Conociendo un colegio Montessori desde dentro. La visión de su directora.

Que son hippies, que no les irá bien en la PSU, que los niños parecen robots... esos son algunos de los prejuicios que rodean a este sistema educativo que se adapta a los intereses de los niños y que, más que dudas, produce resultados

Por Antonia Laborde @antonialaborde | 2013-04-16 | 17:10
Tags | Montessori, mitos, niños, enseñanza
"La enseñanza se adecúa tanto a lo que apasiona al niño, que no quiere hacer nada más".

* Esta nota fue originalmente publicada en 2014. Lamentablemente Trinidad Alliende ya no se encuentra entre nosotros (1961-2014), pero parte de su gran legado, quedó plasmado en esta entrevista a El Definido.

Es diciembre y la sala de clases de un colegio viene llegando del recreo. Un niño de cuatro años tiene un montón de letras recortadas y va poniendo una al lado de la otra, formando palabras que terminan por darle sentido a una oración. En una esquina hay una niña de cinco años pintando una roca con plumones, para entender cómo eran los jeroglíficos, mientras un niño de seis años le hace una serie de preguntas de matemáticas a la profesora. Todos están absolutamente concentrados en lo suyo. Es la sala de un colegio Montessori, donde cada niño escoge qué quiere aprender, una vez que conoce la oferta de posibilidades. 

Los fundadores de Amazon, Google y Wikipedia, estuvieron en algún momento de su vida en una sala como esa. Todas son iguales y, ya sea en India, Australia, Holanda o en el Ciudadela, colegio Montessori ubicado en Las Condes, todos cuentan con el mismo tipo de material de trabajo. Los elementos tienen el mismo peso, color y tamaño, es la única manera de darle vida a este tipo de enseñanza. No hay juguetes en la sala, sólo material de trabajo. A pesar de que es diciembre, las paredes no están decoradas con viejitos pascueros, ya que los Montessori no le hablan de fantasías a los niños antes de los seis años, porque todavía no distinguen entre lo que es realidad y lo que no.

Derribando mitos

Todo resulta poco convencional, lo que provoca que se transmitan más mitos que realidades respecto a los niños Montessori. Trinidad Alliende, directora del Ciudadela desde su fundación hace 16 años, derriba tres mitos respecto a este tipo de enseñanza, que nació a finales de 1800 y de la que poco se sabe, pero se habla bastante:

"Mito uno: La educación Montessori es para ciertos niños.  ¡Falso!  La educación Montessori es para ciertos padres. Es para los apoderados que estén verdaderamente comprometidos con la educación de sus hijos y los incentiven a ser personas más cultas. Es para padres que, más allá de las notas, se proponen llevar a sus hijos a los museos, a que conozcan su país, etc. No es para padres autoritarios ni aprensivos, acá enseñamos desde el día uno la libertad de elección y a ser autónomos", afirma Trinidad.

"Mito dos: Los niños son como robots. ¡Falso! La concentración que alcanzan los niños es tan grande que varias veces las personas creen que en el fondo se trata de un lavado de cerebro, que no se los deja jugar, ni ser, que se les quita la infancia. Pero la verdad es que la enseñanza se adecúa tanto a lo que apasiona al niño, que en ese momento no quiere hacer nada más que eso. El niño elije lo que quiere aprender, para ellos resulta un desafío y para lograrlo requieren de concentración, pero muchas veces están aprendiendo a través del juego.

"Mito tres: Es una educación burbuja. ¡Falso! Es una educación para la vida. Cada año conoces un lugar de Chile al que nunca has ido, depende del curso en el que estés, pero en primero y segundo medio vas a convivir una semana con otra realidad, como la pesca, la minería, etc. En tercero y cuarto medio vas a una práctica relacionada con lo que quieras estudiar. Al año tienen que ir a ver tres obras de teatro, tres exposiciones y tres conciertos y hacer un reporte sobre cada una de ellas. Son cosas que te quedan para siempre", remata Alliende.

El colegio Ciudadela está compuesto por cinco cursos. El primero son niños de 3 a 6 años; luego, de 6 a 9; el siguiente, de 9 a 12; a continuación, séptimo y octavo juntos; luego I° y II° medio juntos y, finalmente, III° y IV° medio juntos. En general, y según lo pensó María Montessori, primera médico italiana y fundadora de este sistema, los colegio llegan hasta los 12 años, con especial énfasis en jardines infantiles. En Chile se ha dado la particularidad de que muchos colegios agregaron la enseñanza media, teniendo que volverse un poco más tradicionales el momento de impartir las materias, haciendo pruebas y poniendo notas, algo que no se hace hasta séptimo básico. 

¿Por qué no ponen notas?

No hay premios ni castigos, todo lo que son conductismos está alejado completamente de lo Montessori, porque el niño no lo necesita. Lo que tiene que saber es que hizo un trabajo bien hecho y sentir el gozo por haberlo hecho. No está en una edad para que se lo enjuicie por su aprendizaje, uno no sabe cuántas cosas pasan adentro de él. Si se esforzó o no, la nota puede resultar muy frustrante. En cambio, el material está diseñado para que te dé control de error, la guía va registrando cómo avanzan los niños. En séptimo ya están bien para recibir un juicio respecto a su avance, lo importante es el proceso, más que el resultado.

¿Cuál es el requisito para ser un profesor montessori?

María Montessori partió con maestras obreras, esa humildad fue fundamental. Tu puedes aprender cómo hacer una humita si alguien te la enseña con pasión, tiene que tener ese ingrediente y tener cultura, saber de lo que habla, pero buscando siempre despertar la pasión del otro, que descubra ese mundo en el otro. Si el aprendizaje no tiene emoción, no te queda, diste la prueba y pasaste.

El día a día de un niño Montessori

El Ciudadela tiene un estilo Montessori exigente. En cada sala siempre habrá un profesor cuya lengua nativa sea el inglés y el del otro el español. Se le enseña a los niños chicos desde ponerse la parka (algo que de forma natural hacen por ellos las madres), hasta andar en micro y usar una lavadora. Cada alumno de un curso tiene su bitácora donde programa la semana acorde a la oferta de exposiciones que hay (todas realizadas por sus compañeros) y son guiados por los maestros para que tengan un orden lógico.  

Los niños Montessori aprenden a leer, escribir, sumar y restar entre los tres y seis años. Durante este periodo de tiempo son "como esponjas" de aprendizaje dice Alliende, pero igual surge la duda: ¿Cómo lo hacen para que aprendan tan rápido?

"Los niños entre los tres y cuatro años tienen toda la capacidad para aprender a leer y les interesa descifrar todos los códigos, eso es apasionante en sí, más que el contenido. Es como cuando suben y bajan la escalera, no lo hacen para llegar a un lugar, sino para lograrlo", cuenta la directora, que sabe el nombre de sus 150 alumnos.

¿Si ellos eligen qué aprender, no hay mucho desfase en los mismos cursos?

Esa diferencia es un potencial desafiante súper bueno. Es como los hermanos, el más grande asume una responsabilidad sobre el otro, él mismo le enseña. Se crea esa cosa de la familia. El hombre es un ser que siempre está buscando los desafíos, es parte de su naturaleza, por lo que si el niño siempre elige una materia, que ya le resulta fácil, quiere decir que algo no está bien en él. Un niño sano toma todo lo que se le ofrece hasta resolverlo. Si hay algo que lo apasione demasiado, como las matemáticas por ejemplo, la profesora guía le dice que antes de hacer ejercicios, van a repasar la lectura, si ese es un punto débil. 

¿Y a la hora de la PSU?

Como existen, pero no en grandes cantidades, los colegios Montessori que incluyen la enseñanza media y que además tienen un número de alumnos por generación suficiente como para considerar en las métricas (más de seis alumnos), no son muchos. Sin embargo, aquellos que cumplen todos los requisitos anteriores deben llenar de orgullo a Maria Montessori. Tres de los nueve colegios Montessori más conocidos de la Región Metropolitana promediaron en la PSU 576,29 puntos, ubicándose a más de 70 puntos por encima del promedio nacional (514). 

Entonces, se puede decir que funciona y que al momento de regirse bajo los parámetros comunes de medición, los niños saben y saben más que el resto. Aquí se derribó otro mito, ¿no?