Imagen: In Edit Nescafé

In-Edit Nescafé 2016: celebrando los 40 años del punk

Se acerca la nueva edición del festival de cine y documental musical In-Edit Nescafé, que este año conmemora el 40° aniversario del álbum debut de The Ramones, considerado por muchos como el hito fundador del punk. Hoy te explicamos por qué el punk es tan importante para la cultura popular.

Por Martín Poblete @martin_poblete | 2016-11-25 | 13:03
Tags | punk, in edit, nescafé, documental, cine, música, estados unidos, londres, años 70, juventud, rock

Tachas, mohicanos, chaquetas de cuero, bototos y el discurso anarquista a flor de piel. El clásico estereotipo de punkie al que todos hemos visto alguna vez en la universidad, en los carretes o vendiendo hamburguesas vegetarianas en la calle. Qué fácil es generalizar, ¿no?

Pero el punk es mucho más que una tribu urbana: es una corriente cultural y musical que acaba de cumplir cuatro décadas desde su nacimiento, junto al álbum debut de Ramones. Son cuarenta años de profunda trascendencia en todo el mundo que hoy dicen “Hey! Oh! Let’s Go!”

El festival de cine y documental musical In-Edit Nescafé celebra su décimo tercera edición con una cartelera especialmente dedicada al punk. Nombres cercanos al género como Sex Pistols, The Clash y las visitas estelares de Don Letts y Fermín Muguruza se combinan con otras producciones que abarcan desde Violeta Parra hasta Alain Johannes y Janis Joplin, con más de 40 películas que durante 10 días se exhibirán en cinco sedes de Santiago: Teatro Nescafé de las Artes, Cine UC, Cinearte Alameda, Teatro Oriente y Parque de las Esculturas de Providencia.

Al preguntarnos qué tiene el punk que lo hace tan valioso como para merecer un homenaje, la respuesta más acertada es una de las más trilladas y vacías a la hora de hablar de música, pero en este caso es la que da medio a medio en el clavo: todo está en la actitud.

¿Actitud punk?

Durante los años ’60 el rock and roll, originalmente visceral y lleno de influencias afroamericanas, evolucionó de la mano con la moda hippie y la contracultura juvenil de la época y se encaminó primero hacia el rock psicodélico, el hard rock y luego al rock progresivo. La música se volvía más compleja y virtuosa.

Durante aquella época el público fue testigo del surgimiento de grandes artistas americanos como Jimi Hendrix, Santana, Jefferson Airplane y Grand Funk Railroad, mientras que en el Reino Unido otros nombres como Deep Purple, Jethro Tull, The Who y los mismos Beatles cobraban una importante fama tanto a un lado como al otro del Océano Atlántico. El fenómeno conocido como la Invasión Británica, acontecida a mediados de los ’60, abrió la puerta a que los ingleses, desde ahí y en adelante, tuvieran siempre algo que decir en materia de rock.

Pero mientras esto ocurría en el centro de la escena rockera, en pequeños círculos se desarrollaba una corriente subterránea que cultivaba un estilo más directo y crudo, que aspiraba a recuperar la esencia del rock and roll cincuentero con una actitud rebelde y frontal. Los estudiosos del tema definen a estas bandas, de forma retroactiva, como protopunk (el prefijo “proto” proviene del griego, y denota la condición de primero en un orden, en este caso, temporal).

Se trataba de bandas que tocaban punk antes de que el punk existiera como corriente. Tenían ese estilo directo y esa energía furiosa en su música que pocos años después movería a las masas con grupos como The Clash y Sex Pistols. Pero ellos lo hicieron antes.

Uno de estos grupos, catalogado por muchos como la primera banda punk de la historia, no nació ni en Estados Unidos ni en Inglaterra, sino en Perú.

Y aquí, a diferencia del pisco, la papa y la cueca, los chilenos no tenemos nada que pelear.

De forma casi accidental, la banda limeña Los Saicos se hizo famosa en su país con un rock and roll crudo y visceral, más de diez años antes de que otras bandas “fundaran” el punk haciendo casi lo mismo. Sus canciones rápidas y breves, sus voces agresivas y el omnipresente componente lúdico en su música son los sellos característicos que le dieron a la banda una corta pero exitosa carrera en Perú durante los años ’60.

Tras su separación en 1966, casi todos sus integrantes se retiraron de la música y se dedicaron a otras profesiones. Su catálogo de 12 canciones, repartida en seis singles grabados en vinilo, se volvió un material de culto en Perú, y su fama se siguió existiendo pese a que durante años no se tuvo noticias de ninguno de sus integrantes.

A fines de los ’90 uno de sus singles fue llevado a la Radio Nacional de España y generó un gran interés en la audiencia madrileña. Como respuesta a este interés es que el sello Electro-Harmonix lanzó el compilado “Wild Teen Punk From Perú 1965” en el año 2000. La Saicomanía volvía a cobrar fuerza después de casi cuarenta años.

La banda se volvió a presentar en vivo por primera vez en 45 años el 26 de marzo de 2010. Desde entonces han girado dentro y fuera del Perú y han sido protagonistas de documentales, festivales y homenajes. Su estatus de banda de culto no ha dejado de crecer en todos estos años.

¡¡Ta ta tatata YA YA YA YA!!

Para cuando Los Saicos se estaban separando en 1966, en Estados Unidos el protopunk comenzaba a hacer ruido con grupos como The Stooges, New York Dolls, MC5 y The Velvet Underground. Eran bandas con un sonido crudo y poco cuidado, pero con un profundo background intelectual. El aporte de Andy Warhol desde las artes visuales, junto al influjo literario de Arthur Rimbaud y Jack Kerouac, fueron vitales para el desarrollo de esta corriente a fines de los ’60 y principios de los ’70.

A medida que esta cultura incipiente comenzó a hacerse de un espacio, su escena se volvió más sólida y su nicho creció. El barrio de Bowery St. era el territorio en el que el género proliferaba, y el CBGB era el club en el que todos sus artistas tocaban.

Una de las portadas más famosas de The Velvet Underground (y de la música en general) fue diseñada por Andy Warhol.

CBGB (Country, Bluegrass, Blues”,los géneros a los que apuntaba en sus inicios) era uno de los pocos locales donde solo se podía tocar música original. Los covers (y ni hablar de los tributos) estaban prohibidos en el repertorio de sus bandas, y la gente que asistía iba dispuesta a descubrir nueva música. Allí comenzaron sus carreras bandas clave en el desarrollo del punk como Ramones, Patti Smith Group y Television, entre otras.

La construcción orgánica de una escena musical, en la que la difusión y la gestión de espacios se realizaba solo mediante la autogestión, da cuenta de una escena que se vio fortalecida por la colaboración y la asociatividad que las bandas construyeron espontáneamente.

En palabras de Diego Cifuentes, baterista del destacado grupo nacional Magaly Fields: “fue un fenómeno bien interesante, porque surgieron millones de fenómenos que se fueron apoyando: estaba CBGB’s con millones de bandas que tenían algo que decir, armando una escena en conjunto, y también apoyados con artistas, con poetas, todos participando. Ahí tú ves a Warhol participando con los Velvet Underground… Es bien interesante ver el colectivo que armó esa escena, esto al final da cuenta de que la mejor manera de surgir, tanto acá como afuera, es a partir de los colectivos. Y eso tiene mucho de la cultura punk: es decir ‘ya, si no hay un espacio, yo me lo armo e invito a mis amigos’.”

El desarrollo del punk obedece, como dice Diego, a una serie de factores sociales y culturales que convergieron y terminaron por consolidar un estilo musical que era capaz de responder a las inquietudes de la época. Uno de los factores clave fue la Guerra de Vietnam: la contracultura hippie y el ideario pacifista era demasiado complaciente y no lograba expresar la rabia de los jóvenes que veían cómo su país mandaba a sus amigos a morir en una guerra que a ellos, la juventud de clase trabajadora, no les afectaba.

Por esto es que, para 1975-76, cuando Estados Unidos llevaba ya diez años en guerra, la sensación de hastío era general, y el punk ofreció una voz a los que deseaban expresarla.

En Londres la situación no era mucho mejor: la crisis económica llevó al país a tener más de un millón de desempleados. Desde 1975 hasta 1979, bajo el mandato de James Callaghan, el alto desempleo y el descontento generalizado llegaron a tal punto que incluso los sepultureros suspendieron sus labores, obligando a los municipios a tomar medidas desesperadas. Reportes de la época narran cómo centenares de cadáveres fueron almacenados en bodegas industriales a la espera de que la huelga terminara. Incluso se pensó en sepultarlos en el mar para prevenir una crisis sanitaria.

En este contexto de descontento, la voz de grupos como The Clash y Sex Pistols era, precisamente, lo que la gente necesitaba escuchar. No eran grandes músicos (aunque, para ser justos, Los Clash sí eran más virtuosos que los Pistols), pero eso no era importante. Lo principal era tener algo que decir y, en ese sentido, el mensaje llegaba mucho mejor si se emitía con crudeza, sin muchos adornos.

El cuestionamiento a la monarquía, la segregación racial y el desplazamiento de la clase trabajadora inglesa forman parte de los temas tocados por el repertorio punk británico de los años ’70. La sociedad de la época, por supuesto, calificó a los jóvenes punk como antipatriotas y desertores de la Corona Británica. Esto especialmente después del incidente que protagonizaron los Sex Pistols al intentar tocar su propia versión del himno “God Save The Queen” (“Dios Salve A La Reina”) en un bote a orillas del Palacio de Westminster, con tal falta de tino que, sin saberlo, eligieron el día del aniversario de la reina para llevar a cabo este “concierto”.

La década de los ’80 trajo consigo toda una renovación del punk, que lo llevó a adoptar formas más agresivas como el hardcore punk y el street punk, paralelas al desarrollo de corrientes más vanguardistas como el post-punk, que emergió del punk y siguió evolucionando en torno a la música experimental, con bandas como Joy Division, New Order y Public Image Ltd.

Si hay una gracia del punk, no como género, sino como actitud musical, es que ha sido adoptado por artistas de todo el mundo, y ha servido para el desarrollo y evolución de los más diversos lenguajes musicales. En palabras de Diego Cifuentes: “la actitud punk siempre ha sido interesante, tanto en términos estilísticos como también en términos de puesta en escena. El surgimiento del ska en los ’70 en Inglaterra es un ejemplo de eso, a partir de la mixtura del reggae de los jamaiquinos con el punk. O con el blues, tú escuchai a Jon Spencer y aparece un tema de actitud, una propuesta escénica y también musical.”

Desde su fusión con el rockabilly para el desarrollo del psychobilly, y su mixtura con el blues para el desarrollo del garage rock de los ’90, hoy nos encontramos con el punk presente en los más insólitos formatos: punk celta irlandés, gypsy punk (punk gitano), cowpunk (country punk) y bolero punk (Made in Chile).

Entonces, si retomamos la pregunta inicial: ¿qué hace al punk merecedor de un homenaje en un festival de cine documental? Pues bien, la respuesta es simple: es cosa de actitud.

¿Te gusta la música punk? ¿Participarías de In-Edit Nescafé 2016?