La vida se ha encargado de hacernos sentir que las personas madrugadoras son mejores, después de todo, es más probable verlas en los comerciales de la TV. Ahí suelen estar quienes se levantan a trotar a las seis de la mañana o los que están arriba de su mat de yoga a las 7 am.
Mientras tanto, los que son más nocturnos se enfrentan regularmente con dolor al flagelo del despertador en la mañana (aunque sean las 8 o las 9 am). Por eso mismo, no es raro escuchar a alguien así hablando de cómo está intentando modificar sus hábitos del sueño para “cambiarse” al grupo de los mañaneros.
La buena (o mala) noticia es que quizás eso no sea necesario hacerlo. ¿La razón? Esto podría ser un fenómeno biológico casi más fuerte que nosotros. Chan, chan.
Todo este tema proviene de nuestros ritmos circadianos: algo así como nuestro reloj biológico. Están presentes en la mayoría de los seres vivos y corresponden a los cambios físicos y mentales que experimentamos a través del día en formatos de ciclos.
Por ejemplo, dormir de día y estar despierto de noche tiene que ver con eso, ya que detrás de esto hay una serie de procesos químicos y físicos que nos hacen tener determinadas conductas. En la noche liberamos más dopamina para poder dormir, mientras que en la mañana detenemos la liberación de melatonina para despertar, entre otras cosas.
Aunque no siempre funciona de la misma manera para todo el mundo. Es por eso que se inventaron dos cronotipos al respecto. Están las alondras, pájaros que se ponen a cantar apenas sale un rayo de luz en la mañana, mientras que en la otra vereda están los búhos, aves nocturnas.
Así, si eres bueno para levantarte temprano y con energía, correspondes a una alondra, mientras que si no, eres un búho. Ahora, no se trata de que estos últimos sean flojos, sino que tienen un horario “distinto”. Se pueden pasar la noche entera trabajando, pero a la hora de despertarse temprano, todo se viene abajo.
En cambio, quienes encajan con el cronotipo de alondra, son felices levantándose antes que aparezca el sol, aprovechan al máximo la mañana y ya al llegar la noche tienen que estar acostados, listos para dormir. Trasnochar es su sufrimiento.
Está claro que la mayoría va a preferir ser una alondra. Cómo no, si la evidencia plantea que son más persistentes, apuntan a metas más ambiciosas, planean mejor su futuro y, en general, poseen una mayor sensación de bienestar. Pero una investigación hecha por la Universidad de Varsovia, en Polonia, sugiere que quizás no sea la mejor idea del mundo tratar de cambiarse al otro cronotipo circadiano.
El estudio analizó a 117 alumnos de pregrado en cuatro ocasiones distintas después de intervalos de tres semanas. Cada uno de ellos tuvo que hacer un registro de sus hábitos del sueño (como a qué hora se durmieron y a qué hora se despertaron). ¿Qué pasó con los búhos nocturnos que trataron de convertirse en una madrugadora alondra?
No mucho. Una de las principales conclusiones del estudio es que modificar el cronotipo de una persona no implica necesariamente que cambie cómo se siente al respecto. Es decir, si te duele madrugar, es probable que siempre vayas a sufrir con el tema, incluso si intentas acostumbrarte (aunque es necesario investigar más al respecto para confirmar esa aseveración, ya que esto es solo una correlación).
Como sea, los que lo intentaron, no sintieron que ser una persona mañanera les haya mejorado su estado de ánimo o sus niveles de satisfacción con la vida que llevan. Así que quizás no vale la pena tanto esfuerzo después de todo.
Eres un búho hecho y derecho. ¿Deberías resignarte a una vida de dolor y sufrimiento? Pues no. Todo en la vida tiene su lado bueno y su lado malo y la gente más noctura parece tener una que otra ventaja.
Una investigación del 2011 analizó el desempeño a nivel cognitivo y académico de las personas según su cronotipo. ¿El resultado? Los búhos tendieron a tener un mejor indicador en términos de memoria, mayor velocidad para procesar las cosas y un mejor balance cognitivo.
Otro estudio de 2011 observó algo similar en un grupo de adolescentes y, entre otras cosas, arrojó que quienes tenían hábitos nocturnos solían estar más dispuestos innovar y emprender aventuras.
Así que la próxima vez que sientas que estás sufriendo por tener que despertarte temprano, inhala profundo, exhala y piensa con orgullo que eres ese 25% de la población que se considera un búho nocturno (se estima que el 50% de la población en Estados Unidos se ubica entre madrugadores y nocturnos, mientras que el otro 25% corresponde exclusivamente a los mañaneros).
De todos modos, nadie está determinado por su ciclo de manera absoluta. ¿Eres un búho y no podrás ser persistente ni apuntar a metas ambiciosas? Por ningún motivo. Solo te decimos que no te frustres si no te resulta trotar todas las mañanas a las 5am, luego leer el diario y de ahí partir a la oficina. Tu propio estilo (sin flojera por supuesto), también es valioso.
Hace tiempo que escribimos una nota sobre de la tortura de levantarse temprano y es por eso que queremos recordarte algunas técnicas alcanzables por si te cuesta levantarte:
1. Ahora o nunca: ya sabemos que el posponer es un engaño. Por eso, si pones el despertador a la hora justa y prudente para levantarse, tu cabeza se mentalizará que tiene una única opción. Vida o muerte. Hay que arriesgarse y así no habrá espacio para cálculos de tiempo ni postergaciones de alarmas. Tu subconsciente debe SABER que sólo tienes una oportunidad. Eso, además, te permitirá poner la alarma más tarde y tener un sueño de calidad más prolongado.
2. Sin meditaciones: apenas suene la alarma, prende la luz y levántate. No le des ningún permiso a tu cabeza para que se permita unos 5 minutos más. No la dejes "razonar". Debe ser un reflejo. La molestia y cansancio de levantarse va a durar literalmente lo que demoras en caminar hacia la ducha. Vale la pena.
3. No trasnochar: al final lo más importante acostarse a una hora prudente. Si no duermes lo suficiente, no hay nada que te ayude a levantarte de forma más fácil. Asumámoslo, el cuerpo necesita ciertas horas mínimas de descanso. Así que basta ya de quedarse pegado revisando Facebook o viendo Netflix hasta la madrugada. Hay que ir ajustando los horarios de acostada a los ciclos de sueño, para que la alarma no te pille en la fase profunda de sueño.