Si ha visitado la capital peruana, seguramente alguna vez se ha sobresaltado por los bocinazos de taxistas que buscan pasajeros. ¡Imagínese que en vez de hacer cambio de luces, cada taxista toca la bocina para llamar su atención! Esto ha generado que en el centro de Lima los decibeles excedan por mucho los límites tolerables. Es por esto que la municipalidad de la ciudad lanzó la campaña “Lima contra el ruido”, lo que finalmente derivó en la aplicación de multas para los automovilistas que usen la bocina innecesariamente.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), establece que los límites tolerables de decibeles (dB) son 55 en horario nocturno y 65 en horario diurno. Antes de que se pusiera en marcha la campaña, en el centro histórico de Lima se registraban 85 dB por el tráfico de vehículos y 114 dB por las bocinas, lo que motivó a establecer la multa de 148 soles, lo que equivale a 26.000 pesos chilenos, por el mal uso de la bocina.
Desde el 27 de agosto comenzó la fiscalización a los conductores que hagan uso de su bocina indiscriminadamente. En una mañana, solamente en una esquina, se cursaron 15 infracciones de este tipo. Lo positivo es que los decibeles bajaron inmediatamente hasta 80, una mejoría en apariencia pequeña, pero significativa considerando que la iniciativa llevaba sólo un día y que la escala de los decibeles es logarítmica (es decir, 90 dfecibeles es diez veces más ruidoso que 80 dB, cien veces más ruidoso que 70 dB y mil veces más ruidoso que 60 dB).
La fiscalización abarca las esquinas más ruidosas de Lima y está a cargo de inspectores municipales y de la policía de tránsito, quienes deben detectar a los infractores. También habrá multas para los locales, como bares y restaurantes, que generen más ruidos elevados. La campaña seguirá hasta diciembre y más que castigar a los infractores, busca crear conciencia respecto al uso de la bocina.
Pese a que en nuestro país los taxistas en general no llaman a los potenciales pasajeros con la bocina, los tacos sí generan ira en los conductores, quienes se descargan haciendo todo el ruido posible, lo que causa estragos en las vidas de miles de personas, como pudimos apreciar en una sorprendente infografía (link) que desarrollamos hace algún tiempo.
El artículo 78 de la Ley de Tránsito, prohíbe el uso de aparatos sonoros en zonas urbanas salvo cuando se busca evitar un accidente. Sin embargo la nula fiscalización deja sin castigo a los adictos a la bocina. De todas maneras, carabineros puede multar cuando lo considere adecuado. El parte cuesta alrededor de 20 mil pesos.
En Santiago, según un Mapa del Ruido realizado por el Ministerio del Medio Ambiente, prácticamente todas las avenidas de la ciudad superan con creces los 80 dB, al punto que casi un 15% de la población de Santiago vive en zonas en que se supera la norma de la OMS, siendo las esquinas más ruidosas Américo Vespucio con Autopista del Sol, Alameda con General Velásquez y Apoquindo con Vespucio.
Pese a que la contaminación acústica en Santiago es algo menor que la de Lima, su nivel aún es inaceptablemente alto. Para corregirlo, es de suponer que una fiscalización intensa -similar a la aplicada con el plan "Cero Alcohol"-, en los puntos en donde se genera más afluencia de tráfico, permitiría concientizar a las automovilistas sobre el tema y ayudar a bajar un poco el ruido que está afectando los oídos y nervios de muchos capitalinos.