*Esta nota fue publicada originalmente el 11 de octubre de 2016.
Quince cholitas de entre 40 y 50 años, vivían en las faldas de los Andes bolivianos y dedicaban su vida al andinismo. Pero no precisamente escalando, sino prestando servicios a sus compatriotas y a los extranjeros que llegaban cargados con sus equipos para vivir la experiencia de sus vidas. Eran esposas de guías de alta montaña, trabajaban duro para mantener a sus familias en este paisaje imponente: cocinando a los deportistas en los refugios, como porteadoras (acarreando sus cosas de aquí para allá), alojándolos y haciéndoles la vida más simple. Pero un día miraron las altas cumbres y dijeron, ¿por qué no? Se pusieron los crampones y no se quitaron la pollera, y comenzaron a caminar cuesta arriba.
David Mercado, un consagrado fotógrafo boliviano, se enamoró de esta historia y realizó uno de los ascensos junto a “las cholitas escaladoras”. Hoy comparte sus fotos y su apasionante historia con nosotros.
David Mercado trabaja en la agencia Reuters y tiene un amplia carrera como fotógrafo; desde que en 1967 vio la legendaria fotografía del cuerpo del Che Guevara en un ataúd, rodeado de soldados, supo que su misión en la vida era fotografiar la historia de su pueblo. Dice que una de las lecciones más importantes que ha aprendido ejerciendo su oficio es siempre ser honesto, y eso se nota en sus creaciones.
Conoció a las cholitas escaladoras por televisión, en un reportaje sobre su ascenso al Huayna Potosí (o “Montaña joven”). Ahí hablaban sobre un futuro proyecto, subir una de las montañas más emblemáticas y técnicamente más complicadas, el Illimani, a 6.430 metros sobre el nivel del mar. La historia de estas mujeres aymaras le pareció extraordinaria, ¿y si se animaba a seguirlas en su ascenso con su cámara fotográfica al hombro?
“Conseguí hablar con Eulalio Gonzales, guía de alta montaña y esposo de una de las cholitas escaladoras. Ellos se interesaron en mi proyecto y quedamos un día para ir al Huayna Potosí para un entrenamiento en los glaciares”.
David nos cuenta que sólo el entrenamiento ya fue una experiencia alucinante. Él no tenía preparación como escalador de alta montaña, sin embargo, sus ganas de fotografiar a las cholitas lo llevaron a vivir su primera experiencia en los glaciares del Huayna Potosí. Llevó un equipo fotográfico mínimo, unas buenas botas, su bastón de trekking, anteojos y guantes. Temía sentirse mal a causa de la altura, pero su convicción de hacer un buen reportaje fue más fuerte.
David Mercado |
Una de las cosas que más le llamaron la atención fue verlas siempre con su vestimenta tradicional. Por más equipadas que estuvieran para realizar el ascenso, jamás se quitaban sus abultadas polleras y sus mantas tradicionales.
“Semanas después de este primer entrenamiento, me encontraba en medio de las cholitas en una 4x4, rumbo a la hermosa montaña Illimani. En un momento del viaje todos hablaban el idioma aymara y se reían mucho, ¡probablemente se reían de mí!”, asegura David con humor.
David Mercado |
Llegaron entonces a las faldas del Illimani, en su campamento base, y armaron sus carpas. “Desde allí se podían divisar las luces de la ciudad de El Alto y un mar de nubes cubría la ciudad de La Paz, donde está mi hogar”, agrega.
A la mañana siguiente, desmontaron ese campamento y comenzaron el ascenso, aunque David sabía que él solamente llegaría hasta un punto para realizar sus fotografías. De ahí en adelante, dejaría que las cholitas continuasen solas, pues se trataba de un territorio demasiado escarpado para sus capacidades.
David Mercado |
Las cholitas siempre fueron muy amables con David y con los turistas que se topaban en los refugios, siempre primaba el buen humor, la risa y el concepto de jamás rendirse.
Luego, ellas llegaron luego al segundo campamento, llamado “Nido de Cóndores”, y se comunicaron con David por radio, quien ya había vuelto sano y salvo al campamento base. “Yo me quedé en mi pequeña carpa, experimentando una soledad que nunca había sentido. A unos cien metros, un compañero que tampoco había ido con el grupo, dormía dentro de un vehículo, pues era difícil soportar el frío y el sonido del viento. Como a la media noche sentí ganas de orinar, salí de la carpa. Era una espectacular noche de luna llena, la que iluminaba la imponente montaña. Ahí pude divisar las pequeñísimas luces del grupo que emprendía el ascenso final”.
A las nueve de la mañana del tercer día, las cholitas se comunicaron nuevamente emocionadas con David: once de las quince habían alcanzado la cumbre del Illimani, todo un hito para ellas y para la historia boliviana del andinismo.
David Mayta, guía de alta montaña que tomó las fotos en la cumbre. |
David llamó entonces a Hilarión, el niño de 13 años que le servía de guía en la montaña, y le pidió que lo condujera hacia arriba, para fotografiar parte del descenso de las cholitas. Sin embargo, una fuerte tormenta cubrió todo el paisaje y realizar capturas resultó imposible. No les quedó otra opción que retornar al campamento base. Cuando por fin David se encontró con las cholitas, supo que el descenso de la cumbre había sido la parte más dura de su hazaña a causa del mal clima.
Las cholitas escaladoras, orgullosas de su cultura aymara, de su vestimenta tradicional y particularmente de sus coloridas y alegres polleras, decidieron no quitárselas para subir a las montañas. Y no se trata únicamente de costumbre, sino de un símbolo de autoestima y de un mensaje para la comunidad andina: ellas se sienten orgullosas de ser mujeres indígenas y se lo quisieron gritar al mundo.
David Mercado |
Por otra parte, también se trata de una reivindicación de género. En un continente que aún no supera el machismo, las cholitas escaladoras decidieron que, tal como lo hacían usualmente sus maridos, ellas también querían y podían conocer las cumbres más altas de los Andes.
En palabras de David Mercado, “creo que la mujer aymara tiene un espíritu muy fuerte en cuanto a enfrentar desafíos. He fotografiado cholitas siempre con sus polleras, jugando fútbol, practicando golf, haciendo lucha libre y ahora escalando. Estas mujeres son capaces de lograr grandes hazañas y luego juntarse a cocinar para los turistas, atender a sus familias, apoyar a su esposo en su trabajo y compartir una vida comunitaria. Ya no me sorprende nada de lo que pueden lograr”.
David Mercado |
Las cholitas escaladoras ya han alcanzado cinco grandes cumbres de los Andes, todas de más de 6 mil metros de altura: Acotango, Parinacota, Pomarapi, Huayna Potosí e Illimani. ¿Su próximo objetivo? Ni más ni menos que el monte más alto de la cordillera de los Andes, el Aconcagua, ubicado en los Andes argentinos, justo en la frontera con Chile, a 6.962 metros de altura sobre el nivel del mar. Y hasta han deslizado que les gustaría llegar a los Himalayas. Estas cholitas no se vienen con pequeñeces y pretenden seguir haciendo historia.
David Mercado |
David Mayta, guía de alta montaña que tomó las fotos en la cumbre. |
David Mercado |