Imagen: César Mejías

6 costumbres culinarias que dividen a la humanidad en dos

No todo es blanco y negro, aunque cuando de la cocina se trata, a veces sí lo es. Aquí te mostramos algunos ejemplos de cómo la comida puede llegar a dividirnos, según nuestros propios gustos.

Por Rodolfo Westhoff @rwesthoff | 2016-12-26 | 15:09
Tags | comida, costumbre, cocina, dividir, personas, culinario

Hace más de un mes escribí un artículo sobre un sitio web que nos ayuda a ver de qué tamaño son realmente los países si los comparamos entre ellos (sin las alteraciones propias del mapamundi, que no puede representar a la perfección una forma esférica). No es porque lo haya escrito yo, pero era un interesante tema sobre geografía e incluso política, si así lo quieren.

El problema es que tuve la idea de mencionar en alguna parte que la pizza con piña era una abominación, y que eso era una "verdad absoluta" (irónicamente), al igual que la dificultad de representar espacios redondos en un mapa plano. ¿El resultado? 33 comentarios haciendo referencia única y exclusivamente a la frase de la pizza con piña.

Los lectores entablaron un agudo debate en torno a esta pieza culinaria, ignorando completamente el contenido del artículo. Y así, en El Definido comprobamos que existe un tema que enciende pasiones por sobre todo: la manera en la que nos gusta comer las cosas. Por lo mismo, aquí va un artículo cuyo propósito es desmenuzar aquellas costumbres gastronómicas que perfectamente podrían dividir al mundo en dos eufóricos bandos.

1. Sí, pizza con piña

Y no podíamos partir la lista sin la preparación que dio origen a este mismo artículo: la pizza con piña o también conocida como “hawaiana”. Aunque no se sabe a ciencia cierta de dónde viene esta invención, al parecer hay un consenso al afirmar que definitivamente no viene de Hawai. Hay quienes dicen que es alemana, mientras otros creen que es canadiense.

El asunto es que es capaz de desatar debates que se extienden por horas, debido a que literalmente significa echarle fruta a la pizza. Es decir, una mezcla medio aceitosa de queso, jamón y piña. Deliciosa para algunos, un sacrilegio para otros.

2. Empanada de pino con pasas (chan, chan)

Nada mejor que celebrar el 18 de septiembre en Chile. Anticuchos, chicha, choripanes y empanadas por montones. Aunque para algunos, esta última maravilla gastronómica chilensis puede llegar a ser un dolor de cabeza si lleva un ingrediente típico: las pasas.

Se trata de un problema similar al de la pizza con piña y es el de mezclar frutas con cosas como carne, cebolla, huevo duro, masa, etc. Además, hay que reconocer que las pasas no son el alimento más popular del mundo, por lo que no es de extrañar que genere rechazo en algunos casos.

3. Fruta confitada en el Pan de Pascua

Ahora que estamos en plena época navideña, es normal ver un Pan de Pascua en absolutamente cualquier parte y después de cada comida. Personalmente, no me considero un aficionado a esta especie de pan/queque, pero tampoco me desagrada. Eso sí, creo que hay una manera de hacerlo más rico: ¡sacándole la fruta confitada!

Este agregado definitivamente ha sido motivo de discusión en más de alguna comida navideña, ya que al parecer el mundo se separa entre quienes la odian en el pan de pascua y quienes la aman. Dato aparte, ¿sabían que, tradicionalmente, esta fruta corresponde a la parte blanca de la cáscara de la sandía?

4. Pastel de choclo: ¿dulce o salado?

Me tocó presenciar una vez cómo el rostro de mi mamá se desconfiguraba a medida que probaba un pastel de choclo que le había comprado a una señora. ¿La razón? No era dulce. Ni siquiera un poquito. Y eso no podía caber en la cabeza de mi mamá, después de todo, es un pastel, ¿no?

Pues bien, nuevamente nos encontramos frente a una bifurcación culinaria en el camino de la vida. Por un lado están quienes creen que el pastel de choclo no debería ser dulce per se y que quien lo desea, puede echarle azúcar encima. En la otra vereda están los del team de mi mamá, que creen que este delicioso plato debe ser dulce desde su origen (y que los comas diabéticos son solo un pequeño efecto colateral).

5. El tomate y su cáscara

Ir a comer a la casa de un amigo y que te reciban con una ensalada de tomate con cáscara puede llegar a ser igual de doloroso que perder un riñón, si es que eres del tipo de persona que simplemente no tolera comerse el tomate como vino al mundo.

Por otra parte, están quienes hacen lo posible para poder comérselo con la cáscara. Y para esto existen varias razones además del gusto, como por ejemplo, que así favorece una mejor digestión, reduce el riesgo de padecer cáncer de próstata y una mayor concentración de nutrientes.

6. Pan al almuerzo

Es bien sabido que en Chile comemos mucho, mucho pan, de hecho, solo Alemania nos supera. Aunque hay algunos que lo llevan al extremo y son capaces de incluir este producto en, literalmente, todas las comidas del días. Desde ahí nace una nueva división demográfica: quienes acompañan su almuerzo con pan y quienes prefieren evitarlo.

De más está decir que la opción más saludable es la segunda. Después de todo, a no ser que hagas mucho ejercicio, no es necesario que te comas un plato de porotos con riendas y más encima le eches pan (por muy rico que suene, especialmente si le echas un poquito de pebre encima).

¿Te sientes identificado con algunos de estos dilemas de la cocina? ¿Agregarías otro?