¿Te ha pasado que se te mete algo en la cabeza y no puedes quitártelo de ahí? Como cuando quisiste participar en ese concurso de disfraces de Halloween y estuviste desde junio haciendo la mejor versión posible de Marge Simpson. O bueno, algo por el estilo.
Es algo que nos pasa a todos, incluso a los que son multimillonarios. Ese es el caso de Elon Musk, fundador de SpaceX, CEO de Tesla Motors, entre otros, y quien posee una de las mentes más revolucionarias de nuestra sociedad actual. ¿Y qué se le metió en la cabeza? ¡Colonizar Marte!
De hecho, ya les hemos contado un par de veces: el plan es llevar una gran cantidad de personas a ese planeta, volverlo habitable y convertirlo en un segundo hogar para la humanidad. Todo esto, pensando en que quizás en algún momento de nuestro futuro, tengamos que abandonar nuestro querido planeta Tierra.
Está claro que no será algo fácil, después de todo, la meta es muy ambiciosa: tener una colonia de un millón de habitantes en Marte entre 40 a 100 años más. La mala noticia es que el diagnóstico que se tiene sobre lo que costaría hacerlo no es para nada alentador. En promedio, habría que financiar US$10 mil millones (CLP$ 6.6 billones) por cada persona que viaje hacia allá.
Eso sí, eso sería en el caso que se desarrolle el trabajo bajo la lógica de cómo se está trabajando ahora en misiones como la de Apolo. Y considerando que al menos en el 2013 el ingreso promedio per cápita anual a nivel mundial era de US$ 2.920, conseguir a un millón de personas que paguen diez mil millones de dólares cada una para viajar a Marte sería prácticamente imposible.
Así que lo que pensó Musk fue: hay que descubrir alguna manera de hacer que los viajes al planeta rojo sean nada más ni nada menos que 5.000.000% más baratos. Y pese a que el magnate admitió que esto sería virtualmente imposible, no se echó para atrás y trazó algunas líneas que podrían ayudar a que esta misión sea más verosímil.
Elon Musk definió dónde deberían concentrarse los trabajos de optimización.
Reutilización de recursos a full: si andar en bici requiriera que cada vez que hagas un viaje tengas que tener una bicicleta nueva, ¿la usarías? Probablemente eso. A eso apunta Elon cuando dice que es necesario hacer vehículos 100% reutilizables. Algo que si bien suena obvio, no lo es tanto cuando se trata de aeronáutica espacial.
Muchas veces las naves son utilizadas solo para un viaje en particular y de ahí no se ven más, así que el magnate propone cambiar eso. ¿El problema? El encuentro espacial entre ambos planetas (el momento en el que están más cerca y es más óptimo viajar) ocurre cada 26 meses. Es decir, las naves podrían ser reutilizadas solo cada dos años.
Entonces, lo que se busca lograr es poder hacer naves con una enorme capacidad de almacenamiento de suministros, para así aprovechar al máximo ese viaje que se realizará cada 26 meses. Para hacerse una idea, sería así de grande:
(https://gfycat.com/ThatDependableBeardedcollie)
Relleno de combustible en órbita: para lograr lo anterior es necesario esto. Si no se puede recargar en el espacio, significa que la nave transportadora tendría que ser entre cinco a diez veces más grande y más cara para llenarla del combustible necesario para hacerlo todo de un viaje. ¿Qué hacer entonces?
Lanzar una serie de naves más pequeñas, simultáneamente, cuya misión será abastecer de combustible a la nave durante su viaje espacial. Muy de película, es verdad.
Producción de "combustible" en Marte: la idea es no tener que llevar, más encima, el combustible necesario para volver a la Tierra para reutilizar la nave. De no ser así, se estima que el costo de cada viaje sería 500% más alto. Además, “sería bastante absurdo tratar de construir una ciudad en Marte si tu nave espacial que envías para allá no puede regresar”, asegura Elon.
¿Lo bueno? Es que se podrían fabricar propulsores (material necesario para hacer andar un propulsor, que no es lo mismo que combustible) en Marte, todo esto gracias a que ahí abunda el CO2 y el agua congelada. Es decir, con el H2O y el CO2, se puede hacer CH4 (metano) y O2 (oxígeno), los “ingredientes” necesarios para esto.
Elegir el mejor combustible posible: actualmente lo que se suele usar es el kerosene, cuya gracia recae en que ayuda a que el tamaño del vehículo no sea tan grande, ya que no se necesita llevar tanto (en comparación a otros tipos de combustibles). Pero hay un gran problema, ¿de dónde sacamos petróleo en Marte para fabricar más combustible para el camino de vuelta?
Una de las opciones sería reemplazarlo con hidrógeno, que es barato y altamente eficiente, pero su problema es que es muy difícil evitar que explote en el espacio, ya que es muy inestable, además que almacenarlo no es nada fácil. Así que lo que concluyeron es que el metano sería la mejor opción hasta ahora. Algo en lo que se ha venido experimentando desde hace un tiempo, como lo ha hecho Rusia, por ejemplo.
Ahora, está claro que ni juntas, estas cuatro variables lograrían reducir en un 5.000.000% el costo de la misión en total, pero sirve para ir viendo por dónde ir recortando recursos para que esta misión pueda ver la luz de Marte algún día. Lo rescatable es que Elon Musk, en vez de decir: ¡es imposible!, decidió dar el paso y preguntarse: ¿cómo lo hacemos posible?