Probablemente uno de los más llamativos datos del recientemente revelado Censo 2012, fue el progresivo envejecimiento de nuestra población, producto de la mayor esperanza de vida y una reducción de la tasa de natalidad. El gobierno incluso aseguró que la edad promedio de los chilenos pasó de 31,57 años en 2002 a 34,39 en 2012. Convirtiéndonos así en el tercer país más envejecido de Latinoamérica.
La noticia causó alarma inmediata, entre autoridades y expertos, que se apresuraron a buscar soluciones al "grave problema" que esto supone para la economía y el país. Pero... ¿Qué significa esto? ¿Es necesariamente algo negativo? y por sobre todo ¿Podemos beneficiarnos de esta población envejecida?
El envejecimiento es consecuencia de un cambio demográfico que puede tener efectos negativos en la sociedad si no se toman medidas adecuadas, informa la División de Población y Desarrollo de las Naciones Unidas (UNFPA). Sin embargo, tiene sus raíces en hechos positivos: como una mejor atención de salud y una mayor expectativa de vida.
"Hay dos factores, una severa reducción de la mortalidad infantil y luego, que la esperanza de vida está aumentando mucho. Las personas mayores serán entonces muy distintas a las que vemos actualmente", asegura el director del Magíster en Políticas Públicas de la Universidad Diego Portales, Esteban Calvo.
El 80% de los adultos mayores en nuestro país no presenta un grado importante de dependencia.
"Esto significa que la mayoría puede hacer actividades cotidianas sin grandes dificultades, y sin tener una dependencia funcional de otras personas. Esto indica también que no todos los adultos mayores estén enfermos, algunos sólo necesitan un poco de ayuda", explica Calvo.
El beneficio económico podría ser significativo si se crean políticas públicas para insertar a los adultos mayores al mundo laboral. Esto, porque además de la experiencia, tienen características positivas que las personas jóvenes no poseen:
"Uno piensa que las personas mayores se olvidan de todo, pero no es así. Tienen mejor actitud, memoria selectiva donde las cosas malas las bloquean con mayor facilidad y una sabiduría que las personas jóvenes no tiene", asegura Calvo.
Para 2031, se espera que el número de neozelandeses mayores a 65 años exceda el millón, casi el doble de la cantidad actual, en un país que sólo tiene alrededor de 4,4 millones de habitantes.
Sin embargo, cada vez más de las personas que están llegando a los 65 años continúan siendo parte de la fuerza laboral y una gran contribución a la economía, según el Ministerio de Desarrollo Social de Nueva Zelanda.
El país tiene una de las mayores tasas de empleo en personas mayores de la OCDE. Por ejemplo, entre las personas entre 65 a 69 años en 2009, la tasa de empleo era de 34%, casi tres veces más alta que la media de 12% de los países de la organización y considerablemente más alta que las tasas, por ejemplo, del Reino Unido (18%) y Australia (24%).
Un estudio realizado por la Asociación de Igualdad de Oportunidades de Empleo en 2006 mostró que los empleadores valoran los siguientes aspectos de los trabajadores mayores:
Fiabilidad, buenas habilidades del servicio al cliente, habilidades de comunicación, compromiso profesional, habilidades para entrenar a otras personas, iniciativa, habilidad para crear un buen ambiente e incluso, habilidades tecnológicas.
La abolición de la edad de jubilación obligatoria, en febrero de 1999, fue el principal impulsor de esta tendencia, además de una serie de investigaciones para derribar mitos sobre las personas mayores.
La estrategia de "Envejecimiento Positivo" de Nueva Zelanda, identificó una serie de objetivos para lograr un ambiente propicio para el desarrollo profesional e integración social de los adultos mayores. Algunos de ellos son:
Como se ve, que los adultos mayores sean una carga o un aporte, depende más de nuestra actitud hacia ellos y nuestra voluntad a aceptarlos, integrarlos a la fuerza de trabajo y darles la oportunidad de demostrar que, como dice el dicho, más sabe el diablo por viejo, que por diablo.