Actualmente, la energía solar está en un ascenso que parece no tener fin. Cada vez son más los países y compañías que apuestan por los paneles, que ya no son una visión extraña en nuestro día a día. En 2016, la capacidad energética solar mundial se incrementó en un 50%.
La reducción en los precios y el aumento de su eficiencia explican este boom. El costo por watt está en un bajo histórico, y proyecciones señalan que continuará una tendencia a la baja de 4,4% anual, y no solo en países desarrollados sino en todo el mundo.
Lo único que parece evitar que el ascenso de la energía solar sea meteórico son sus lógicas debilidades: la noche y las nubes. Actualmente existen algunas ideas que apuntan a solucionar parcialmente estas dificultades: les hemos hablado anteriormente de globos solares que reciben luz directamente sobre las nubes y paneles flotantes que aprovecha la naturaleza reflectante del agua.
Hoy, les queremos hablar de otra tecnología que podía aplicarse a los paneles terrestres y que permitiría, a la par de cosechar la energía solar, obtener también ganancias de la otra cara de la moneda: la lluvia.
En buena parte del mundo la energía solar es una idea bonita durante una temporada, pero un gasto absurdo en otra. Por algo Atacama genera el 42% de este tipo de energía en el país, mientras que en el sur brillan por su ausencia.
¿Y si hubiera un tipo de panel capaz de sacar lo mejor de una temporada de sol y una de lluvia?
La solución la tienen los mini generadores triboeléctricos (TENGs, por sus siglas en inglés), tecnología que permite extraer energía del roce entre dos materiales. Desde hace algunos años se han probado estos mini generadores en conceptos bien interesantes, por ejemplo, en un sistema de carga para dispositivos móviles que se alimenta de tu mismo movimiento o en un método que extrae energía del roce de los neumáticos sobre el pavimento.
Recientemente, investigadores de la universidad de Soochow en China, adaptaron esta tecnología a un panel solar, al añadir sobre él dos capas texturizadas de polímeros transparentes. La lluvia, que en este caso fue simulada dentro de un laboratorio, provoca roce entre estos dos polímeros y esto genera una carga eléctrica adicional sin bloquear la generación solar (ya que las capas son transparentes).
Si bien la cantidad generada por el roce no es suficiente para pensar en una aplicación comercial a corto plazo, el estudio es un salto importante en el campo de los mini generadores triboeléctricos.
"Debido a nuestro diseño de dispositivo único, se convierte en un dispositivo liviano", dijo Baoquan Sun, uno de los investigadores (ojo el apellido). "En el futuro, estamos explorando la integración de estos en dispositivos móviles y flexibles, como la ropa electrónica. Sin embargo, la eficiencia de la potencia de salida necesita mejorarse aún más antes de la aplicación práctica". Los investigadores esperan desarrollar un prototipo de producto con esta tecnología integrada en 3 a 5 años.
El campo de los TENGs, que recién surgió en 2012, sigue progresando principalmente en universidades chinas. En 2015, investigadores del mismo país publicaron una prueba de concepto de un sistema tri-generador: un panel capaz de generar energía solar, eólica y de la lluvia. El concepto utilizaba la fuerza del viento y la lluvia para generar fricción.
Por ahora nos queda esperar nuevos acontecimientos, y puede que en años más ya no nos sorprenda cargar nuestros celulares con energía que viene de “granjas solares-pluviales”. Al parecer el enemigo número uno de la estrella de las energías renovables se podría convertir en su mejor aliado.