Imagen: Metro de Tokyo. Cortesía de Bitboy

Un chileno en el metro de Tokyo

Cuando el metro de Santiago llegó a niveles históricos de densidad de pasajeros el año 2012, se le comparó con el de Tokio, reconocido por sus multitudes apiñadas dentro de vagones. Pero ¿qué tanto más apretado se puede estar en el metro? El Definido fue a Tokio a buscar una respuesta.

Por Bruno Carrillo | 2013-08-20 | 11:42
Tags | tokyo, Japón, metro, trenes, gente, viajes, transportes, mundo, Asia, peak
"Es muy común el ver a hombres de negocios completamente intoxicados por ingesta de alcohol. Si tienes uno durmiendo al lado y se apoya en tu hombro, es un acuerdo tácito el permitirle que siga durmiendo"

Lunes 19 de agosto, 8:25 am, estación Ueno en Tokio, Japón. Una parte de los 8.7 millones de personas que a diario utilizan los trenes y metro, están agolpadas en dos de los andenes de la estación, esperando el próximo tren como tigre al acecho. Apretado entre tres oficinistas y dos escolares, podría perfectamente estar en estación Baquedano o Los Héroes. 

Hay una primera diferencia, eso sí. Como medida para hacer más eficiente el abordaje, en el suelo hay líneas pintadas indicando dónde se abren las puertas. Apurados o no, todos más o menos respetan la fila con forma de embudo para entrar. (Y las puertas siempre se abren exactamente ahí.)

Llega el tren, que ya va relativamente lleno de gente. Se abren las puertas y los pocos pasajeros que se bajan tienen una fracción de segundo para hacerse paso entre la multitud que comienza el asedio al vagón. No necesito caminar: me arrastran dentro. La sensación es un poco demasiado similar. 

"Tenga cuidado, por favor", "permanezcan detrás de la línea amarilla", "ánimo", anuncian los funcionarios de la estación. Ocasionalmente, empujan una que otra extremidad, bolso o mochila que no ha logrado entrar al tren cuando se están cerrando las puertas. 

Ahora bien, los japoneses son probablemente de las personas más educadas y respetuosas del mundo, pero a la hora de subirse al metro en la mañana o tarde, no toman prisioneros. No sé cómo los dos metros de gente frente mío entran al vagón, luego mi "sección" y a continuación los de atrás. Mientras la ola humana me arrastra hacia el centro del vagón, veo cómo sigue entrando gente. Cuando ya no pueden empujar de frente, ponen la espalda contra la muchedumbre y empujan hacia atrás hasta que entran. Surge la segunda y gran diferencia con el metro de Santiago: poca resistencia. 

Hay un punto en los pobres carros azules de nuestro metro capitalino donde no entra más gente, no porque no quepa -muchas veces queda una pizca de espacio por aquí o por allá-, sino que porque llega un punto donde la masa de gente se hace impenetrable y no se mueve más. Lo sé; me ha tocado estar prensado contra la puerta innumerables veces (una vez con un borrachín de ojos desorbitados haciéndome arcadas a 30 centímetros de la cara, y yo sin poder levantar los brazos. El minuto y medio más largo de mi vida), y es parte de la sobrevivencia urbana el resistir lo más posible a los temerarios nuevos pasajeros que intentan adosarse a la muralla humana con forma de puerta. 

En Tokio, fuera de personas luchando desesperadamente por respirar o por sacarse un codo ajeno de la oreja, hay poca resistencia comparativamente. Todos saben que tienen que llegar al trabajo y, más que una lucha contra los elementos, hay un sudoroso ambiente de aceptación (o más bien resignación). 

Mapa de la red de 23 líneas de tren manejadas por la estatal JR en Tokyo. Existen otras 55 líneas operadas por otras empresas. Imagen de Dushan Hanuska.

Llegando a la siguiente estación, un par de personas comienzan a gemir permiso con voz apretada y a nadar por este caldo de brazos, piernas, torsos torcidos y maletines hacia la puerta. Afuera, una nueva masa de gente está hombro a hombro lista para comenzar el ataque. Se abren las puertas. Tres personas son paridas desde el interior. Comienza el embate. Entran algo así como diez personas. Se cierran las puertas. 

El aire acondicionado dentro del carro apenas se siente y a la gran mayoría le corre la gota. Hay gente con toallas al cuello para que no se les moje más la ropa de trabajo. Toda la muchedumbre se mueve con el vaivén del carro, como en cancha en un recital de música. Una estación, otra más y llegamos al destino. El tren entero se vacía en cuestión de segundos. 

¿El veredicto? 

Fuera de lo obvio (distinta infraestructura, personas y cultura), entre Santiago y Tokio no pareciera haber demasiada diferencia en cuanto a lo apretado que se está adentro del metro o en la estación. El hecho de que no haya tanta resistencia por parte de los pasajeros de dentro puede que permita que entre un poco más de gente, pero lo que personalmente he visto en ambos lugares no difiere mucho en términos prácticos. 

Mapa de las 13 líneas de metro de Tokyo, operadas por dos compañías distintas. Imagen: Wikipedia

Algunos datos curiosos del sistema de metro y tren de Tokio: 

- La tasa de suicidio en Japón es de las más altas del mundo civilizado y un porcentaje importante ocurre en el sistema de trenes. Tanto así que, a modo de desincentivar esto, hace algunos años se le comenzó a cobrar a las familias de los suicidas los costos de limpieza y las pérdidas incurridas por el retraso del sistema. Si bien algunas de las compañías privadas a cargo del sistema de transporte no revelan montos, hay otras que dicen que es de aproximadamente 6 millones de pesos. 

- Al igual que en Brasil, Irán, Egipto y otros países más, hay carros exclusivos para mujeres. Cuando se reinstauraron en los primeros años del 2000, varias agrupaciones de hombres reclamaron al gobierno esta medida. 

-El tema de las tocaciones en espacios reducidos es tanto o más candente que en nuestro país. Tanto así que es un fetiche establecido: hay clubes para adultos donde hay piezas que simulan un vagón de metro, diseñado para emular situaciones donde el "cliente" desea llevar a cabo el acoso. Asimismo, hay clubes de "tocadores", donde comparten anécdotas y técnicas. 

-Después de las 6 de la tarde, es muy común el ver a hombres de negocios (salarymen, como se les conoce localmente) completamente intoxicados por ingesta de alcohol. Si tienes uno durmiendo al lado y se apoya en tu hombro (pasa a menudo), es un acuerdo tácito el permitirle que siga durmiendo en tu hombro. 

-Como en muchos otros países, los trenes y metros tienen aire acondicionado en verano, pero lo realmente notable son los asientos calefaccionados en invierno. 

Si bien el tener que estar incómodamente apretado en un vagón todas las mañanas puede ser un calvario para unos, es una excelente manera de "curarse de espanto" o aumentar la tolerancia para situaciones incómodas que son difíciles de evitar. Hay muchos extranjeros que se chocan con la cantidad de gente en el metro en Tokio, pero a muchos chilenos, la experiencia les resulta casi normal.