Buenos pacientes para buenos médicos

Luz Edwards nos recuerda que los pacientes tienen un importante rol que jugar en su propia atención de salud

Por Luz Edwards @luzedwardss | 2013-04-10 | 10:00
Tags | salud, medicina, médicos, pacientes
"¿Queremos, realmente, médicos que hagan todo lo que les pidamos?"

La época en que el médico era visto como alguien sabio a quien confiarle a ojos cerrados nuestra salud y enfermedad, ya pasó. Ese tipo de relación médico-paciente, llamado paternalismo, dio paso a una más pareja donde hay dos protagonistas que tienen responsabilidad y que deben participar; el paciente y el médico. 

Esta nueva relación es positiva, sobre todo, porque recalca que el primer responsable de la propia salud es uno mismo. Fomenta mayor compromiso de la persona, lo cual debiera materializarse, por ejemplo, en una mejor adherencia al tratamiento y en la asistencia a controles de prevención y exámenes de rigor, como la mamografía. En Chile incluso existe una ley que apoya este nuevo rol del paciente -la Ley n° 20.584, llamada comúnmente “Ley de derechos y deberes del paciente” promoviendo que las personas participen de las decisiones acerca de su salud.

De este nuevo escenario se desprenden innumerables desafíos. Por ejemplo, de qué manera se va a informar a las personas, qué lenguaje usar y en qué momento hacerlo para que ellos puedan realmente comprender lo que les sucede y participar en la decisión. Pero antes de irnos a los deberes de los médicos e instituciones, me parece interesante reflexionar acerca de cómo nos enfrentamos nosotros a un médico hoy en día y con este mazo de derechos bajo el brazo. 

En mi opinión, muchas veces se abusa de este protagonismo del paciente, lo cual termina perjudicándolo a él mismo.No pocas veces convierte la relación dentro de la consulta en una relación médico-cliente que puede llegar incluso a un trato vendedor-cliente, puesto que el médico comienza a adecuarse a las exigencias de este nuevo paciente. Personas que antes de ir al doctor se leen todo lo que hay en internet al respecto para poder bombardear y “pillar” al profesional, o personas que incluso van con un auto diagnóstico hecho, y sólo quieren que el médico les de la receta o la orden para el examen que decidieron necesitar de antemano. Si el doctor tuviera otra opinión, se enojan. Incluso si los encuentra sanos, se enojan.  

¿Queremos, realmente, médicos que hagan todo lo que les pidamos? Pienso que esto enfría a tal punto la relación que ha motivado a que algunos médicos y clínicas hablen en el mismo tono, ofreciendo tratamientos como si fueran productos. Se ve frecuentemente en las cirugías plásticas, área donde se promocionan combos y posibilidades de pago, sin poner ningún acento en los riesgos que hay detrás de toda intervención quirúrgica. Para qué explicar esa parte –pensarán- si la persona ya tiene la decisión tomada. 

En psiquiatría ocurre algo similar. Muchos doctores cuentan de personas que recurren a ellos buscando una pastilla o solución instantáneas para poder seguir funcionando. Cuando se trata de médicos comprometidos con el bien del paciente, es una situación difícil, ya que ellos quisieran poder hacer entender a la persona que lo mejor sería hacer ciertos cambios en su vida, pues ello sí que redundaría en un mayor bienestar. 

¿En qué se convierte la experiencia de ir al médico si no hay confianza ni apertura a tomar en cuenta su mirada? Me parece muy cierto que el médico debe poner empeño en ganarse la confianza del paciente, pero nosotros también debemos poner de nuestra parte. Tal vez en lugar de tratar de pillarlo o someterlo a preguntas inquisidoras usando datos que les escuchamos a otros doctores, podríamos enfocarnos en ser unos pacientes responsables y proactivos. 

Es decir, hacer todas las preguntas que nos preocupan; tragarnos el orgullo y pedir que se nos explique de manera sencilla, en lugar de hacernos los que entendimos; si no tuvimos química con ese médico, buscar otro, si es posible; y si un doctor de frentón no nos trató bien, conversar con el encargado del hospital, no sólo salir hablando mal de él. 

Es posible que esta actitud exigente, pero respetuosa, sea una forma de motivar a los doctores a hacer bien su trabajo y vernos como una persona, no como un caso más de alguna dolencia.