Dávalos no estaba a favor del cargo. Lo dijo el año pasado, de forma más clara y enfática que cuando presentó su renuncia: "Chile no debería obligar a una Primera Dama o a un ‘Primer Marido’ a tomar un cargo. Si una Primera Dama es muy destacada en su área, no tiene por qué dejar su trabajo para hacerse cargo de fundaciones que de repente podrían no interesarle". Parece que si es muy destacado levantando capital para emprender, tampoco. Pero ese no es el punto. Lo que sí, su salida provocó que tomáramos distancia y pudiéramos apreciar una foto panorámica de La Moneda, preguntándonos ¿Cuánto necesitamos que exista el cargo que queda vacante?
Como Halloween, el Día del Niño y el delivery de comida rápida (bien ahí), el cargo de Primera Dama es algo que heredamos de Estados Unidos. El primer escrito que evidencia el título es de 1863, mucho antes de que las mujeres votaran y cuando solo en casos excepcionales trabajaban si estaban casadas. La idea era que cumpliera funciones de carácter protocolar, como acompañante del presidente en viajes y recepciones oficiales. Sin responsabilidades asignadas y sin sueldo ni compensación. Una tradición que se basa en darle un quehacer a la mujer cuando no lo tenía y que se opone a que la Primera Dama posea un empleo mientras su esposo se encuentra en funciones.
El cargo norteamericano emigró a Latinoamérica y Europa, pero cada país lo adaptó de una manera particular y su evolución también ha sido de forma independiente. En ciertas naciones, si él o la presidente es soltero/a, está separado/a o viudo/a, el puesto de primera dama o primer caballero, lo ocupa un familiar cercano, como un hijos o hermanos, como es el caso de Bolivia o como hasta hace pocos días ocurría en nuestro país. En otras naciones, simplemente queda vacante el puesto, como en Argentina, y otras, abolieron el cargo por considerarlo retrogrado, anacrónico y sexista para los tiempos que corren, como Ecuador y Brasil.
En nuestro país, lo de Primera Dama comenzó solo con el fin de denominar de alguna manera a la conyugue del Presidente. En la época de la Colonia de las llamaba "presidentas", pero a partir de mediados del siglo XIX, nos fuimos haciendo del concepto de Primera Dama, que pasó a tener funciones protocolares y luego tener un reconocimiento oficial, al hacerse cargo de funciones y coordinar actividades en materia social.
Con Enriqueta Pinto, esposa de Manuel Bulnes (1841-1851), las primeras damas se convirtieron en "dueñas de palacio", ya que fue la primera en habitar La Moneda junto a su marido.Decoraba, organizaba eventos, participaba de las recepciones, etc. A partir de ahí, las siguientes primeras damas adquirieron un rol más social, gestionando la ayuda a los heridos de la Guerra del Pacífico, haciendo labores benéficas con las viudas y huérfanos, todas actividades que hicieron que la ciudadanía simpatizara y admiraran cada vez más a quienes ocupaban el cargo.
A medida que el movimiento pro-emancipación crecía, paralelo a la llegada de los gobierno radicales al poder, el rol de la Primera Dama se hacía más protagónico y activo. El trabajo en labores sociales, la propia fundación de instituciones que ayudaran a niños y mujeres principalmente y hasta un rol activo políticamente hablando para promover el sufragio femenino en la voz de Juana Rosa Aguirre Luco (1938-1941), hicieron un antes y un después.
La "institucionalización" de la Primera Dama viene con la creación de la Asociación de Dueñas de Casa y más tarde con la Coordinadora de Centros de Madres (COCEMA).Estas determinaron que el rol estaría relacionado con ambas organizaciones. La primera asociación fue el paso para durante el mandato de Gabriel González Videla (1946-1952), su esposa tuviera oficina propia en La Moneda.
Luego vinieron una serie de nuevas fundaciones, cambios de foco de las mismas según la Primera Dama de turno, para que finalmente con el retorno a la democracia, se creara la Red de Fundaciones de la Presidencia de la República a cargo de la Primera Dama y dependiente de la presidencia. Son siete fundaciones y organizaciones de carácter cultural y social (Integra, Tiempos Nuevos, Orquestas Juveniles, Chilenter, Artesanías de Chile, Promoción y Desarrollo de la Mujer y Fundación para la Familia), dirigidos por la conyugue del Presidente.
Cuando asumió Michelle Bachelet como Presidenta, creó oficialmente el cargo de Director del área sociocultural de la Presidencia, cargo que se haría responsable de administrar la Red de Fundaciones, al no haber una Primera Dama. En su primer mandato nombró a Adriana Delpino, ex-ministra (2006-2007) y luego a María Eugenia Hirmas (2007-2010), conyugue del ex-ministro Sergio Bitar. En su segunda y actual administración, asignó a su hijo Sebastián Dávalos para el cargo, quien acaba de renunciar al puesto luego de que se conociera su reunión con Andrónico Luksic, uno de los hombres más ricos de Chile, para la tramitación de un crédito por $6.500 millones para la empresa Caval, de la que su mujer es dueña en un 50%.
El cargo es ad-honorem y mientras él o la presidenta no deriven las funciones, está obligado a ocupar la vacante el cónyuge, familiar o persona cercana.
Han salido varias propuestas sobre qué hacer con el cargo de Primera Dama o Primer Caballero en las últimas semanas. Acá les dejamos las que han sonado con mayor frecuencia, con el fin de que ustedes voten si están o no de acuerdo con cada una.
- Que sea funcionario público: Darle a la Primera Dama o Primer Caballero categoría de funcionarlo público y que se rijan por las normativas relativas al servicio público. Al no estar catalogado como tal, puede cometer un delito y eximirse de culpa desde el punto de vista legal, por ejemplo. Además, que revelen su patrimonio previo a asumir el cargo para ver si puede producirse conflicto de interés con las fundaciones que presidirá.
- Darle libertad al cónyuge: Si quiere asumir el cargo de director/a del área sociocultural de la presidencia, que lo haga, pero que si quiere desempeñarse en otro ámbito, que tenga la opción de elegir. Si no quiere, que el presidente designe a otra persona de confianza bajo una normativa.
- Sin vínculo familiar: Que el cargo de director/a del área sociocultural de la presidencia lo pueda asumir cualquier persona de confianza, regido por una normativa y nombrado bajo responsabilidad del presidente.
- Solo protocolar: Que no se le asigne ninguna tarea ni función, a excepción de acompañar a la o el presidente a viajes y recepciones importantes.
- Institucionalizar el cargo: Si bien el gobierno de Bachelet creó el cargo de director/a del área sociocultural de la presidencia mediante un decreto, no existe institucionalidad ligada y los fondos fiscales que maneja la oficina son gestionados por su jefe de gabinete. La opción sería darle autonomía.
- Elegirlo por ADP: Que el cargo de director/a del área sociocultural de la presidencia sea elegido por el sistema de Alta Dirección Pública (ADP). Esto quiere decir abrir a concurso público el cargo.
- Abolir el título: Eliminar el cargo de director/a del área sociocultural de la presidencia y derivar cada función de las que dirige al ministerio correspondiente según su problemática.