Un grupo de científicos, alarmados por el consumo de drogas, hicieron un experimento con ratas de laboratorio: las encerraron en celdas y las conectaron quirúrgicamente a un conducto que podía ofrecerles sustancias psicoactivas o agua y comida, ellas decidían. ¿Qué creen? Las ratas se volvieron locas auto suministrándose altas dosis de drogas. Tanto así, que podían llegar a hacerlo hasta morir. Los científicos pusieron el grito en el cielo, ¿qué pasaría con la humanidad si todos tuvieran acceso directo a las drogas? ¡Adicción masiva! ¡Crisis social!
Esperen, el cuento tiene otras aristas…
Carlos Vöhringer, director ejecutivo de Fundación Paréntesis, quienes se ocupan de tratar a personas con consumo problemático de alcohol y drogas, nos contó el desenlace de esta historia. Bruce Alexander, otro científico, se planteó un desafío: ¿qué pasaría si las ratas estuvieran en un entorno paradisíaco y lleno de diversión? ¿Se drogarían de la misma manera? Entonces creó “El Parque de las Ratas”, un entorno de ratas que ocupaba toda una pieza de laboratorio, lleno de juegos y olores que los roedores amaban. ¿Resultado?
Los animales se ocupaban de pasarlo bien, pues eran felices. Una que otra rata se drogaba en busca de placer, pero en menores dosis que las ratas que Alexander dejó encerradas, al mismo modo de los primeros científicos. Las ratas eran "felices", vivían en un entorno social agradable, con redes, entretenidos juegos y parejas para aparearse, ¿para qué drogarse? (el estudio es harto más largo y complejo que este resumen, aquí un cómic bastante ilustrativo).
Vöringer nos cuenta las conclusiones que sacó Alexander tras el experimento: las ratas encerradas se drogaban hasta morir, porque la sustancia adictiva y placentera suplía a un entorno social estimulante. Y con las personas parece suceder lo mismo, “la sustancia es una mala solución, es una respuesta a un contexto social específico, la falta de oportunidades finalmente se traduce en eso. Para lograr inclusión social, se necesita conexión social entre las personas”, señala.
Quienes sufren problemas de adicciones, usualmente se encuentran en una situación de descontento o aislamiento social. Lo más lejos posible a un “parque de diversión para humanos”, digámoslo así. Por lo general, o bien debutaron en las drogas para ser aceptados por un círculo bastante abusivo o se sienten discriminados por un grupo que los identifica como adictos, o tuvieron una niñez carente de oportunidades y educación. Así, en soledad y en un entorno hostil, quien sufre problemas de alcohol o drogas tiende a recaer. Entonces, una rehabilitación que no toma en cuenta las redes sociales de sus pacientes, está incompleta.
Eso es lo que postulan los nuevos estudios iniciados por la siquiatra María Pagano: la clave estaría en que una víctima de la adicción vaya en ayuda de otra. Porque, por mal que se esté, siempre es posible brindar consejo desde la experiencia, ¿o no? (recuerda, ratas acompañadas de ratas, no son autodestructivas).
Es común volverse convincente cuando somos consejeros, cuando lo que queremos es aclarar y solucionar un problema la vida de un otro que nos importa. Nos sorprendemos a nosotros mismos siendo buenos sicólogos de un amigo, de nuestra pareja, de un compañero de trabajo o de un hijo. Ésa es la virtud que estas nuevas terapias en contra de las adiciones quieren rescatar; si estamos pasando por lo mismo que alguien que lucha contra las drogas, ¿por qué no servir de apoyo a esa persona? Y, de paso, eso nos ayudará a nosotros mismos.
Un gran porcentaje de quienes se encuentran en tratamientos contra la drogadicción o el alcoholismo, recaen en el consumo tras 6 o 12 meses de terapia convencional, es decir, la integración de desintoxicación, tratamiento farmacológico, terapia conductual y de grupo. Pagano ha decidido complementar los programas de rehabilitaciones habituales, apostando por una nueva alternativa: relaciones sociales. De acuerdo a la experta, un enfermo que se encuentra aislado o con trastorno de ansiedad o fobia social, es muy probable que recaiga en su adicción, por lo que tener un apoyo o un círculo motivador, es un buen complemento de una terapia.
Uno de los rasgos más interesantes de su perspectiva de estudio, es que no se centra únicamente en robustecer la fuerza de voluntad del individuo, sino también en generar a su alrededor “una red social sobria (no adictos)” y positiva. Al parecer, eso de “las malas juntas” que decía la abuela, tiene mucho de cierto.
Varios estudios de la experta han comprobado su teoría. Los sujetos en rehabilitación que ayudan a otros en sus terapias, se han mantenido más tiempo sobrios, y los menores involucrados en adicciones y delincuencia, han tenido menos riesgo de ir a la cárcel.
El compromiso con otro y el desempeñarse en tareas en que se sientan útiles y que están teniendo buenos resultados en la salud de otro, traen consecuencias emocionales positivas. Baja el narcicismo del adicto, una característica muy propia de quienes consumen este tipo de sustancias, se reducen los niveles de ansiedad y se generan “redes sobrias”. ¿Resultado? Un grupo social que conoce y acepta al ex adicto tal cual es, sin tener que probarse para encajar y sin ningún tipo de máscaras.
Carlos Vöhringer señala que las redes sociales son centrales en dos sentidos. Por una parte, pueden ser parte del problema; personas aisladas, con malas conexiones o descartadas por el sistema, tienden a caer en alcohol o drogas. Sin embargo, también las redes sociales son una pieza fundamental para salir del consumo abusivo de estas sustancias. Cuando un sujeto se revincula con su familia, cuando se hace de un entorno de amistades entretenidas y positivas o cuando tiene una ocupación que lo motiva, la rehabilitación se hace mucho más fácil. Y esto siempre es una dimensión vital a la hora de realizar un tratamiento.
“La OMS ha señalado que la pobreza es la enfermedad más mortal del mundo. Y se trata de una pobreza entendida en su aspecto multidimensional: exclusión, falta de oportunidades, mala calidad de vida, tristeza, contextos sociales poco saludables etc. La pobreza y la exclusión son claves en el tema de las adicciones. La variable que predice mejor el resultado de una rehabilitación, son los vínculos vistos de manera global: no sentirse enjuiciados, no sentirse estigmatizados, ser escuchado y acogido. Un equipo de terapeutas tiene que ser capaz de acompañar a los sujetos en este camino a restablecer vínculos”, agrega Vöhringer.
Si te sientes solo, aislado, excluido o enjuiciado por tu entorno, recuerda que un contexto social motivador y vínculos con personas positivas, te ayudarán a salir adelante. La droga puede suplir ese entorno, pero también puede llevarte a la dependencia y a sufrir graves consecuencias. Busca ayuda si la necesitas.