¿Cuántas veces imaginaste que tal persona es la mujer/hombre de tus sueños porque tiene una belleza excepcional? ¿Te diste cuenta tal vez, que quizás no tenga un intelecto o simpatía tan superior como su belleza?
Ahora hagamos el mismo ejercicio, pero al revés. ¿Le has hecho el quite a alguien sólo por su aspecto físico, sin antes tomar en cuenta su personalidad?
Todo esto tiene un nombre. El efecto Halo es un proceso mental donde solemos generalizar erróneamente a personas u objetos, solo porque tomamos en cuenta una sola característica. Así, dejamos de lado todas las cualidades positivas o negativas, solo porque una “satisface” a todas. Como resultado, esto termina afectando como vemos la realidad.
Pero todo esto tiene una razón de ser. El psicólogo que descubrió este sesgo cognitivo piensa que en realidad, no somos tan buenos diferenciando la emoción de la razón. El primero, generalmente, se lleva todo el protagonismo debido al fuerte efecto que nos provoca.
Sí, por muy poco moral que suene, es algo muy humano. Porque no, no somos tan racionales como lo pensamos.
La primera persona en ponerle nombre a este término fue el psicólogo estadounidense Edward Thorndike, quien en su libro de 1920 “A constant error in psychological ratings”, demostró por primera vez cómo se puede presentar este fenómeno. En la mayor parte de los casos, tiene que ver con las primeras impresiones.
El experto estudió lo que pensaban ciertos jefes de sus militares subordinados. Thorndike se dio cuenta que constantemente confundían atributos físicos, inteligencia, liderazgo y personales, a pesar de que se les dijo que evaluaran cada cualidad por separado.
Las personas que puntuaban bajo en una categoría, probablemente lo hacían con las otras, por ejemplo si un militar no tenía liderazgo, era posible que obtuviera una mala nota en inteligencia. Por el otro lado, un militar agraciado físicamente tenía mejores calificaciones en los otros aspectos.
Los experimentos de Thorndike inspiraron a otros investigadores 57 años más tarde, como a los psicólogos Richard Nisbett y Timothy Wilson, quienes investigaron si la gente realmente era consciente de las opiniones y juicios que hacían sobre otras personas.¿La respuesta? Pues claro que no.
Para llegar a esta conclusión, dividieron a 118 alumnos de la Universidad de Michigan en dos grupos y los pusieron a ver un video donde aparecía un profesor con acento inglés europeo dando clases. El primer grupo vio a un docente que se desenvolvía de manera “cálida y amistosa”, explica el estudio. El segundo grupo vio al mismo académico, pero con una actitud más “fría y distante”.
Después, se le pidió a cada uno que lo describiera. En general, el grupo que vio al profesor amable lo calificó como atractivo en su acento, gestos y apariencia física. Por el contrario, los otros estudiantes consideraron que su profesor era totalmente irritante en los mismos aspectos, que, por si lo notaron, no deberían depender de si su actitud es fría o cálida.
Al final, a cada uno se le preguntó si su evaluación había sido afectada por el comportamiento del profesor. La mayoría consideró que no lo había hecho ¿Notaste que es algo totalmente involuntario?
No es poco común que en las entrevistas de trabajo se contraten a las personas equivocadas. Es tan poco el tiempo disponible para elegir al candidato adecuado, que es muy fácil confiar en las primeras impresiones, por ende, en el error.
La publicidad y la industria del cine tienen presente que los seres humanos nos dejamos llevar por las apariencias. Tampoco es casualidad que las estrellas de Hollywood sean bellas, pero tampoco que pensemos casi siempre que son carismáticos, amables y buenas personas. Sí, el efecto Halo strikes again.
Además de personas, esto puede pasar con las marcas y sus productos. Las personas que compran un iPhone, por ejemplo, y están muy satisfechos con este, lo más probable es que vean los otros artículos de Apple en la misma luz postiva.
Así como hemos venido explicando, el mundo del marketing y la publicidad suelen usar este sesgo cognitivo a su favor. ¿George Clooney en un comercial de café Nespresso usando un terno y sosteniendo una taza mientras sonríe cautivadoramente? Un éxito seguro.
Aquí entran en juego las primeras impresiones de nuevo. Lo que busca la marca, es que la gente asocie al famoso con el valor del producto, que en el caso de la compañía de café es estatus y seriedad. Varios hombres se podrían sentir identificados con esta imagen.
Después, Nespresso optó por añadir otra imagen a la marca, un tanto diferente al aspecto de Clooney, con el objetivo de ampliar su público. Al lado de él figuraba Jack Black, un comediante que se ajusta un tanto más al perfil de la media. Quizás no es un galán, pero su imagen puede hacer que más personas se sientan identificadas con él y compren el producto. Estos son algunos ejemplos de lo potente que son los rostros conocidos en la publicidad y el impacto que provocan en los consumidores.
¿Cómo ganarle al inconsciente?
Es difícil, pero se puede. Somos seres pensantes, así que al usar más nuestra cabecita podremos desafiar nuestra naturaleza e impedir que nos dejemos llevar por las primeras impresiones. Antes de opinar o tomar una decisión, siempre ten en cuenta estos dos consejos: