El jueves 26 de marzo de 2015, los habitantes de la ciudad de Saná, capital de Yemen, fueron abruptamente sorprendidos con los bombardeos de la aviación de la Real Fuerza Área Saudí. Era el comienzo de la intervención militar liderada por los sauditas en tierras yemeníes, considerado el país más pobre de Medio Oriente.
El objetivo de la acción militar era, y sigue siendo, detener a los rebeles hutíes, supuestamente apoyados por Irán, los cuales se habían tomado el control de la capital del país, obligando a huir al presidente constitucional Abd Rabbuh Mansur al-Hadi. Actualmente los insurgentes siguen controlando la capital y Yemen se encuentra en los escombros.
Pero, ¿cómo comenzó este conflicto?, ¿cuáles son los bandos enfrentados?, ¿cuánto han afectado los enfrentamientos a la población civil?, ¿cómo ha reaccionado la comunidad internacional? A continuación, intentaremos responder estas y otras preguntas sobre una de las guerras más graves y desconocidas (por nosotros) de la actualidad.
Yemen es un país bicontinental situado en Oriente Próximo y en África. Su parte asiática está situada al sur de la península de Arabia, rodeada por el mar Arábigo, el golfo de Adén y el mar Rojo, en Asia. |
La guerra tienes sus raíces en un levantamiento popular de la ciudadanía en Yemen como parte de la Primavera Árabe de 2011, la cual forzó la salida del poder del presidente Ali Abdullah Saleh,quien le entregó el poder al, entonces, vicepresidente Hadi. Transición política que debía ser pacifica, pero que fracasó y llevó al país a una amarga lucha de poder.
Esto porque en 2014 Saleh, quien había gobernado el país por más de tres décadas, se alió con los hutíes, grupo guerrillero yemení y seguidores de una rama del islam chií denominada zaidismo, contra quienes había combatido en el pasado, con el objetivo de expulsar de Saná a Hadi. Tras capturar la ciudad, continuaron avanzando hacia el puerto principal del país, Adén.
A la izquierda el expresidente yemení Ali Abdullah Saleh y a la derecha el actual mandatario Abd Rabbuh Mansur al-Hadi. Ambos figuras centrales en la lucha de poder en Yemen.
Como respuesta, en marzo de 2015 Arabia Saudita lanzó una campaña militar área para restaurar al gobierno de Hadi y detener el avance de los rebeldes chiitas, a los cuales los sauditas acusan de estar apoyados militarmente por Irán, su rival regional más importante en Medio Oriente, y a quienes considera que están buscando expandir su influencia política en la zona.
Este esfuerzo bélico se volvió global en la medida en que se sumaron a la intervención saudita las fuerzas militares y/o áreas de Emiratos Árabes Unidos (EAU), Qatar, Kuwait, Baréin, Egipto, Sudán, Senegal, Marruecos y Jordania. Coalición que cuenta con el apoyo logístico y de inteligencia de Estados Unidos y Reino Unido.
Los hutíes toman su nombre de Hussein Badr al Din al Huti, quien lideró el primer alzamiento del grupo en 2004, con el objetivo de obtener mayor autonomía para la provincia de Sadá, la cual consideran como suya, y proteger la religión zaidista de lo que perciben como despojo a manos del gobierno controlado por sunitas. |
Tras 36 meses de conflicto, Yemen se encuentra completamente quebrada. Su situación se asemeja a la de Siria, donde diferentes bandos combaten en el país con alianzas cambiantes y enemigos confusos, profundizando aún más el conflicto.
Un informe del Consejo de Seguridad de la ONU concluyó que Yemen, como Estado, está prácticamente en el suelo. En su lugar existen diferentes pequeños estados que luchan entre sí y que no tienen el apoyo político o el poder militar suficiente para derrotar a sus enemigos y unificar el país.
Desde 2015 hasta la fecha, los hutíes han perdido la mayoría del territorio que controlaban, correspondiente 30% de la población. Las fuerzas progubernamentales tienen el 85%. Pero la realidad es que Yemen se encuentra bajo el control directo de diferentes fuerzas locales, principalmente apoyadas y entrenadas por EAU. En verde los territorios controlados por los rebeldes, en rojo los controlados por el gobierno y en blanco la parte bajo control de Al Qaeda. |
Y es que en los últimos meses los diferentes bandos involucrados en el conflicto se han resquebrajando: en diciembre de 2017 la alianza entre las fuerzas leales a Saleh y los hutíes se quebró y el expresidente yemení fue asesinado a manos de los rebeldes, tras haber buscado un acuerdo con Arabia Saudita. Este acto fue considerado como una traición. Mientras que en enero de este año, las fuerzas separatistas del sur, antigua aliada del gobierno, atacaron a las fuerzas leales de Hadi y tomaron el control de Adén.
Además, la situación de caos y desgobierno de Yemen, ha sido aprovechada por los militantes yihadistas de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) y la rama del Estado Islámico en Yemen, quienes han tomado el control de importantes áreas del sur y han continuado sus ataques al rededor del país.
Como suele suceder, la principal perjudicada por toda esta violencia es la población civil del país. A la fecha, son unos 15 mil los muertos y heridos que ha dejado el conflicto. Al mismo tiempo que se va agravando la crisis humanitaria, que es considerada la más grave del mundo.
En la actualidad, el 80% de los 27 millones de habitantes de Yemen, necesita ayuda internacional para subsistir. A esto se le suman las epidemias de cólera y difteria, las que avanzan a pasos agigantados, colapsando el ya moribundo sistema sanitario del país.
Y este devastador escenario se podría agravar aún más. En diciembre del año pasado, la ONU advirtió que son más de 8 millones los yemeníes que podrían morir de inanición si no llega asistencia urgente al país, existiendo una amenaza de hambruna generalizada que podría ocurrir en pocos meses.
Pese a las numerosas denuncias de graves violaciones al derecho internacional por parte de todos los bandos involucrados en el conflicto, son muchos los países que aún le venden y entregan armas a Arabia Saudita y a los demás miembros de la coalición. Armas que, según denuncia Amnistía internacional, han sido utilizadas de manera sistemática en la lesión y asesinato de civiles inocentes, como también en la destrucción de los medios de subsistencia de la población. Incluso este armamento ha caído en manos de las fuerzas rebeldes y de otros grupos.
Pese a que varios países europeos han suspendido la venta de armas a Arabia y EAU, Estados Unidos y el Reino Unido continúan proveyendo enormes cantidades de equipamiento militar avanzado a los ejércitos de la coalición. Esto, pese a ser firmantes del Tratado sobre el Comercio de Armas, el cual prohíbe las transferencias de armamento si existe un alto riesgo de que sean utilizadas para cometer violaciones graves del derecho internacional, tales como el ataque a civiles y sus medios de subsistencia.
Este obscuro panorama es al que tendrá que hacer frente el nuevo enviado especial de la ONU, el diplomático británico Martin Griffiths, ex director ejecutivo del Instituto Europeo de la Paz, la última esperanza de la comunidad internacional para alcanzar un acuerdo político que solucione el conflicto, tras fracasos anteriores en esta índole.
A la fecha, el esfuerzo bélico le ha costado al Estado saudita unos 100 mil millones de dólares (más de 60 billones de pesos chilenos), sin conseguir sus objetivos propuestos de eliminar la influencia iraní en Yemen, al mismo tiempo que ha hecho gran mella en su imagen internacional.
Elevadísimo costo que tarde o temprano forzará a las autoridades sauditas, encabezadas por el príncipe Bin Salman, a reconsiderar su estrategia en aquel país y buscar una solución política y diplomática al conflicto, el cual no tiene ganadores, sino que millones de perdedores en el pueblo yemení.
- Campaña Oxfam Intermon de recolección de firmas contra la venta de armas a Arabia Saudita y sus aliados en guerra. Puedes firmar haciendo click aquí.
- Campaña Save the Children para entregar ayuda humanitaria a los afectados por el conflicto en Yemen. Puedes conocer más haciendo clic aquí.