*Esta nota fue originalmente publicada en 2017.
Si hay algo que nos enseñó Canal 13 durante todo este tiempo, es que no hay nadie más conciliador que Marge Simpson. La mamá de este hogar pareciera ser algo así como el aglutinador que los mantiene a todos juntos y pareciera que esa característica no es solo de ella. Especialmente cuando se trata de mantener unida a la gente que está peleando entre sí.
Y una investigación hecha por el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), organización internacional e independiente entre cuyos miembros se encuentra Angelina Jolie (teníamos que meter ese dato rosa), analizó este fenómeno y sus conclusiones son increíbles.
Quizás la más sorprendente es que cuando hay presencia de mujeres en las mesas de negociaciones para los conflictos bélicos, existe un 35% más de probabilidades de que el acuerdo dure por lo menos 15 años.
Así también, la inclusión de organizaciones lideradas por mujeres en estas conversaciones implican que hay 64% menos probabilidades que los acuerdos finales fallen (es decir, que alguien se eche para atrás o que todo se vaya a las pailas).
Lo que hizo la investigación fue analizar una serie de negociaciones en medio de conflictos bélicos desde la década de los ’90. Por ejemplo, se consideraron 20 casos entre los que se encuentran el de El Salvador (1992), Guatemala (1996), Afganistán (2001), Uganda (2008), Filipinas (2007), Colombia (2016), etc.
Desde ahí se determinó el nivel de presencia femenina en dichas conversaciones y el resultado final que salió del proceso. Es decir, si se logró o no llegar a un acuerdo de paz y si ha logrado perdurar en el tiempo.
Es importante tener en cuenta esto, para entender el alcance de los resultados.
Dentro de las principales conclusiones del estudio que explican por qué la presencia femenina en las mesas de negociación incide en una paz más duradera, están las siguientes:
- Las mujeres generalmente tienen un acercamiento más colaborativo cuando se trata de fomentar la paz.
- Son capaces de organizarse más allá de las divisiones culturales y sectarias, como lo que ocurrió en Afganistán e Irlanda del Norte (dejaron atrás sus diferencias religiosas/sociales para avanzar hacia un acuerdo). Esto es un punto muy importante que explicaría por qué los acuerdos de paz que alcanzan perduran más en el tiempo.
- Tradicionalmente las mujeres tienen roles y responsabilidades distintas a las de los hombres, especialmente en aquellas sociedades en donde hay una mayor brecha de género. “Tienen acceso a diferentes redes de información y de la comunidad. Es más probable que planteen prioridades como reformas políticas y legales, la recuperación económica, la justicia de transición; cuestiones que hacen que los acuerdos sean más duraderos”, explica Jamille Bigio, investigadora en el programa de Mujeres y Política Exterior del CFR.
También se plantea que estos temas no son los más prioritarios cuando son solo hombres en las mesas de conversación. En estos casos, el foco suele ser la acción militar, la división territorial y los acuerdos de división de poderes. Aspectos que, si bien pueden solucionar un conflicto, no dan garantías de que dicho acuerdo pueda mantenerse en el tiempo debido a la falta de estabilidad social.
Más de cinco décadas estuvieron en guerra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Estado de dicho país. Murieron más de 260 mil personas y otras siete millones tuvieron que desplazarse desde dónde vivían durante ese período. Son cifras desoladoras, pero que en teoría ya llegaron a su fin.
Sí, todo el proceso de negociación que hubo, tiene muchos matices destacables, sobre todo cuando se trata de la presencia femenina.
El 33% de quienes negociaron en este proceso fueron mujeres. Sin embargo, solo el 2% de quienes firmaron el acuerdo corresponden a este género.
Eso sí, en la investigación destacan que el 20% de los equipos de negociación gubernamental estaban compuestos por mujeres, mientras que la cifra alcanza el 40% en el caso de los miembros de las negociaciones finales por parte de las FARC.
Según el estudio, ellas tuvieron un rol esencial para alcanzar un acuerdo. Fueron clave a la hora de construir coaliciones de negociación, convocar el apoyo de la opinión pública, reparar las relaciones de las comunidades y sentar las bases para crear un ambiente de paz.
También se les atribuye el haber mejorado los índices de seguridad en las comunidades en zonas más peligrosas. Esto, principalmente a través de la persuasión: convencían a los grupos armados de ponerle un cese al fuego en aquellos lugares, además de retirar sus barricadas, liberar reos y negociar una salida al problema.
En 2007 Kenia tuvo una elección presidencial muy agitada. Terminó ganando Mwai Kibaki, quien era presidente desde el 2002. Fue un proceso muy polémico, porque se acusó de manipulación electoral, porque los candidatos representaban divisiones raciales y religiosas; y porque se dieron en un país que ya estaba experimentando una serie de protestas y manifestaciones sociales.
Así, el país se sumió en un espiral de violencia que enfrentó a dos grandes bandos: el gobierno de Kenia y la oposición política.
Tres semanas después del brote de violencia tras las elecciones, se empezó a trabajar en un proceso de pacificación y acuerdos. La mediación concluyó con un acuerdo de principios de amistad celebrado en 2008 entre el gobierno y la oposición, lo que condujo a un cambio en el sistema de poder, la creación de un gobierno de transición y una reforma constitucional. ¿Qué papel jugaron las mujeres acá?
Uno muy importante. Fueron el 25% de los negociadores y el 33% de los mediadores. Lamentablemente, ninguna mujer estuvo dentro de las firmas del acuerdo, pero eso es un pelo de la cola comparado con lo que sí lograron hacer.
Entre otras cosas, se les destaca el haber conseguido el apoyo público para las negociaciones, haber elaborado un trabajo de lobby con organizaciones internacionales para enfrentar la crisis humanitaria que se vivía, además de haber enfrentado los problemas ligados a las brechas de género (especialmente cuando se trata de violencia sexual, la que principalmente afecta a mujeres).
También fueron clave a la hora de contribuir a la implementación del acuerdo, ejerciendo un alto grado de influencia en las comisiones establecidas para alcanzar la paz. Uno de los ejemplos más icónicos es el de Graça Machel, quien fue una de los tres mediadores (los otros fueron el presidente de Mozambique y el entonces jefe de la ONU).
Ya llevan diez años de paz. Aunque claro, los conflictos raciales y religiosos persisten, pero jamás al nivel de violencia alcanzado en 2007.