A todos nos ha pasado que hemos visto a dos personas juntas y no podemos creer que sean amigas. “Pero cómo, si son tan diferentes”, decimos. Pues bien, las relaciones beneficiosas no siempre tienen que ser tan predecibles y de eso, la madre naturaleza sabe mucho.
Si incluso existe un nombre para esto: relación simbiótica. Se trata del estrecho vínculo que forman organismos vivos de distintas especies o reinos animales y que sirven para crear entidades más grandes y complejas. Y dentro de estas relaciones existen tres grandes tipos:
Parasitismo: en esta relación, uno de los organismos se beneficia y el otro se ve perjudicado (como los perros con las garrapatas).
Comensalismo: en este tipo de vínculo, uno de los organismos se ve beneficiado, mientras que para el otro esto es indiferente (como las rémoras en los tiburones).
Mutualismo: aquí es cuando los dos organismos involucrados en la relación simbiótica se ven beneficiados. Por eso mismo, decidimos elaborar esta lista con siete casos en los que la naturaleza nos enseñó que la unión hace la fuerza, literalmente.
Los hipopótamos pueden tener una muy mala fama por su naturaleza agresiva y territorial, pero como todos en la vida, tiene un selecto grupo de amiguis a quienes les perdonan todas. Entre ellos están los pájaros en general, ya que los plumíferos les sirven de gran ayuda para solucionar un tema complicado: los parásitos.
Es que estos mamíferos son tanto terrestres como acuáticos, lo que ayuda a que crezcan en sus cuerpos una gran cantidad de parásitos que pueden llegar a provocar problemas en su salud. Para combatir esto, los pájaros los picotean por todas partes, retirando los bichos que de paso, les sirven de comida. Así, los hipopótamos quedan libres de parásitos y los pájaros encuentran comida en un lugar seguro (ya que nadie los molestará si están arriba de un gigante de hasta tres toneladas). Esto también ocurre con rinocerontes y búfalos.
Esta pareja no tenía por dónde y terminaron siendo de lo más partner. Se trata de la rana de hojarasca del río Pastaza y la tarántula. Aunque este anfibio pertenezca a la familia que suele ser presa de las tarántulas (porque sí, comen ranas), se las arregló para llegar a una especie de acuerdo con este arácnido.
¿Qué hacen? La rana de hojarasca se come los insectos atraídos por las presas de la tarántula y, además, se come las hormigas que puedan llegar a amenazar los huevos que la araña pone en su nido. Es decir, un win-win. Y para suerte de la rana, la tarántula la reconoce por unas especies de señales químicas, así que no se la come.
¿Se acuerdan del langostino de Buscando a Nemo que estaba obsesionado con la limpieza? Bueno, la verdad es que se inspiraron en la realidad. Más específicamente en el camarón limpiador, un crustáceo que habita en el Océano Pacífico y que se caracteriza por una cosa: limpiar lo que los rodea.
Entre otras cosas, son muy buenos para limpiar peces. Con esto, se forja una relación parecida a la de los hipopótamos con los pájaros. En este caso, los camarones se alimentan de los parásitos de los peces, y estos últimos, les pueden decir adiós a esos bichos molestos que pueden llegar a provocarles enfermedades.
Los pulgones son unos insectos que actúan como parásitos de algunas plantas y que secretan a través de su ano, un líquido azucarado producto de la salvia que extraen de su huésped. Y por muy asqueroso que suene, quienes vieron una oportunidad en esa secreción anal fueron las hormigas.
Estas pequeñas de seis patas descubrieron que si le proporcionan seguridad a los pulgones (que tienen enemigos tan mortales y asesinos como las chinitas o mariquitas), pueden hacerse chupete ese líquido dulzón que proviene de los lugares más recónditos de los pulgones. Puaj.
Sí, nuevamente se viene una referencia a Buscando a Nemo. Después de todo, no era coincidencia que la familia de este pez viviera en una anémona y en la misma película se encargan de explicarlo.
Las anémonas son unos organismos marinos capaces de liberar unas células urticantes que provocan dolor en quienes entran en contacto con ellas. Sin embargo, hay ciertos casos en los que se inhibe de “usar” este mecanismo de defensa, como por ejemplo, con los peces payaso. La gracia de esta relación, es que los coloridos peces son capaces de proveer limpieza para la anémona debido a sus movimientos al interior, mientras que ella puede espantar a sus depredadores gracias a sus tentáculos.
Esta podría ser como la madre de las relaciones simbióticas, ya que a partir de esta, literalmente nace alguien más: el liquen. Cuando mami alga y papi hongo se juntan, surge este organismo que es como una especie de fusión entre los otros dos.
Es decir, alga + hongo = superpoderes de liquen. Gracias a esta unión, el hongo permite que el alga sea más resistente a la radiación (lo que ayuda a que sobreviva en lugares más hostiles, como en los troncos de los árboles) y le entrega sales y minerales. Por su parte, el alga mantiene su capacidad de realizar fotosíntesis, con lo que es capaz de entregarle al hongo vitaminas y minerales, también.