Imagen: César Mejías

Por qué cuesta tanto mirar a alguien a los ojos, según la ciencia

Para muchos, mirar a los ojos es una verdadera odisea, se sienten nerviosos y les cuesta trabajo encontrar las palabras adecuadas. Pero puede que la timidez no sea la única razón tras esto, en El Definido te lo contamos con detalle.

Por María Jesús Martínez-Conde | 2017-07-28 | 12:06
Tags | ojos, mirada, cerebro, cerebelo, timidez, marina abramović

Esa conversación con tu mejor amiga, con tu hermano, tu pareja o profesor durante la prueba oral, ¿no se hace más intensa en la medida en que se produce un contacto visual? Puedes estar hablando algo trivial, pero cuando las pupilas se encuentran, de pronto todo adquiere profundidad y sientes que no puedes mentir, que estás totalmente expuesto a quien tienes en frente.

Para muchos, resulta inconcebible una conversación sin mirarse a los ojos, y los inquietan esos que esquivan la mirada. Pero también hay quienes se ponen nerviosos fácilmente y prefieren mirar la boca o simplemente hacia el lado. ¿De cuáles eres tú?

Hoy queremos saber qué dice la ciencia sobre esto, y por qué el tener una conversación mirándose a los ojos, tiene una connotación tan profunda para nosotros.

El reflejo que te permite mirar a los ojos

Quienes buscan los ojos de su interlocutor con un objetivo en mente (romántico, laboral o de simple conexión íntima), lo hacen respondiendo a un reflejo muy poderoso y primitivo del ser humano, que comenzó cuando éramos cazadores-recolectores, de acuerdo a un estudio alemán.

Cuando el hombre primitivo salía de caza, era necesario que fijara la vista en su presa, de manera que, en la medida en que ésta o el hombre se movieran, continuara el contacto visual con su cuerpo y no la perdiera. Así, si el hombre se movía a la izquierda, sus ojos seguían a la presa a la derecha, y viceversa.

En este proceso, que continúa activo en nuestros cerebros, actúa una de las regiones más antiguas e intuitivas del cerebro, el cerebelo. Este logra fijar los ojos en un objetivo en movimiento, inclusive si hablamos de los ojos de otra persona, mediante un reflejo que se llama vestíbulo-ocular (RVO).

Por lo tanto, si el cerebelo y el RVO no están funcionando correctamente, a una persona le costará mucho hacer contacto visual con otra, pues sufrirá de oscilopsia, una condición que se cree que podría vincularse con el autismo y el síndrome de Asperger.

“¿Si me cuesta mirar a los ojos, es porque estoy enfermo?”

¡No! La oscilopsia es una de las condiciones más graves que podrían incapacitar a alguien para hacerlo, sin embargo, también juegan factores como la timidez o la inseguridad. Mal que mal, el rostro y especialmente los ojos, son de las partes del cuerpo que más reaccionan frente a las emociones. Si estamos tristes, nuestros ojos lo demostrarán, así también si nos sentimos alegres. Los ojos revelan también si alguien está o no concentrado e incluso si está inventando una mala excusa, pues la mirada se perderá un mayor tiempo del normal, sin concentrarse en los ojos del interlocutor.

Quienes son muy tímidos o padecen de fobia social, no quieren exponerse ni revelar demasiado, así que no suelen mirar a los ojos. Sin embargo, esto mismo los pone aún más inseguros, porque saben que el interlocutor siente esa mirada esquiva, lo que causa una mayor inseguridad al delatarse. Entonces, la estrategia intuitiva de no mirar a los ojos para ocultar lo que pasa por nuestra mente, no es muy eficiente, pues nos delata rápidamente como inseguros.

Tu cerebro quiere estallar cada vez que miras a alguien a los ojos

Pero uno de los estudios más interesantes respecto a este tema, postula que es tal la atención y la importancia que le damos a alguien cuando nos mira a los ojos, que al hacerlo se interrumpen procesos cognitivos importantísimos para el lenguaje. Quedamos como pasmados en la profundidad de ese par de ojos, y no pensamos de manera tan eficiente como cuando miramos la pared o el teclado del computador. Incluso nos puede costar esfuerzo encontrar las palabras para lo que queremos decir y nos vemos obligados a desviar la mirada. ¿Cómo lo supieron estos científicos?

Realizaron un experimento con 26 voluntarios que debían responder a un sencillo juego de asociación de palabras con verbos. Por ejemplo, si a alguien le decían “leche”, el sujeto debía responder “beber”; o si le decían “lista”, podía decir “hacer”, por ejemplo. El obstáculo estaba en que, mientras desarrollaban la prueba, debían mantener la mirada en una persona que, a través de un video en una pantalla, los miraba fijamente, pero rompía el contacto visual o miraba hacia el lado, cuando menos se lo esperaban.

Lo impresionante fue detectar que los sujetos a prueba tardaban mucho más en encontrar el verbo asociado a palabras difíciles, cuando la persona del video los miraba fijamente. En cambio, cuando sus ojos se desviaban, el ejercicio cognitivo era más simple para ellos.

De acuerdo a este experimento, el mantener el contacto visual con un interlocutor, supone un esfuerzo y una carga importante para el cerebro, por lo que muchas personas optan por desviar la mirada, encontrar las palabras adecuadas, y luego volver a los ojos del otro o quizás a alguna parte del rostro. Por lo tanto, no sólo la timidez impediría hacer este contacto, sino también el evitar una sobrecarga de información, pues los ojos de quien tenemos enfrente nos dicen muchas cosas que nuestra mente debe procesar.

Por supuesto, cada ser humano es distinto, y hay algunos que son capaces de sostener la mirada más tiempo que otros. Aunque, en promedio, no son más de 3,3 segundos.

Aunque el estudio es preliminar y se necesitarían más sujetos para llegar a resultados concluyentes, recalca la importancia de la comunicación no verbal para el ser humano. Es decir, una mirada comunica al cerebro mucho más que el hecho de ser un simple “ojo” (una parte del cuerpo), pues genera un verdadero diálogo, distinto o complementario del oral.

Así que la próxima vez que alguien te diga “inseguro” o “tímido” por no mirarlo a los ojos, respóndele: “puede ser, pero prefiero pensar que tus ojos me dicen tanto, que debo procesarlo antes de poder contestarte”. La respuesta más matadora.

Bonus Track: la intervención de Marina Abramović en el MoMA

¿Recuerdan este video? La artista serbia Marina Abramović hizo una performance el año 2010 en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA). Ésta consistía en sentarse en una silla durante ocho horas al día e invitar a extranjeros a sentarse al frente para mirarse directa y profundamente a los ojos. El peak sucedió cuando su ex pareja, el artista alemán Ulay, inesperadamente se sentó frente a ella.

He aquí una muestra de la potencia de una mirada.

PD: Bueno, no podemos omitir que luego tuvieron algunos enredos legales por derechos de obras de arte que habían creado juntos. Pero eso es cuento aparte, quedémonos con la mirada.

¿Te cuesta mirar a los ojos o eres de los que sostiene la mirada contra viento y marea?