Las gallinas y gallos "la tienen difícil" porque, mientras cuervos, loros y águilas acaparan siempre los elogios por su destreza, inteligencia y majestuosidad, a ellas, las aves más comunes del mundo, nadie les da mucha bola (salvo cuando ponen huevos de oro).
Pese a lo que nos dice nuestra arrogancia Sapiens sapiens, la especie Gallus gallus es muy clever clever. Así lo señala una revisión de los estudios sobre estas aves, realizada y compilada por Lori Marino, neurocientífica y experta en comportamiento animal.
En El Definido te contaremos lo que se ha descubierto, así que prepárate para cambiar para siempre tu percepción de esta engañosa creatura.
Marino, quien ya en 2010 abrió el debate sobre la cautividad de delfines y orcas en parques acuáticos, revisó los estudios más importantes realizados sobre gallinas y gallos, y recientemente publicó sus llamativos resultados bajo el título Thinking chickens (el estudio se refiere a gallinas y gallos, simplificaremos diciendo simplemente "gallinas" de ahora en adelante).
El trabajo de la científica es ofrecer una mirada distinta sobre las gallinas, tal como lo hizo con sus trabajos en orcas y delfines, donde explicó los complejos procesos psicólogos que viven estos animales y por qué se vuelven locos en cautividad (sus publicaciones, de hecho, gatillaron el fin de los espectáculos con orcas en Sea World).
A diferencia de muchas otra aves, "las gallinas son categorizadas como una mercancía, desprovista de autenticidad como animales reales con una historia evolutiva y un contexto filogenético", dice en la introducción Marino.
Y nuestra percepción de los animales importa, agrega. Numerosos estudios indican que nuestras actitudes frente a ellos dependen, en parte, de nuestra percepción de su facultad de sentir y pensar. Algo muy evidente cuando, por ejemplo, vemos a un perro con "carita de pena" y le decimos "Ay, ¿qué le pachó, mi bebé?".
Los cientos de estudios revisados por la neurocientífica arrojan un veredicto claro: estos aparentemente "despistados" animales son todo menos eso.
En varios estudios las gallinas han demostrado ser uno de los pocos animales en tener aspectos de memoria episódica (aquella relacionada con sucesos autobiográficos), por ejemplo. En uno en particular, pollos de apenas 5 días de edad lograron recordar la trayectoria de una pelota que era ocultada detrás de una pantalla, incluso luego de una espera forzada de 3 minutos. Para que se hagan una idea: este desempeño es similar al de primates.
Otros estudios también señalan que son capaces de realizar operaciones aritméticas simples ¡con apenas 3 días de vida! Una prueba, por ejemplo, les mostraba un set de 2 objetos y otro de 3 objetos, probando una conocida hipótesis de que las aves (al igual que chimpancés, orangutanes, delfines y elefantes), frente a una elección libre, tienden a preferir el grupo con la mayor cantidad de objetos. Cada set tenía el mismo volumen y superficie total, para descartar que fuese una variable en la elección de los pequeños estudiantes. Los pollos eligieron siempre el set con mayor cantidad de objetos, incluso cuando hubo un traslado de objetos entre los distintos sets, probando así "impresionantes capacidades proto-aritméticas", que han sido confirmadas en sucesivos estudios.
Marino también destaca la habilidad de las gallinas de anticiparse a eventos futuros, tal como primates, delfines y otras aves. Esto se probó con un estudio donde debían picotear una pantalla táctil para recibir un premio, pero éste solo se liberaba con el primer picoteo cada intervalos de 6 minutos. Los investigadores observaron que la frecuencia de los picoteos aumentaba a medida que se acercaba la marca de los 6 minutos, lo que evidenció que las gallinas tiene una percepción del tiempo futuro y que son capaces de estimar intervalos temporales.
Otro aspecto "humano" que exhiben las gallinas es la de autocontrol, habilidad que nosotros comenzamos a exhibir a los 4 años. Un experimento dio a gallinas dos opciones: espera de 2 segundos con acceso a comida durante 3 segundos, o espera de 6 segundos con 22 segundos de picoteo libre. Ni tontas, ni perezosas, las gallinas del estudios prefirieron esperar esos 6 segundos, "demostrando discriminación racional entre distintos resultados futuros y empleando autocontrol para optimizar esos resultados", explica Marino.
Y eso no es todo. Las gallinas también han demostrado ser muy conscientes del orden jerárquico y ser capaces de deducir que si, por ejemplo, un ejemplar desconocido derrotó a la gallina líder del grupo, no vale la pena pararle los carros y es mejor someterse para evitar sacadas de cresta (literalmente). Esto se conoce como inferencia transitiva y se comienza a observar en humanos a los 6 a 7 años de edad.
La científica también destaca estudios que han demostrado que las gallinas poseen un tipo de empatía llamado "contagio emocional", algo también observado en grandes primates, perros, lobos, cerdos y cuervos. Esto significa que las gallinas pueden "contagiarse" de emociones que observan en sus pares.
Un estudio que indagó sobre las respuestas empáticas en estas aves, consistió en aplicarle ráfagas de aire en sus jaulas mientras se monitoreaba su frecuencia cardiaca y temperatura. Curiosamente a las gallinas poco les afectó la treta de los científicos, hasta que el experimento se repitió pero en sus polluelos ubicados en otra jaula. Fue solo ahí que las gallinas, aún sin recibir directamente el molesto soplido, exhibieron señales de estrés emocional. "Estos hallazgos no sólo proporcionan evidencia de contagio emocional en las gallinas sino que apoyan la noción de que las gallinas son capaces de una respuesta empática cognitivamente mediada", escribe Marino.
Si alguna vez han tenido la mala idea de seguir a un pollito en presencia de su gallina madre, esto les hará perfecto sentido.
Pero tampoco son panes de Dios. Estudios han demostrado que las gallinas exhiben rasgos de Inteligencia Maquiavélica, es decir, son capaces de engañar y manipular a otros miembros de su especie para maximizar su éxito reproductivo. La publicación comenta que los miembros masculinos realizan una serie de movimientos y llamados vocales al detectar comida, para atraer a las gallinas. De ser realizado por un gallo subordinado, éste puede ser "disciplinado" por el gallo líder si lo pilla in fraganti. Así que lo que hace un gallo subordinado, para evitar problemas, es realizar solo los movimientos para que su llamado pase más piola. ¿Y si nota que el gallo líder anda pajareando? Pues ahí aprovecha de hacerlo con tuti, volviendo a incorporar los aspectos vocales. Con suerte, su pillería le servirá para atraer a alguna gallina que estuviera escuchando.
Los gallos también, en ocasiones, realizan este llamado aún en ausencia de alimento solo para atraer hembras y poder defenderlas de otros machos. Oh, pillines. Pero el truco no servirá para siempre, porque las gallinas desarrollan una contra-estrategia cuando se utiliza con mucha frecuencia: ignorar la llamada.
Marino concluye, entonces, que la Gallus gallus domesticus no está nada mal parada si la comparamos con otros animales que tenemos por inteligentes, y espera que este nuevo entendimiento de la complejidad del animal promueva más indagaciones sobre su psicología, para así lograr un "entendimiento más auténtico de lo que realmente son".