Pocas situaciones causan tanto estrés como tener que hablar en público: una amiga que te pidió que discursearas para su matrimonio, la defensa de una tesis frente a una experta comisión, una exposición frente a la gente de tu empresa o tener que vender tu proyecto a posibles inversionistas. A veces los nervios ganan y pueden jugarnos muy malas pasadas, dejando en evidencia que la situación nos supera.
Pero tranquilos, hay formas de prevenir este mal paso, y todo se relaciona con la práctica y la preparación.
Toastmasters es una organización internacional de educación, que enseña habilidades de liderazgo y para hablar en público. Recientemente, desarrollaron un concurso de discursos del que participaron 33 mil oradores alrededor del mundo, y que tuvo como ganadores a cuatro hombres que hicieron gala de sus dotes frente a la audiencia. Business Insider los ha entrevistado en distintas ocasiones, revelando sus consejos mejores guardados, y nosotros tomamos los mejores para ustedes.
Sigue leyendo y prepárate para bajarle la ansiedad a ese momento que te tiene con insomnio.
Todo discurso tiene un mensaje directo que entregar, que probablemente se resume en una o dos oraciones. Un discurso puede durar media hora, pero lo que importa, es que esa idea central quede clara al final, ése es el foco.
“Para ser mejores debemos colaborar”, “No hay solución sin diálogo”, “Las hamburguesas vegetales son deliciosas”… en fin, lo que sea. Defínelo y comunícalo.
La mayoría de las personas comienzan su discurso con un tema que se desprende del mensaje, y no con esta idea directa, que al fin y al cabo es lo que se quiere transmitir, dice Dananjaya Hettiarachchi, uno de los ganadores, consultor de recursos humanos de Sri Lanka.
Para sea efectivo, él prepara sus discursos improvisando frente a una grabadora, comenzando por el mensaje y luego hablando espontáneamente. Luego escucha estas grabaciones una y otra vez, afinando detalles del discurso con papel y lápiz, y llegando a la versión definitiva.
Es importante que este mensaje sea claro y breve, agrega Mohammed Qahtani, otro de los ganadores e ingeniero en seguridad de Arabia Saudita.
Qahtani considera también que el humor es importante y puede ser un buen recurso para enganchar. Por ejemplo, otro de los oradores ganadores, el abogado singapurense Darren Tay, tiene la estrategia de “desarmar al público” apenas toca el escenario. En su último discurso, salió con los calzoncillos puestos sobre el pantalón, recordando una burla que unos niños le hicieron en el colegio, cuando por bullying lo obligaron a vestir de esa manera.
Sin embargo, el discurso hubiese quedado como la obra de un comediante, si es que no se relaciona con la emoción de la audiencia. Y esto puede obtenerse, por ejemplo, relatando este tipo de anécdotas personales “hablando desde el corazón”, como apunta Qahtani.
¡Pero cuidado con ponerse latero, denso o pesado! Llegado el momento, hay que ponerle nuevamente liviandad al cuento y así ir equilibrando las emociones, siendo también receptivo con los gestos que transmite la audiencia.
Y es vital que siempre el público quede con una sensación de esperanza, independientemente de lo triste que pueda ser una exposición (¡así como lo intentamos también en El Definido!).
¡Cuidado con exagerar! Que un discurso demasiado histriónico también puede delatar nerviosismo y poca preparación. Lo ideal, es no centrar los gestos en la cara ni en los pies, sino en el centro del cuerpo, en una zona que podría visualizarse como el ombligo, señala Tay. Aunque no precisa qué es lo que hay que hacer con el ombligo, probablemente se refiere a sentir el discurso en el cuerpo y luego moverse, en vez de mover las manos “porque sí”.
Además, los gestos no se practican frente a un espejo, sino que deben ser espontáneos, la consecuencia natural de sentir lo que se está diciendo, añade el cuarto orador galardonado, el empresario indio y consultor de gestión en Singapur, Manoj Vasudevan. Por supuesto, hay gestos más teatrales que pueden ensayarse -por ejemplo, si se usará algún artículo durante la exposición (como ponerse el calzoncillo)- pero la gran mayoría surgen solos. ¿Y cómo se consigue esto?
No estando todo el tiempo conscientes del cuerpo, sino emocionalmente conectados con el mensaje central.
Imagina a tu audiencia como amigos, gente cercana a la que quieres explicarles algo muy claramente. Vasudevan tiene una táctica que no falla: “Cuando hay una audiencia enorme, siempre estoy mirando a alguien y hablando con él, escojo a alguien al azar que esté interesado en escucharme y miro a esa persona”. Entonces se transforma automáticamente en algo más íntimo.
Hettiarachchi cree que un discurso debe siempre ser conversacional y no teatral, y para eso hay que ser “uno mismo” en el escenario (a él le costó 10 años lograrlo). Esto sólo se consigue con práctica y fingiendo que todos los desconocidos que están ahí delante, son amigos de toda la vida. Una buena técnica que Dananjaya practica, es ponerse en el lugar de la audiencia, y escucharse a sí mismo como si nunca antes hubiera oído el discurso.
Esto es vital, no sólo para recibir retroalimentación sobre cómo lo estás haciendo, sino también para ir rompiendo la barrera del nerviosismo. Hettiarachchi, por ejemplo, ensaya algunos de sus discursos frente a una audiencia de niños, pues adora sus manifestaciones honestas respecto a lo que él está diciendo.
Ensayar frente a público te ayudará a saber cuáles son tus puntos fuertes, dice Qahtani: ¿es el contenido del discurso y las palabras que elegiste?, ¿es tu presencia en el escenario?, ¿es tu voz? Conociendo tus fortalezas, podrás aplicarlas en el momento exacto.
Todos tenemos a alguien cercano dispuesto a escucharnos en el “antes de” (aunque le demos la lata y necesitemos muuucho refuerzo). Esta persona de confianza, puede ser de gran ayuda si es honesta, así que jamás hay que desestimar su opinión: “Escribes un discurso para una audiencia, no para ti”, comenta el ingeniero.
Esas disertaciones de sexto básico en que si se te olvidaba una conjunción, quedabas en blanco, ¡chao! Ahora es importante que te hagas un mapa mental sobre lo que tienes que decir, teniendo el mensaje muy claro. ¡No es necesario que te aprendas un eterno “chorizo” de memoria!
A la larga, estarás tan cómodo con la ruta de tu discurso, pasando de un tema a otro de manera natural, que saldrá de manera orgánica, explicándolo con tus propias palabras.
Ahora, si eres de esos que no se aguantan las ganas de leer, por lo menos preocúpate de mirar a tu audiencia, que es importante que, por lo menos, exista un contacto visual entre tú y quienes reciben tu mensaje.
Ten en cuenta a la audiencia que está frente a ti
No estás hablando para ti mismo, al frente hay un montón de gente que puede o no interesarse en lo que estás diciendo. Entonces, “dialoga” con ellos, recomienda Tay. Obviamente no de manera literal, sino haciendo preguntas retóricas y reaccionando a sus gestos.
Si todos están mirando WhatsApp, ¡ojo, estás lateando, es hora de cambiar de tema! Y esto sólo se adquiere con práctica. Es muy importante tener la capacidad de ajustar el discurso conforme reaccione la audiencia, agrega Vasudevan. Y todo cuenta, por ejemplo, ¿es hora de comer y la audiencia quiere irse rajada a almorzar? Probablemente tendrás que ser más entretenido de lo común. ¿Son las 8 pm y tu audiencia lo único que quiere es irse a la casa después de un pesado día de trabajo? Vas a tener que ser más liviano y ajustar tus tiempos, etc.
Si tomas en cuenta estos consejos y “le pones wendy” a tu preparación (debes manejar el tema al revés y al derecho) y a tu práctica (dilo frente a otros en voz alta varias veces), podrás obtener buenos resultados. Y bueno, siempre sirve eso de “imagina a todos desnudos”, los verás vulnerables y tú, vestido y sobre un escenario, podrás dártelas de gran orador.