera.
Por esta razón cuando baja el sol y se hace de noche, nuestro reloj biológico reacciona y el hipotálamo secreta la hormona del sueño (la melatonina). Por eso se aconseja leer en un lugar con buena luminosidad y a la misma vez que ésta sea igual en toda la pieza en la que se está leyendo.
Debes poner atención a la postura que estás eligiendo para leer, ya que si te tumbas en la cama cómodamente con un chalcito y tu almohada lo más probable es que te dé sueño, porque te vas a entrar en modo “relax“. Y normalmente hacemos eso, porque queremos estar cómodos (tampoco se trata de instalarse en una cama de clavos), pero hay que encontrar un punto de equilibrio.
Según el fundador de Lectura Ágil Johannes Waldow, la posición ideal es sentarse en una silla ergonómica frente a la mesa, ya que al sentarse en ésta, te da una posición que da tensión a la estructura de la espina dorsal. También puedes sentarte en un sillón, pero la idea es quedar sentado de manera recta y evitar a toda costa leer en la cama.
Para poder realizar una buena lectura, en Lectura Ágil recomiendan aplicar la Técnica Pomodoro para poder descansar cuando se está leyendo. Esta técnica consiste en leer durante 25 minutos (sin distracción alguna, celular modo avión) y luego descansar 5 minutos y así sucesivamente. Durante el descanso se sugiere hacer algo totalmente distinto, como caminar, ordenar algo o tomar un vaso de agua. Y si la lectura es para estudio, se recomienda no estudiar más de dos horas al día, porque pasado ese tiempo el rendimiento baja mucho.
Otra técnica recomendada para recargar energías es moverse, caminar, activar el cuerpo. Un paseo de 10 minutos aumenta la energía durante dos horas, señala un famoso estudio de Robert Thayer, doctor y profesor de la Universidad Estatal de California (Long Beach). Esto, porque una caminata bombea oxígeno al cerebro y los músculos, dejándolos despiertos y activos, y evitando las ganas de dormir.
Esto puede parecer más que obvio, pero no solemos tener conciencia de su importancia (¿hasta qué hora te quedaste en Netflix ayer, ah?). Un adulto debería dormir al menos siete horas diarias, pero si el sueño insuficiente, como suele pasar, afectará nuestra concentración. ¿Para qué pelear con el cabeceo constante? En este caso es más conveniente tomar una power nap (siesta energética) de 15 minutos y luego reanudar la lectura. También es importante la historia clínica de la persona, dice Daphne Ribera, ya que puede padecer alguna patología del sueño.