Imagen: César Mejías

¿Presidentes opuestos? Las 7 similitudes entre Obama y Trump que no conocías

El Presidente saliente y entrante comparten posturas comunes con respecto a temas como matrimonio homosexual, inversiones en infraestructura y la necesidad de reformar la OTAN.

Por Tomás Croquevielle @kroque1989 | 2017-01-20 | 12:00
Tags | Obama, Trump, eeuu, estados unidos, gobierno, política, cambios

A primera vista parecieran que no podrían ser más diferentes: el saliente Presidente Barack Obama, hijo de una madre soltera criado por sus abuelos, los cuales provenían de uno de los estados más rurales del país, Kansas; el nuevo Presidente de EE.UU. Donald Trump, por su parte, nació en un acomodado barrio de Nueva York y ha tenido siempre un vida de millonario de la Gran Manzana.

Obama, además, es una persona altamente educada, se expresa de manera tranquila (escogiendo cuidadosamente las palabras que va a decir) y rara vez muestra su enojo. Trump, en cambio, tiene un temperamento tremendamente explosivo, soliendo irse a una guerra de declaraciones, en Twitter y/o la TV, con el primero que lo critica, sin preocuparse mucho de las palabras que usa ni incomodarse al utilizar un lenguaje de 5º básico para expresar sus ideas y planteamientos.

Y podríamos seguir con una enorme lista de distintas diferencias en sus personalidades y en sus posturas políticas en áreas como medio ambiente, salud, inmigración, economía, etc...

Sin embargo, más allá de estas diferencias de biografía, carácter e ideología, existen unas interesantes similitudes en ambas figuras políticas, tanto en sus posturas como en la imagen que han creado de sí mismos.

En El Definido, te mostramos una lista de 7 improbables similitudes:

1. Candidatos del cambio

Tanto las campañas de Obama en 2008 como la de Trump en 2017, fueron unas que apelaron al "cambio" en cómo se estaba llevando adelante las cosas en el país. En ambos casos, mediante eslóganes como Change we can believe in (Cambio en el que podemos creer), por parte de Obama, y Drain the swamp (Drenar el pantano) o Make America Great Again (Hacer grande a EE.UU. de nuevo), en el caso de Trump, se buscó dar una imagen de renovación en los liderazgos del país, tanto de estilo como de conducción política.

En este sentido, mientras la elección de Obama, un senador con solo cuatros años de experiencia y el primer afroamericano electo a la presidencia, fue un poderosos símbolo de un EE.UU. más tolerante y diverso, la elección de Trump, un empresario sin ningún experiencia pública, está siendo entendido como rechazo completo al sistema político y la clase que la dirige. 

Ambos fueron electos para solucionar problemas políticos complejos y de larga data en el país, como la precarización laboral, la deuda pública y su rol como primera potencia mundial.

 En la foto, la reunión que Obama y Trump sostuvieron en la Casa Blanca tras la elección del 8 de noviembre. 

2. Personalismo

En este mismo sentido, Obama y Trump fueron electos presidentes con apoyos transversales que fueron más allá de sus respectivos sectores políticos. Esto, en gran medida, gracias a su carácter de poderosas figuras carismáticas personalistas que utilizaron de manera exitosa los medios de comunicación, tanto la TV y la prensa estricta, como los medios online y las redes sociales.

A ambas figuras se les ha acusado de arrogancia y de buscar construir una imagen política propia, sin importar el ensombrecer a su propio partido. Durante su administración, Obama nunca pudo (o realmente intentó) traspasar su popularidad y apoyo personal a su figura hacia el Partido Demócrata, por lo que a éste le fue muy mal electoralmente durante su administración.

Por su parte Trump logró, en gran medida, su espectacular ascenso político gracias a una imagen pública que cultivó por décadas, y como candidato republicano a la presidencia se dedicó a atacar a la dirigencia republicana, alejándose de la ortodoxia republicana en temas como el libre comercio, la seguridad social, el intervencionismo militar y el rol del estado en la economía.

Dato: Durante los 8 años del gobierno de Obama, el Partido Democrata ha perdido el control de ambas cámaras en el Congreso, redujo la cantidad de gobernados de 28 a 16 y quedó en minoría en las legislaturas de 32 estados.

3. Deportaciones

Trump ganó la elección presidencial pasada, en gran medida, por su agresivo discurso contra la inmigración ilegal, prometiendo construir un muro en la frontera con México y deportar a unos 2 a 3 millones de inmigrantes indocumentados con antecedentes criminales. Sin embargo, fue durante los 8 años de la administración Obama que se deportaron a unos 2,8 millones sin papeles (no todos) con problemas con la ley.

La diferencia, eso sí, es que Obama (que buscó, sin éxito, un plan de regularización para los 11 millones de indocumentados en el país) nunca explotó o publicitó aquella cifra. De todas formas le costó el sobrenombre peyorativo de "Deportador en Jefe" por parte de organizaciones hispanas de su sector político.

4. Liberales en temas valóricos

A diferencia de lo que se puede creer, Trump no sigue la línea conservadora republicana de rechazo al matrimonio homosexual o la legalización de la marihuana. En algunas entrevistas y aspiraciones mediáticas ha asegurado, al igual que Obama, que respeta la decisiones de la Corte Suprema de 2015 que legalizó el matrimonio homosexual en todo EE.UU. y de los estados que han legalizado el uso recreacional y/o medicinal de la marihuana.

Está por verse si su criterio se antepondrá al de su Vicepresidente Mike Pence y su Fiscal Nacional Jeff Sessions; el primero un duro defensor de la concepción tradicional del matrimonio y los derechos de quien, por convicciones religiosas, se oponen a ofrecer ciertos servicios a las parejas homosexuales, y el segundo, un abierto opositor a las medidas que los estados están implementando con respecto a la marihuana, puesto que contradicen la ley federal prohibicionista. 

5. Revitalización de la infraestructura pública

Pese que el tema de la economía es tremendamente polarizante en el EE.UU. de hoy, polarización de la que no escapa Obama y Trump, ambos reconocen la necesidad de impulsar masivas inversiones estatales para mejorar la infraestructura pública del país, como carreteras, puentes y trenes, que impulsarían la economía nacional.

El la presidencia, Obama, buscó impulsar esta misión, la cual logro en cierta medida con la modernización de la infraestructura de hospitales publicas y de la red eléctrica nacional, pero que en gran medida fue bloqueada por los republicanos en el parlamento, argumentando que el gasto sería demasiado grande.

Trump, por su parte, ha prometido fondos billonarios para llevar adelante estas inversiones durante su presidencia y ya ha apuntalado un plan, en donde los contratistas privados tendrán un rol fundamental.

6. Pasarle la factura a la OTAN

Uno con más intensidad que otro, uno como candidato y el otro como presidente, pero tanto Obama como Trump han buscado dejar en claro que EE.UU. ya no puede seguir sosteniendo sola la mayor parte de la carga a la hora de financiar el apartado de seguridad mundial, encarnada en la Alianza del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el cual estipula, en su artículo 5, que un ataque contra alguno de los miembros del pacto (de países tan disimiles como Reino Unido y Albania) es un ataque contra todos.

Como Presidente, Obama buscó, en reiteradas ocasiones, que los demás miembros de la OTAN aumentaran su contribución al financiamiento de la alianza, la cual por estatutos, debería ser un 2% del PIB de cada uno de sus miembros (es el 3,6% del de EE.UU), aunque en la actualidad dicha meta solo la alcanzan 5 de sus 22 países miembros.

Trump por su parte, ha sido menos diplomático en sus intenciones de cambiar esto, y ha dado a entender que EE.UU. no iría en defensa de alguno de sus miembros si es que estos no hubieran pagado sus contribuciones a la alianza, asegurado que actualmente la OTAN se encuentra obsoleta para enfrentar la realidad de las amenazas globales de hoy como el terrorismo. 

7. Buenas relaciones con Rusia

Aunque parezca paradójico, dado las agresiones internacionales de Rusia y el ciberataque al Partido Demócrata (que aún sigue causando revuelo), Obama al comenzar su mandato tuvo como una de sus grandes prioridades recomponer las relaciones con Moscú, después de una gran cantidad de desacuerdos con la administración Bush entorno a la instalación, por parte de EE.UU, de un sistema de escudos antimisiles en países de la Europa Oriental y la crisis de Georgia en 2008.

Sin ir más lejos, durante los comienzos de la administración Obama, cuando Dimitri Medvedev estaba al mando en Moscú, su secretaria de Estado (Canciller) Hillary Clinton, realizó el famoso "botón de reseteo" con Rusia, literalmente apretando un botón de reset con su contraparte rusa. El intento de acercamiento, de hecho, le costó serias críticas de sectores republicanos. Todo comenzó a cambiar cuando Vladimir Putin vuelve a la presidencia en 2012 y empieza a llevar una relación más confrontacional con EE.UU y Occidente.

Trump, que ha sido cuestionado por sus numerosas adulaciones publicas a Putin, ha prometido mejorar las relaciones entre Washington y Moscú (actualmente en sus niveles más bajos desde la guerra fría) asegurando que será respetado por el líder ruso por lo que podrá mantener una relación de muto entendimiento

Hillary Clinton con el Canciller ruso Serguéi Lavrov "resetendo" las relaciones entre Washington y Moscú.

¿Continuidad o cambio?

Aunque sin ninguna duda hoy, 20 de enero, se producirá un importante hito en la vida política de EE.UU., es necesario rescatar que en la Historia siempre hay importantes elementos de continuidad. De la misma manera que el gobierno de Obama no fue tan bueno o tan malo como (según la opinión de cada uno) se esperaba, el de Trump tampoco lo será.

Esto porque el gobierno de Obama nunca fue, ni pretendió ser, un quiebre absoluto respecto a su antecesor George W. Bush, por lo que es difícil imaginar que la elección de Trump sea necesariamente una ruptura total con los 8 años del gobierno de Obama. Será, en gran medida, la continuación de diversos procesos políticos e históricos de larga data en EE.UU. que probablemente seguirán más allá de esta nueva administración.

¿Qué otras similitudes se te ocurren? ¿ Crees que sus gobiernos serán muy distintos?