“Nada se pierde, todo se transforma”, dice una canción de Jorge Drexler. En la naturaleza es así, los procesos biológicos hacen que todo se reutilice y sea parte de un nuevo ciclo. Pero a los seres humanos todavía nos cuesta aplicar esa filosofía. Según un informe del Banco Mundial citado por la BBC, los desechos generados en el planeta en 2016, alcanzaron los 2.010 millones de toneladas, y se pronostica que la cifra aumentará hasta llegar a los 3.400 millones de toneladas en el año 2050. Tristemente, según este informe, Chile es el segundo país de América Latina que más desechos genera.
Los fundadores del emprendimiento chileno Food For the Future (F4F) la tienen clara, pues saben que con nuestro modelo productivo actual, deberemos aumentar un 70% la producción de alimentos mundial para cubrir las necesidades alimenticias de los 9.000 millones de personas que habitarán el planeta para el año 2050, según reza su página web.
Para ellos, la única forma de llegar a la meta es dejar de desechar indiscriminadamente toneladas de alimentos, que es lo que se hace ahora, y comenzar a reutilizarlos de manera eficiente y sustentable, sumándonos a la tendencia de la economía circular. ¿Qué es lo que hacen específicamente?
No, no nosotros, sino los animales que nos comemos, como los peces. ¿Es sustentable seguir produciendo harina de pescado o soya para alimentación de estos animales? Al parecer no, pues generan una serie de impactos negativos en el medioambiente, y los bichos son una gran alternativa. Veamos cómo fue creada esta idea:
“Buscamos reemplazar proteínas convencionales como la harina de pescado y como la soya, que no tienen la capacidad de seguir aumentando su producción a nivel global”, dijo a El Definido Cristián Emhart, gerente general y cofundador de F4F.
“Personalmente trabajé unos años en temas de sustentabilidad y me dediqué a entender y medir la huella ambiental de los diferentes productos, y ahí se ve que la producción animal tiene un gran impacto y, dentro de eso está el alimento para los animales. Entendiendo todo esto a nivel global, como parte de esos trabajos e investigaciones con un colega vimos la opción de reemplazar la proteína convencional por otras fuentes de proteína, específicamente de insectos, como una solución prometedora para mejorar el impacto ambiental”, agregó. ¿Y por qué?
“Por un lado las cuotas de pesca llegaron a su peak el año ’96, por ende no se va a aumentar la producción de harina de pescado y la soya también está asociada a la deforestación, lo que es sumamente cuestionado. Para eso se entiende que la proteína de insecto, de la manera eficiente que se genera, es una excelente alternativa”, nos explicó Emhart. ¿Y qué bicho es el que utilizan?
Lo logran con la ayuda de una mosca llamada “soldado negra” (Hermetia illucens). Se trata de un díptero (un tipo de insecto que posee sólo dos alas membranosas) que está presente en Chile y que en su estado adulto no se alimenta, solo se reproduce, por lo tanto no transmitiría enfermedades. Además, su larva puede ser cosechada entre 7 y 10 días luego de que la mosca pone los huevos. Gracias al contacto con desechos,las larvas tienen un sistema inmunológico muy desarrollado, de modo que sus propiedades antimicrobianas se traspasan al animal que se alimenta de ellas, por ejemplo, el pescado. Así producen finalmente esta proteína de insectos que evita el uso de otros productos menos sustentables como la harina de pescado o la soya. ¿Y por qué es importante que hayan encontrado esta solución?
Mosca soldado negra. F4F. |
Porque la acuicultura (definida por la FAO como el cultivo de especies acuáticas tanto en zonas costeras como de agua dulce) es el tercer mayor sector productivo de nuestro país, según datos de Fundación Chile, facturando más de U$4,5 mil millones (más de 3 billones de pesos chilenos) y empleando a más de 45 mil personas, siendo uno de los sectores con mayor crecimiento en el país en los últimos 30 años. De hecho, este sector a nivel mundial representa ahora el 50% del pescado destinado a la alimentación global. Y por eso es urgente convertirla en una industria sustentable.
Para la propia FAO, los insectos son una excelente solución para el problema que representa la alimentación humana y la gran cantidad de desechos que estamos generando. "Los insectos pueden convertir 2 kilos de alimento en 1 kilo de su masa, mientras que el ganado requiere 8 kilos de alimento para aumentar 1 kilo de peso corporal", indica un informe de la organización. Por esto es que la organización realizó el 2014 una conferencia sobre el tema, llamada Insects to Feed the World. La sede fue Holanda, y ahí fue a donde llegaron Emhart y sus socios, buscando aprender más sobre el tema.
“Ahí ya habíamos definido que queríamos trabajar con un tipo de insecto particular que es la mosca soldado negro, fuimos a la conferencia, establecimos contacto y relaciones con los grandes actores del mundo, que también estaban empezando. Ésta es una industria que a nivel global estaba en pañales básicamente”, nos relató Emhart. “Ahí tuvimos prueba y error, fuimos entendiendo el cultivo, la mosca, sus ciclos biológicos, y fuimos incorporando a otros socios que nos ayudaron por su experiencia o aportando recursos”.
En el 2016, F4F se cambió de un contenedor donde estaban trabajando, a la planta que poseen actualmente en Chinquihue, donde aprovechan los residuos orgánicos obtenidos de las ferias libres de Puerto Montt. ¿Y qué acogida ha tenido el proyecto?
Según Cristián Emhart, el recibimiento por parte de los productores y empresas del sector, ha sido muy bueno. “Estamos abordando dos desafíos, por un lado los miles de millones de desechos orgánicos que se generan a nivel global y por otro lado la generación de nuevas fuentes de proteínas, entonces al contar todo el relato y también cuando se conceptualiza la pesca con mosca, ahí empieza a hacer sentido y la recepción es buena”, sostuvo.
“Por otro lado las empresas del sector salmonicultor saben del tema, han escuchado y nos han ido apoyando en base a lo que pueden. Se entiende que hoy en día nuestro volumen no es significativo para ellos, pero sí estamos empezando a establecer relaciones en las que las empresas nos ayudan y creen en nosotros, nos apoyan, entonces vamos creciendo juntos”.
“Buscamos formas de replicar a gran escala los procesos circulares que se dan en la naturaleza”, esboza el sitio web de F4F. ¿A qué se refieren con esto? A que si en la naturaleza los procesos son cíclicos o circulares, y cada compuesto o ser vivo tiene un propósito, podemos enfocar así también nuestros procesos productivos para ser más conscientes con nuestro planeta y disminuir la cantidad de desechos que lanzamos al medioambiente. En otras palabras, el pez se come a la mosca y nosotros al pez.
Es bajo esta premisa que cada vez más empresas se suman a la tendencia de la economía circular. Ésta tiene como fin que nos deshagamos de la mirada lineal que tenemos sobre la vida útil de los objetos: los compramos, utilizamos y desechamos. En su lugar, la idea es que éstos “circulen” y se les encuentre nuevos usos para sacarles más provecho y generar menos basura.
"Hoy día [la proteína de insecto] ya se está usando mucho y a todo nivel de la economía circular y nosotros somos cien por ciento un caso de este tipo de economía, en el cual recibimos un residuo orgánico y aumentamos su valor transformándolo en proteína, y también buscamos ser un ingrediente sustentable para otras industrias como los salmones, la producción de aves, etc.".
Pero éste no es el único emprendimiento que ha destacado por llevar a los insectos a nuestra mesa, de manera directa o indirecta. El medio digital Agfunder News, especializado en alimentación, agricultura e inversión, listó a fines del año 2017 a las compañías líderes en este rubro a la fecha.
La primera fue Protix, una empresa con sede en Holanda, que cuenta con el financiamiento del banco Rabobank y otros inversionistas privados. Protix cultiva insectos principalmente con el fin de proveer soluciones sustentables de alimentación para animales y peces, teniendo productos en más de 12 países, que van desde alimentos para cerdos y aves, hasta comida de mascotas. El 2017 la empresa adquirió al consorcio Fair Insects, que cultiva gusanos de harina, grillos y langostas, lo que les permitiría expandirse al mercado de comidas altas en proteínas, sustitutos para la carne y bebidas saludables.
Por otro lado, los fundadores de Exo, Greg Sewitz y Gabi Lewis, elaboraron su proteína en polvo en base a grillos cuando estudiaban en la Universidad de Brown, en Estados Unidos, según reportó Fortune. Lewis ya fabricaba sus propias barras de proteínas y adaptaron una de sus recetas para generar sus primeros productos. Generaron una campaña en la página de financiamiento colaborativo Kickstarter y hoy en día su compañía se posiciona dentro de los líderes en barras proteicas y alimento para deportistas.
Finalmente, Megan Miller probó grillos y gusanos de harina en un viaje a México y decidió hacer un experimento, según cuenta The New York Times. Alimentó a un montón de gusanos de harina con avena y manzanas, ya que ellos toman el sabor de lo que han estado comiendo, y siguiendo una receta que encontró en internet, los cocinó. Así nació su emprendimiento, Bitty Foods, que actualmente consiste en un especie de pop-corn en base a proteína de grillos, un snack saludable y de baja huella de carbono, ya que los grillos no requieren mucha comida, agua o terreno y producen bajos niveles de emisiones de gas efecto invernadero.
Así es como los insectos se acercan más y más a nuestra mesa, ya sea como alimento de los animales que efectivamente consumimos, o de manera más directa, de manera similar a las tradiciones de Asia u otros lados del mundo, donde son parte común de la dieta de sus habitantes. El foco siempre está en que la cadena alimenticia (sobre todo la que involucra a los animales que llegan a nuestro plato) sea lo más sustentable posible.