Estamos en medio de la era de la información, del conocimiento y, por qué no decirlo, la sabiduría. Después de todo, nunca fue tan accesible la información a un espectro tan amplio de la población. Es como para sentirse que estamos viviendo the real época dorada, ¿no?
Aunque eso no nos ha detenido al momento de empezar modas “extrañas”, por decirlo así. ¿Alguien se acuerda del desafío Kylie Jenner, el de la canela o el del maíz? Nop, definitivamente no son cosas que pueden ir en el mismo párrafo que “época dorada de la humanidad”.
Sí, en la historia de la humanidad siempre habrán modas y comportamientos curiosos, pero es un hecho que estamos bastante mejor que antes. Y si miramos atrás lo comprobaremos y por eso en El Definido preparamos esta pequeña lista con cinco costumbres freak de la Edad Media, que de verdad nos harán sentir que nuestra sociedad ha dado pasos agigantados.
Te invitamos a echarles un vistazo y a enorgullecerte de la era contemporánea.
Trucos de belleza existen para todos los tipos de personas (si no, pregúntenle a Kim Kardashian sobre su tratamiento facial con sangre). Pero en la Edad Media sí que se iban al chancho, sobre todo en Italia. En el país de la bota, fue el último grito de la moda echarse extracto del fruto de la planta belladona en los ojos. ¿La razón?
Al contacto con los globos oculares, éstos se dilataban, entregándoles así una apariencia más sensual a las mujeres. Eso sí, la práctica estaba relacionada a la brujería (lo que no era un grave problema hasta antes de la Inquisición) y tenía un pequeñisímo detalle: el líquido que se saca de la belladona es venenoso.
Con el pasar del tiempo todo va cambiando, incluso el concepto de Justicia. Basta con ver un par de películas de la Edad Media para darse cuenta de lo distinto que era el sistema en ese entonces: acusaciones falsas que terminaban sí o sí en penas de muerte, mujeres asesinadas por doquier debido a que eran “brujas”, etc.
Aunque hay algo que la pantalla grande no nos ha mostrado y que tiene que ver con cómo lidiaban en ese entonces con los animales que cometían una que otra fechoría. ¿Cómo lo hacían? Llevándolos a la corte. De hecho, los que parecían tener la peor reputación eran los cerditos.
En esa época era común que en las ciudades europeas abundaran los chanchos. Pero estos sacaban a la luz un comportamiento asesino cuando se encontraban cerca de bebés humanos, ya que a veces se los comían. Aunque también hay casos de piaras completas atacando y matando a personas. Y ojo, que los porcinos no eran los únicos: también hay casos que van desde los caballos hasta los insectos, quienes eran llevados ante una corte, eran enjuiciados, declarados culpables y después exterminados.
Ya en los tiempos medievales existía una especie de fútbol. Para esto utilizaban una bola hecha a partir de cualquier cosa que pudiera ser pateada, pero en general estaba forrada en cuero y rellena con pelos, musgo, etc.
La cosa es que, si ahora nos quejamos de la violencia de algunos jugadores en ciertos partidos, en ese entonces esto era mucho peor. Tanto así, que en Francia e Inglaterra hay registros de casos en los que los reyes decidieron prohibir esta actividad. Por ejemplo, está el caso del Rey Eduardo II de Inglaterra, quien en el 1314 prohibió el fútbol por ser ruidoso e incitar la aparición de demonios despreciados por Dios (probablemente haciendo referencia a la cantidad de insultos y maldiciones que los jugadores decían).
La brujería era un tema en la Edad Media, sobre todo con la aparición de la Inquisición: una serie de instituciones católicas que buscaban combatir las herejías (que en ese entonces podrían ser interpretadas como, prácticamente, cualquier cosa). Y cuando se trataba de hechicería, desarrollaron una serie de mecanismos para detectar si una mujer era bruja o no. Entre ellos estaban:
-Pruebas de lectura de biblia: se creía que las brujas no podían recitar en voz alta las palabras de las Sagradas Escrituras, por lo mismo, se les pedía que lo hicieran en medio de un juicio de acusación. Tenían que leerlo a la perfeción o si no, eran asesinadas. Generalmente se equivocaban, debido a que no sabían leer bien o a que estaban muy nerviosas. No las culpamos.
-Pruebas de nado: también se pensaba que las brujas serían rechazadas por el agua si es que eran lanzadas a un pantano, mar, río, etc. Esto, ya que no contaban con el sacramento del bautizo. Por lo mismo, las lanzaban al agua y si flotaban eran brujas, si se hundían, no. Por supuesto que casi siempre morían ahogadas o asesinadas si es que flotaban.
-El pinchazo de la muerte: otra de las cosas que se creía de las brujas, era que tenían “marcas” en la piel en donde no tenían sensibilidad, ni podían sangrar. Así que se contraban cazadores de brujas para que buscaran alguna evidencia de esto, lo que hacían a través de pinchazos. Eso sí, muchas veces utilizaban agujas retráctiles, las que obviamente no causaban daño. Así entonces, se determinaba que la acusada tenía una marca de bruja, por lo que era generalmente sentenciada a morir en la hoguera.
La industria cosmética sí que ha dado pasos agigantados en nuestra historia reciente. Champús, jabones, cremas, tratamientos, etc., están al alcance de casi todos y con relativamente buenos estándares de calidad. Pero antes esto no era tan así.
Por ejemplo, para limpiarse, el jabón utilizado principalmente en Inglaterra estaba hecho de sebo (¿cómo eso te puede dejar más limpio?). En cuanto a los vellos no deseados de las mujeres, uno de los mecanismos para removerlos era aplicando y frotando huevos de hormiga, oropimente y vinagre en la zona. Ouch.
En tanto, uno de los mayores gritos de la moda femenina en la edad media eran las frentes prominentes y las cejas casi invisibles (la Mona Lisa heredó eso en 1503). Para esto, las mujeres se sacaban un montón de cejas y hacían crecer su frente sacándose cabello desde las entradas. Aunque la Iglesia consideraba que había demasiada sensualidad en todo esto, así que determinó que era un pecado mortal el eliminar pelos para ser más atractivas para el sexo opuesto (aunque estaba justificado si se hacía para satisfacer a su marido).