Escribir es tal vez uno de los hobbies más baratos del mundo. Sólo necesitas un computador o en su defecto, un cuaderno y lápiz. Además, hemos visto como escribir ayuda a reestructurar tus pensamientos, a liberar la creatividad y además a organizar tu vida.
Y ya sea para hacer el próximo gran bestseller, embellecer tu diario de vida o simplemente para mejorar tu redacción, te dejamos algunos consejos para escribir más y también mejor.
Un tercio del cerebro humano está dedicado a la visión. Por lo que tratar de hacer que el lector “vea” es un muy buen objetivo. Ser concreto tiene consecuencias muy positivas, aseguró Steven Pinker, científico cognitivo y lingüista en Harvard, a la revista Time. “Muchos experimentos han mostrado que los lectores entienden y recuerdan mucho más un material cuando está expresado en un lenguaje concreto que les permite formar imágenes visuales”, explicó.
A la hora de escribir, muchas personas tratan de impresionar a otras y sonar inteligentes. Las investigaciones muestran que intentar hacer eso, provoca un efecto totalmente opuesto: terminas viéndote más estúpido. Las cosas que son más fáciles son procesadas mejor por nuestro cerebro. De mejor manera que los conceptos que requieren trabajo. Además, si estás tratando de impresionar, el lector podría sentirse tonto. Y a nadie le gusta sentirse tonto.
Uno de los consejos que entrega Fast Company es escribir de la manera en la que uno habla. Esto sin embargo, es más difícil de lo que parece, ya que cuando nos sentamos a escribir inmediatamente adoptamos un tono diferente. Una técnica: imaginar a alguien sentado al frente tuyo y escribir como si le estuviéramos hablando a esa persona.
El cerebro puede jugar en tu contra a la hora de escribir. Una vez que sabemos algo, asumimos que los otros lo saben también, es parte de la naturaleza humana. “Se llama la maldición del conocimiento”, explica Pinker. “La imposibilidad que todos tenemos en imaginar lo que se siente no saber algo que sí sabemos. Las personas asumen que las palabras que saben son de conocimiento común. Que los hechos que conocen son sabidos universalmente…el escritor no se para a pensar qué es lo que el lector no sabe”.
¿Cómo entonces no caer en esta maldición? Hacer algo que los escritores llevan haciendo desde el principio de los tiempos: dárselo a alguien más para que lo lea, para que te digan si algo a ellos no les hace sentido.
Con esto se refiere a que mostremos de qué se trata lo que estamos escribiendo. Y que lo mostremos de manera temprana. Las personas necesitan un punto de referencia para poder seguir la conversación, la trama o el punto de un artículo. Sin eso, están perdidos.
“Básicamente, un escritor tiene que dejarles claro a los lectores cuál es el tema de lo que se está leyendo y cuál es el punto de todo eso” explica Pinker.
Y si piensas que eso va a matar el suspenso, vuelve al segundo consejo: deja de tratar de sonar inteligente y sólo sé claro. El suspenso simplemente no es útil cuando las personas no tienen idea de lo que estamos hablando y dejan de leer en el primer párrafo.
Suena fácil pero no lo es tanto. Los clichés nos tienen rodeados y es inevitable que escribamos con ellos también. Esto porque dominan nuestro lenguaje, ya que los escuchamos todo el tiempo, por lo tanto son las primeras frases que se nos vienen a la cabeza cuando queremos expresar algo. La única solución para evadir este problema es usar un lenguaje diferente para explicar conceptos familiares. Los lectores tienen que sentir que tu contenido es nuevo, pero también tienen que sentir que tiene credibilidad.
Aquí es importante distinguir el arquetipo del cliché. El arquetipo es, por decirlo así, el "patrón" en que se enmarca lo que escribimos ("chico impopular se enamora de la chica popular"; "el camino de un joven hacia el heroismo") pero que puede adoptar cualquier forma. El cliché, en cambio, es cuando recurrimos a recursos y situaciones muy utilizadas, para resolver la forma en que se dan los acontecimientos ("chica choca con el chico en el pasillo y se le caen todos los libros", "jóven sufre accidente en laboratorio y adquiere un superpoder"). Los arquetipos prácticamente han sido todos inventados, pero las formas en que pueden ocurrir son infinitas.
¿Cómo han aprendido muchos de los mejores escritores de la historia? Leyendo, leyendo y releyendo. Los consejos y guías de escritura son buenas herramientas para perfeccionar este arte, pero cualquiera que quiera mejorar su escritura debe leer un montón. “No creo que puedas convertirte en un buen escritor a menos que pases mucho tiempo inmerso en un texto que te permita absorber cientos de idiomas y figuras de lenguaje y palabras interesantes, para desarrollar un sentido de la escritura”, asegura Pinker.
Incluso para cualquier escritor consagrado, las palabras no salen perfectas por sí solas. Hay que dedicar mucho tiempo a perfeccionarlas. Las ideas que primero salen de tu cabeza no necesariamente son las mejores para poner sobre escrito. Por eso hay que revisar, y con tiempo.
“Muy pocas personas son lo suficientemente inteligentes como para ser capaces de establecer un argumento y expresarlo en una prosa clara al mismo tiempo. La mayoría de los escritores requieren dos pasos para lograr esto. Y luego de que tienen las ideas, llega el momento de afinar y pulir”, explica Pinker.
Charles Bukowski solía decir que escribía porque le "salía" y luego le pagaban por ello. "Escribir es como irse a la cama con una mujer hermosa y que luego ella se levante, vaya hacia su cartera y te entregue un montón de dinero. Lo tomo", dijo una vez. Pero a diferencia de Bukowski, quien escribía hasta borracho, no todos podemos simplemente sentarnos y escribir algo que sea mínimamente publicable.
Esto toma mucha energía mental y trabajo. Para esto, algunos escritores recomiendan simplemente permitirse a uno mismo escribir mal y sólo empezar. Casi todos los materiales de calidad comienzan con malos borradores. En esta ilustración Fast Company (está en inglés) explica los 10 pasos para escribir un pésimo primer borrador que podría ser el inicio de un muy buen escrito.