A los 27 años la publicista colombiana Natalia Espitia era una mujer insegura… tanto que su jefe un día le preguntó por qué le daba miedo hasta entregarle un informe. Él le aconsejó que aprendiera a andar en bicicleta.
Sí, Natalia estaba consciente de que era una mujer llena de temores. “Sentía miedo de que la gente en la calle se me acercara, me vestía como yo no quería, vivía amedrentada, sin confianza en mí ni en los demás”, cuenta. Pero, ¿qué tenía que ver eso con aprender a andar en bicicleta?
La inseguridad de Natalia venía de un intento de abuso sexual que vivió en una calle de la ciudad de Buenos Aires. Pero ella no le contó a nadie lo que le había pasado y se guardó el secreto.
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Le hizo caso a su jefe y fue con su mamá a una escuela gratuita para aprender a andar en bicicleta. “Las dos estábamos en las mismas. Era un ejercicio de conectar la mente con el cuerpo, de pensar que no te vas a caer. En definitiva, pedalear sin ayuda era un acto simple y grande de seguridad, como si te tomaras una pastilla que produce confianza”, dice.
De a poco se fue atreviendo a andar por las calles. “Lentamente fui sumando cuadras. Me desafié. En la medida que me fui apropiando de la ciudad a bordo de la bici, mi forma de ser fue otra”, relata. Así fue dejando atrás a la mujer temerosa.
Su jefe sin saberlo la había ayudado a cambiar. Además Natalia se dio cuenta de que no estaba sola y que lo que había ocurrido en Buenos Aires, lamentablemente le ocurre a muchas otras mujeres, incluso niñas.
La bicicleta había sido una gran herramienta para Natalia y por eso quería que más mujeres pudieran experimentar el cambio que ella misma experimentó.
Tenía la inquietud de llevar a cabo un proyecto social, así que se le ocurrió hacer algo por la niñez, ya que veía que había iniciativas preocupadas por las mujeres, pero casi nadie estaba haciendo algo por las niñas más chicas.
Fue así como en 2016 nació Niñas Sin Miedo, una fundación que tiene como objetivo prevenir el embarazo adolescente y la violencia de género.
Llevan dos años interviniendo en Soacha, un municipio de Colombia que ocupa el primer lugar del departamento de Cundinamarca por denuncias de violencia sexual. “La mayoría de esta población ha sido víctima del conflicto armado en Colombia, cerca del 50% de las personas han venido del conflicto”, cuenta Natalia a El Definido.
La fundación trabaja con niñas de entre 7 a 16 años. Hoy a las 35 niñas que están participando en esta iniciativa, les están enseñando a andar en bicicleta y a conocer cuáles son sus derechos. Con las más pequeñas trabajan en talleres para la prevención de violencia sexual y con las más grandes en la prevención de embarazos no deseados.
Niñas Sin Miedo |
El foco está en ellas, porque “en Colombia, de cada diez víctimas de violencia sexual, siete son niñas. Por eso es necesario pasar de un rol de vulnerabilidad a un rol de liderazgo”, asegura Natalia.
Son niñas que viven en una condición de vulnerabilidad, tienen poco acceso a salud, no hay un hospital cerca, cerca del 97% de las vías no están pavimentadas, muchos de los colegios están en condiciones de hacinamiento y en su tiempo libre son más propensas a caer en la droga, en la pandilla o a quedar embarazadas, porque no tienen un proyecto de vida, nos explica.
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Además, la fundadora de Niñas Sin Miedo, cuenta que en sus familias el machismo está muy presente, que pegarle a un niño es algo que está muy normalizado y que han podido darse cuenta de que muchas de las niñas con las que trabajan no tienen claros los límites del consentimiento (del acercamiento físico).
Con las bicicletas están trabajando en actividades y juegos como el polo en bici o bicipolo, a través del cual aprenden valores, derechos y adquieren habilidades y actitudes.
Antes, muchas de las menores no se atrevían a salir a la calle en bicicleta por miedo a que les pudiera pasar algo, cuenta Natalia. Pero gracias a las sesiones en las que les enseñan a aumentar su sensación de seguridad y a creerse el cuento de que ellas son agentes de cambio, hoy muchas transitan sin problemas por su barrio.
Según Niñas Sin Miedo, la bicicleta promueve su liderazgo y trabajo en equipo, les permite tomar el control sobre sus propias vidas. Además, desarrolla habilidades para la vida, mejora la salud integral y el bienestar de las niñas a partir de oportunidades deportivas y actividades de esparcimiento e impulsa el pensamiento crítico la autonomía y la empatía, fomentando la paz y la convivencia.
“Ya pueden identificar cuáles son los límites de cuando una persona se acerca físicamente a ellas (les enseñaron con los colores del semáforo), también se ha generado un pensamiento crítico frente a los roles de género, por ejemplo, a muchas no las dejan jugar fútbol en el colegio, pero una de ellas decidió hacer su propio equipo femenino. Esos son los pequeños cambios que nosotros creemos que son mucho más poderosos a largo plazo”, nos cuenta.
Natalia explica que lo que como fundación están haciendo, es un trabajo lento y que probablemente los resultados que ellas esperan se vean en mucho tiempo más, sin embargo, cuenta que hay pequeños avances que ya son notorios.
Para muchos niños salir a andar en bicicleta por el barrio es sinónimo de diversión. Y aunque para estas niñas igual lo es, también es una herramienta que les permite atreverse a perder el miedo y a sentirse mucho más seguras. Pero, ¿ por qué empoderarlas?
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Está comprobado que las niñas empoderadas pueden romper el ciclo intergeneracional de la pobreza y la violencia. De ahí viene la importancia de este tipo de intervenciones:
● Las niñas empoderadas se traducen en familias más sanas.
● Según la UNESCO 2,1 millones de niños menores de cinco años se salvaron entre 1990 y 2009 debido a las mejoras en la educación de las niñas.
● Según ONU Mujeres, las empresas se benefician al aumentar las oportunidades en cargos de liderazgo para las mujeres.
● Si se les entrega un apoyo eficaz durante sus años de adolescencia, ellas tienen el potencial para transformar el mundo. Si son adolescentes empoderadas hoy, podrán ser trabajadoras, madres, empresarias, mentoras, jefes de familia y líderes políticas de mañana.
● Empoderarlas y luchar por el respeto de sus derechos, contribuye a que los países reduzcan sus tasas de mortalidad maternal e infantil y a que aumente su participación en el sector laboral, lo que mejora la economía de los países.
Niñas Sin miedo |
Iniciativas como Niñas Sin Miedo, tienen el potencial de influir en toda una generación y de cambiar el destino de cientos de niñas que, sin darse cuenta, son vulneradas en sus derechos. A veces las herramientas necesarias para esos cambios pueden ser tan simples pero potentes, como una bicicleta combinada con talleres.