Quién no ha deseado desaparecer cuando el mundo se ha vuelto más odioso de lo normal. A todos nos toca enfrentar dificultades. Sin embargo, creo que pocas situaciones son más extremas que pasar de tener una vida espectacular a perder la movilidad absoluta del cuerpo y la capacidad de hablar. Esta es la historia de Jason Becker, quien logró ser lo suficientemente fuerte como para derribar los límites impuestos por la enfermedad y seguir dedicándose a su gran pasión: la música.
Un regalo de navidad, en forma triangular transformaría completamente el futuro de un especial niño de 5 años: una guitarra. Su padre y su tío eran guitarristas, él absorbía sus enseñanzas y aumentaba sus capacidades a una velocidad increíble. Unos años más tarde, superaría a sus maestros, convirtiéndose en un verdadero ícono de talento y superación.
Jason Becker se enamoró de la guitarra, disfrutando de ella muchas veces por más de diez horas al día. Sin estudios formales de música, ni rígidas estructuras de entrenamiento, mejoraba su técnica interpretando algunos de sus temas preferidos a oído e inventando sus propias melodías. Entre sus primeras influencias estaban Bob Dylan, Eric Clapton, Jimi Hendrix y Eddie Van Halen. A fines de la década de los '80 Becker, con solo 16 años, impresionaba a los entendidos con su estilo “de otro planeta” y comenzaba a posicionarse como uno de los guitarristas más increíbles del momento.
Su fama se incrementó rápidamente. Además de tocar prodigiosamente, era capaz de hacer toda clase de trucos en sus espectáculos: tocar una rápida y difícil secuencia de notas con una mano, mientras jugaba al yoyo con la otra, incluso usar su boca para tocar las cuerdas. En 1990 fue elegido como el mejor nuevo guitarrista por los lectores de la revista “Guitar Magazine”. Su imaginación y habilidades le podrían haber llevado a lo más alto como guitarrista, de no ser por un inesperado giro en su carrera.
Se necesitaba reemplazar a Steve Vai en la banda de David Lee Roth, puesto codiciado por los más grandes guitarristas, pero que solo uno parecía llenar con facilidad: Jason Becker. Viajó para iniciar la que podría ser una de las etapas más emocionantes de su vida, comenzaron a grabar un álbum y a prepararse para una gira que lo convertiría en una leyenda. Todo parecía ir de maravilla, hasta que una extraña sensación en los músculos de su pierna se convirtió en la primera grieta del paraíso. A primera vista, no parecía nada preocupante, pero luego de un par de exámenes vivió un giro en 180°: a sus 20 años le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica y según los doctores le restaban solo 3 años de vida. A duras penas logró terminar de grabar el álbum, tuvo que abandonar la tan ansiada gira y su prometedora carrera, para comenzar a luchar contra la enfermedad.
Tocar una guitarra virtuosamente, significa controlar con alta precisión cada uno de los músculos involucrados en la danza del cuerpo con las cuerdas, la peor pesadilla de quien logra tal nivel de maestría es justamente perder aquel control: lo que le ocurrió a Jason Becker, debido a la despiadada enfermedad. El castillo que construyó durante años de interminable práctica fue derribado rápidamente por los giros del destino, que a veces se empecina con uno que otro frágil humano. Esto causa aún más conmoción, cuando la víctima es alguien tan excepcional como él.
La enfermedad no solo le quitó lo que más amaba, tocar guitarra, sino que siguió avanzando, atrofiando su cuerpo, hasta el punto en el que no pudo ni moverse ni seguir hablando. Lo único que quedó totalmente bajo su control fueron sus ojos, y esa sería razón suficiente para que su tenacidad le impulsara a seguir adelante.
Su padre inventó un método que le permite observar en distintas direcciones para seleccionar cada letra de la palabra que desea comunicar. Mediante este método, con la ayuda de un computador, su padre y otros músicos, Jason Becker ha logrado lo que en su condición parecería imposible: componer música. El año 1996 lanzó el álbum llamado “Perspectives”, fue la primera vez en la historia que una persona afectada por la esclerosis lateral amiotrófica hacía semejante proeza. Hoy está trabajando en un nuevo álbum y tiene una campaña online para quienes quieran ayudarlo.
La vida de Becker es brillantemente relatada por el documental Jason Becker: Not Dead Yet, que fue realizado con el total apoyo de él y su familia. Según el mismo Becker, se acostumbró a vivir de esta nueva manera y es feliz la mayoría del tiempo. Aprendió a comunicarse extremadamente rápido, tiene a muchas personas que le apoyan, un gran sentido del humor y puede seguir creando. Su increíble forma de enfrentar la vida nuevamente le hizo lograr algo extraordinario, continuar creando composiciones musicales. La fortaleza de Jason Becker trasciende el lograr dominar la técnica, su persistencia es una muestra de la grandeza que puede albergar un ser humano.