Imagen: César Mejías

5 pequeños malentendidos que cambiaron el curso de la historia

¿Pudo haber un chofer evitado la Primera Guerra Mundial? ¿Y una puerta bien cerrada la caída de Constantinopla? Estos son 5 curiosos casos de pequeños malentendidos que tuvieron un impacto vital en la historia de la humanidad.

Por Francisco J. Lastra @efejotaele | 2017-06-08 | 17:13
Tags | historia, curiosidades, freak, guerras, malentendidos

*Esta nota fue originalmente publicada en 2017.

Cuando uno lee sobre los grandes eventos de la historia, su complejidad puede ser abrumadora. Son tantos los factores y el contexto puede abarcar tantos escenarios, que cuesta creer que existe una pieza vital que suele detonar todo, como la pieza de dominó que cae para llevarse consigo a todas las demás.

En ocasiones ha sido la firma de un documento o el asesinato de una persona; en otras se trata de un político borrachín que llega a una conferencia de prensa sin prepararse o un chofer que se equivoca de camino.

La historia está llena de ricas anécdotas sobre malentendidos que, lejos de ser solo eso, han jugado un rol importantísimo, dando forma al mundo en el que vivimos hoy. En El Definido te contaremos algunas de estas.

La puerta de la perdición

Ojo con dejar una puerta abierta. Pregúntenles a los bizantinos, que perdieron su milenario imperio por esto.

Es 1453 y las tropas otomanas, al mando de un joven sultán de 21 años llamado Mehmed II, asediaban la ciudad de Constantinopla. Pese al poderío militar y táctico de las fuerzas invasoras, los bizantinos se hallaban protegidos tras los famosos muros de Constantinopla... hasta que a alguien se le olvidó cerrar una puerta (más bien un portón).

Según el historiador Roger Crowley, un pequeño grupo de soldados italianos que volvía de sus incursiones olvidó cerrar la kerkoporta, uno de los portones de la ciudad. Esto permitió el ingreso de al menos 50 guerreros otomanos quienes, antes de ser reducidos, lograron levantar el estandarte del sultanato en algunas torres.

Fue un golpe a la moral de los defensores bizantinos quienes, además, vieron cómo herían de gravedad al jefe militar de la ciudad, el genovés Giovanni Giustiniani.

Percibiendo el caos dentro de las murallas, Mehmed II decidió redoblar los esfuerzos, y poco después conquistó el último bastión del Imperio romano de Oriente, dando a la vez inicio a la era del esplendor otomano.

El archiduque no tiene GPS que lo guíe

El famoso asesinato del archiduque Francisco Fernando -que gatilló la Primera Guerra Mundial- fue producto de una espectacular serie de malas decisiones, coronadas por un chofer que no cachaba nada.

El escenario era el siguiente: la actual Bosnia era parte del imperio Austro-Húngaro, y una parte de su población no estaba satisfecha. Los más extremos al respecto era una agrupación de estudiantes de Sarajevo llamado "Joven Bosnia", que promovía acciones terroristas para debilitar el gobierno extranjero, y apuntaba a la creación de un estado único de todos los pueblos yugoslavos, liderado por Serbia, reino que hace pocos años había expulsado definitivamente a los otomanos y cuya extensión se había duplicado.

Decimos "espectacular serie de malas decisiones" por las siguientes razones: la idea de mandar al sucesor de la corona austro-húngara a Sarajevo, una zona conocida por sus elementos insurgentes, no parece muy inteligente. Escoger además el 28 de junio para hacerlo, aniversario de la Batalla de Kosovo -derrota serbia que significó la dominancia por siglos del Imperio Otomano- fue, como dice el historiador Noel Malcolm, "increíblemente estúpido". La guinda de la torta fue publicar su itinerario en el diario local de forma pública el día anterior… ¿Pero qué tenían en la cabeza?

Malcolm estima que un mínimo de 6 asesinos de "Joven Bosnia" que se hallaban escondidos entre el pueblo, cuando salieron a recibir al archiduque. Uno de ellos incluso lanzó una bomba, que rebotó en el auto de Francisco Fernando y terminó hiriendo a oficiales que viajaban en el vehículo de atrás.

Y aquí está el malentendido que terminó gatillando la Gran Guerra: el archiduque decidió cambiar su ruta para visitar a los heridos, pero nadie le dijo al conductor. Este condujo por el camino planeado y solo al doblar en una calle llamada Francisco José, un general que acompañaba al archiduque y su esposa le avisó que retrocediera. Así se hizo, pasando justo al lado del sexto asesino de "Joven Bosnia", el serbio-bosnio Gavrilo Princip. El resto de la historia ya la sabemos.

Malcolm hace la acotación de que, asesinato o no, la guerra hubiera comenzado en algún momento de todas formas. Esto porque Alemania, aliada de Austro-Hungría, buscaba cualquier pretexto para tener cortito al Imperio Ruso. De todas formas, no deja de ser curiosa la inocencia e ignorancia austro-húngara.

Una mala traducción atómica

Parece broma, pero un pequeño cambio en la interpretación de una palabra tuvo consecuencias tan devastadoras que solo lo entenderán luego de leer los siguientes párrafos.

Es julio de 1945, Hitler se revuelca en su tumba (o huye a Sudamérica, si les gustan los cuentos de hadas) y los Aliados se hallan reunidos en Postdam, Alemania, esperando la respuesta de Japón a un ultimátum enviado en conjunto. El documento da a entender que cualquier respuesta negativa significará una "pronta y completa" destrucción del país oriental.

En Japón, reporteros exigen una respuesta al Primer Ministro Kantaro Suzuki. Él, como buen político, requiere antes la asesoría de su gabinete y responde: mokusatsu, queriendo decir "No tengo comentarios". El fatal error de Suzuki, más allá de sus decisiones en los años previos, fue escoger esta palabra para responder tan importante ultimátum.

Resulta que mokusatsu es uno de esos términos que no tiene fácil traducción, y por lo tanto su interpretación puede variar. Lo que entendieron en Postdam fue otra acepción de la palabra: "no digno de una respuesta".

De haber sido un poco más comunicativo, Suzuki habría dicho algo como "tengo que reunirme con mi gabinete, luego contestaré". No fue así, y Estados Unidos se tomó tan a pecho el "insulto" japonés, que decidió probar algo que estaban cocinando sus científicos hace algunos años: la bomba atómica.

La hora de los cochinos

La invasión de Bahía de Cochinos se recuerda como una gran victoria moral para Fidel Castro y su revolución cubana. En apenas 65 horas, sus fuerzas desbarataron un intento de invasión por parte de exiliados cubanos apoyados por Estados Unidos, logrando además capturar cerca de 1.200 tropas enemigas. Lo que quizá no se recuerda tanto es un pequeño malentendido horario que pudo haber cambiado fácilmente el resultado, truncando así rápidamente el sueño de Fidel.

Dado que las tropas de cubanos exiliados sumaban apenas alrededor de 1.500 personas, el apoyo de la CIA era vital. Ellos se encargarían de allanar el paso un día antes mediante 8 bombarderos. Lo que no se supo en el momento, y solo lo sabemos ahora gracias a documentos de la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU., es que un grupo de jets de apoyo, enviados expresamente por John F. Kennedy (y que no fueron registrados oficialmente), despegarían de un portaviones cerca de Nicaragua que dar cubierta a estos bombarderos.

Pero, ups. Se les olvidó un pequeño detalle: la diferencia horaria entre Nicaragua y Cuba. Los jets sobrevolaron suelo cubano con una hora de adelanto y se fueron sin haber apoyado a los bombarderos. Estos últimos, de todas formas atacaron puntos estratégicos pero, al no tener el apoyo de los jets, sufrieron la caída de 2 naves, lo que significó 4 estadounidenses muertos.

Estados Unidos, que no quería verse involucrado públicamente en la invasión, retiró todo apoyo posterior y dejó que sus aliados en suelo hicieran el trabajo. Claramente 1.500 tropas no podían hacer nada frente a las 25.000 del ejército cubano.

El muro de Berlín cayó luego de una conferencia de prensa mal preparada

Es la pesadilla de toda persona: aparecer en público sin tener idea qué decir. Esto no debería ocurrirle a personajes de peso, pero sucedió y significó, a lo mínimo, acelerar la caída del muro de Berlín y la posterior reunificación alemana.

Günter Schabowski era un político menor dentro del Partido Socialista Unificado, el partido único de la República "Democrática" Alemana. Se dice que tenía un problema con la bebida, pero eso no fue impedimento para que fuera enviado por su gobierno para dar una supuesta rutinaria y aburrida conferencia de prensa emitida a nivel global, la noche del 9 de noviembre de 1989.

Pasaron 50 minutos y no había ninguna sorpresa. Los mismos periodistas recuerdan estar tremendamente aburridos y al borde de quedarse dormidos, cuando algo dicho en alemán por Schabowski sacudió la modorra del lugar.

Al vocero de turno no le habían comentado que leería una nueva regulación sobre emigración, que permitiría mayores libertades para salir del país: el proceso para requerir una visa se simplificaría.

Entre balbuceos y otra que otra improvisación, Schabowski, quien claramente era primera vez que leía el documento, comunicó que sería posible salir del país bajo requerimiento. Una avalancha de preguntas se vino, y Schabowski decidió ignorar todas, menos una que lo inmortalizaría para siempre: "¿Cuándo entrará en vigor?", preguntó un periodista italiano.

El vocero hojeó el documento, leyó algunas palabras sueltas, y bajo la presión de todos los presentes, respondió: "Por lo que tengo entendido... inmediatamente".

¡Paf! Lo que era originalmente una medida moderada en la política de viajes de la Alemania Oriental, se transformó, gracias a la vaguedad e ignorancia de Schabowski, en una invitación a cruzar las fronteras libremente.

Tampoco le podemos achacar toda la responsabilidad al político. La ley había sido antes modificada astutamente por el joven abogado Gerhard Lauter, quien cambió algunos términos claves con el fin de quitar severidad a las restricciones de la ley original. También, una vez que los puntos de paso se llenaron de entusiastas alemanes, el Partido no comunicó órdenes claras a sus guardias, quienes a eso de las 11.30 de la noche se rindieron y dieron paso a la salida de las multitudes. Al día siguiente hubo intentos de volver a tomar el control, pero las puertas para la unificación alemana ya se habían abierto y esta fue la guinda de la torta de un proceso que ya no podía detenerse.

Aún así no podemos ignorar la importancia que tuvo aquella desastrosa rueda de prensa de Schabowski. Cuando falleció en 2015, el New York Times lo recordó con una columna titulada muy justamente: "Günter Schabowski, el hombre que abrió el Muro".

¿Qué otro caso agregarías?