Hay un problema cardÃaco que afecta especialmente a los niños que nacen en las montañas: un hoyo en el corazón. Una de las razones de la enfermedad, es la falta de oxÃgeno en las alturas y esto le hizo ruido a Franz Freudenthal, un doctor boliviano. Luego de darle muchas vueltas al asunto, encontró una innovadora solución. No en los textos de medicina ni en sofisticados laboratorios, sino en los telares que las mujeres bolivianas han tejido durante cientos de años. Hoy, utiliza una exitosa técnica capaz para sanar a estos niños.
¿Qué hace un médico de ascendencia judÃa trabajando en medio de los Andes? Invitado a hablar en una TED Talk en Canadá, Freudenthal contó que su abuela era la responsable de que hoy su familia viva en Bolivia. Ella fue una refugiada judÃa que era médico, y llegó a las montañas a ayudar a las comunidades. Franz mientras era pequeño, acompañaba a su abuela a visitar a los enfermos, aprendiendo de sus costumbres. Aún no sabÃa que esa experiencia cambiarÃa su vida y lo ayudarÃa a salvar a miles de niños.
Luego de estudiar medicina, se encontró con el problema al que ha dedicado gran parte de su carrera: uno de cada cien niños que nace en el mundo, tienen alguna enfermedad al corazón. Y la enfermedad de algunos lo tocaba particularmente.
Hay niños que nacen con un agujero en el corazón. Dentro de las causas están los defectos congénitos, el ser prematuro o la falta de oxÃgeno en montañas y lugares de mayor altura. ¿Qué significa esto? Un problema de estructura, que cambia el flujo normal de la sangre dentro del músculo cardÃaco, pues el tabique que separa ambos lados del corazón, se encuentra perforado.
Fue mientras acampaba junto a un amigo en el Amazonas, que Freudenthal ideó la primera versión de su tratamiento quirúrgico: colocar una bobina de alambre enrollada justamente en el agujero, para impedir la comunicación entra ambas cámaras cardÃacas.
Luego de crear los primeros prototipos y comenzar a utilizarlos en niños junto a su esposa, la doctora Alexandra Heath, vio que la solución era exitosa. Pero él sabÃa que podÃa crear algo más sofisticado.
Los pacientes que vivÃan en las alturas de Bolivia, a más de 3.500 metros de altura, tenÃan agujeros en sus corazones que eran más grandes que los que Freudenthal habÃa visto en otras partes del mundo. Sólo en el paÃs nacÃan al año 2.500 niños con esta cardiopatÃa y, lamentablemente, la mayorÃa no tenÃan acceso a medicina y muchos de ellos seguÃan muriendo pese a estos primeros avances.
No se trata de una terapia alternativa, sino del rescate de una técnica de tejido aymara que tiene cientos de años (o quizás milenios) para curar este tipo de cardiopatÃas. Viendo la habilidad que tenÃan las mujeres bolivianas que vivÃan en los Andes para tejer, Freudenthal pensó que ese tipo de intricada y resistente red podÃa usarse para tapar los agujeros en los corazones de los niños.
Usando un material llamado nitinol(aleación de nÃquel y titanio), el médico y su equipo de tejedoras comenzaron a crear implantes de una sola pieza “con memoriaâ€, es decir, que eran capaces de “recordar†las formas (como la almohada tecnológica en que pones tu cabeza y queda marcada por un tiempo, después de sacarla). Mediante el uso de un pequeño catéter, este “mini telar†es introducido al corazón por una vena, para luego expandirse en la zona del agujero y taparlo por completo. El dispositivoes flexible, compatible con el organismo humano, la radiación magnética, y además se puede reubicar fácilmente en caso de necesitarlo.
Al inicio de su charla TEDde 2016, el médico mostró a un recién nacido desesperado por respirar, pues sufrÃa de esta enfermedad. Su pecho subÃa y bajaba frenéticamente y parecÃa que iba a morir en cualquier momento. Con alivio, mostraba al final a la misma guagua respirando serenamente, pues la habÃa sometido a esta cirugÃa poco invasiva, devolviéndole la vida.
Freudenthal ha creado una fundación a partir de su simple y creativo invento, la que entrega de manera gratuita uno de cada dos implantes creados en su fábrica, llamada PFM. Gracias a ello, ya se han operado más de 500 niños sin costo.
Dentro del lugar trabajan 30 mujeres pues, aseguran, tienen mayor habilidad con las manos para crear este tipo de estructuras de manera artesanal. Ellas aprendieron las técnicas de sus madres y abuelas y hoy la utilizan para salvar vidas. “Tejemos con aguja e hilo bajo estrictas normas de la empresa. Nos ayudamos con alfileres y moldes de acero para cada tamañoâ€, cuenta Elva Iturri, quien trabaja en PFM. En el trabajo “hay que estar de buen humor y tener voluntad y paciencia. Tengo que olvidarme en la puerta cualquier problema, eso es importante porque yo salvo vidasâ€, agrega.
La empresa, ubicada en La Paz, crea 200 implantes mensuales que son utilizados alrededor de todo el mundo, pues sólo el 2% de ellos se queda en Bolivia. Ya se han fabricado más de 10 mil de ellos, salvando miles de vidas de recién nacidos.