Imagen: César Mejías

Nunca olvidarás la música que escuchaste cuando adolescente. Esta es la razón

Pueden pasar décadas pero no las olvidamos. Tanto así, que somos capaces de recordar hasta su letra, incluso si están en inglés. ¿Por qué aquellos hits que marcaron nuestra adolescencia siguen dando vueltas por nuestra cabeza?

Por Rodolfo Westhoff @rwesthoff | 2017-10-23 | 15:00
Tags | musica, adolescente, fenomeno, explicacion, sentimiento, emocion

La manera en la que interactuamos con la música nunca deja de sorprendernos. A veces nos llama la atención la facilidad que tenemos para aprendernos la letra de una canción que nos gusta, pero que nadie nos vaya a preguntar qué desayunamos el día anterior… porque ¿quién se acuerda de eso?

Hay varias teorías que explican este fenómeno y una de las más citadas tiene que ver con la función que cumpliría nuestra corteza prefrontal media en nuestro cerebro: es una especie de sección en donde almacenamos melodías, ritmos y letras de canciones (sobre todo de las que nos gustan, pero también algunas como el osito gominola). Y eso nos lleva a otra incógnita.

¿Por qué las canciones que nos gustan cuando somos adolescentes se quedan en nuestro corazón –o corteza prefrontal media- para la posteridad?

Una fase que no podemos dejar atrás

Catherine Loveday, profesora de Neurociencia Cognitiva en la Universidad de Westminster, dio a conocer dos razones por la que esto nos pasa, en una entrevista para la BBC.

La primera tiene que ver con la carga emocional que significa para nosotros atravesar por la adolescencia y entrar a la adultez. Hacemos muchas cosas importantes por primera vez en nuestra vida, nos cuestionamos quiénes somos, tomamos decisiones que podrían marcar nuestro futuro (como elegir una carrera) y hasta conocemos gente que deja una huella para siempre, como nuestro primer amor.

En ese contexto, la experta plantea que todos esos actos hacen que recordemos con nostalgia esa época, lo que termina logrando que nunca nos olvidemos de las canciones que escuchábamos en ese entonces. Al final, las mismas canciones definen quiénes éramos.

La segunda razón está ligada a la capacidad de la música de regular nuestras emociones. En una investigación realizada por la profesora, se le pidió a un grupo de personas que eligiera una serie de canciones que les gustaban. ¿El resultado? Muchas que provenían de sus épocas adolescentes y, más encima, que les recordaban momentos de sensaciones intensas, como una gran alegría o una terrible pena.

Además, varias de ellas fueron seleccionadas pensando en una persona en particular, como un papá o una mamá. Algo que habla de cómo la música tiene una facultad intrínseca de abrir ventanas emocionales y llevarnos al pasado.

Algo que también podría estar relacionado con lo emocional que es atravesar por la adolescencia en sí. Durante esta época experimentamos una serie de cambios de estado de ánimo que quizás antes no habíamos vivido con tanta intensidad (muchas gracias, hipotálamo). Lo que implica que esa fase sea muy, muy intensa en varios sentidos.

¡Es adictivo!

Está bien, nos gusta una canción del pasado, ¿y qué tanto? No significa que tengamos que estar enamorados de ella para siempre. Pero bueno, quizás sí. Cuando escuchamos una canción que nos gusta liberamos dopamina, oxitocina y serotonina, entre otros neuroquímicos cerebrales que nos hacen sentir bien.

En el libro This is your brain on music (Así funciona tu cerebro cuando escucha música) se explica que este vínculo que sentimos con la música de nuestra adolescencia se debe, en parte, a que en esa etapa empezamos a descubrir la música que nos gusta.

Esto también funciona como una especie de auto reconocimiento, ya que estas melodías suelen responder a un sentido de pertenencia a un grupo social. Algo así como una medallita que nos sirve para identificarnos. Por ejemplo, si a nuestros amigos de ese entonces les gustaba el rock o el reggaetón, es probable que nos hayamos inclinado por escuchar ese ritmo también.

Además, existe otro factor llamado la teoría del salto de la reminiscencia. En pocas palabras, significa que tenemos una especie de guion sobre nuestras vidas que está precondicionado para que cuando miremos al pasado, recordemos aquellos hechos que tengan dos cosas en común: que sean felices y estén situados cerca de nuestros veintitantos. ¿Por qué?

Básicamente, porque es entre los 12 y los 22 años que formamos nuestra identidad (sí, coincide con lo que han planteado otros expertos anteriormente). Eso significa que nuestra memoria estará constantemente revisando los acontecimientos de ese período, lo que en parte explica que la música de ese entonces nos siga pareciendo atractiva aún cuando somos viejos.

Así que al final todo se resume a que nuestra adolescencia y entrada a la adultez es una de las etapas más importantes de nuestra vida. Define en parte nuestra identidad, gustos y preferencias y a la larga es algo que difícilmente podremos olvidar. Como aquellos hits que siguen en nuestras cabezas.

¿Cuáles son las canciones de tu adolescencia que jamás olvidarás?