Imagen: Gojko Franulic

7 Barreras al emprendimiento femenino (que nos ponemos las mujeres)

A veces cuesta ver desde adentro qué está faltando para avanzar más rápido. Acá unos consejos de Sandra Diaz, de Ematris Consultores en Emprendimiento e Innovación, que pueden ayudar a abrir los ojos a alguien que esté empezando un negocio.

Por Ematris Consultores @ematris | 2015-04-16 | 16:53
Tags | Emprendimiento, mujer, barreras, tencología, tiempo, hombres, mundo empresarial

A raíz de una intensiva visita a observar el ecosistema emprendedor femenino en Uruguay en la última semana de febrero 2015, se me vinieron a la mente las más de cincuenta conversaciones que sostuvimos mi socio y yo hace dos años en el ecosistema emprendedor femenino en Chile, y muchas de las barreras de las mujeres en Uruguay que escuché, me recordaron lo que aprendimos en Chile. Las barreras están muy documentadas y no hace falta ser un genio para intuirlas, acá van:

1. Menor tolerancia al riesgo y al error

Esto hace que nos quedemos en nichos de negocios más tradicionales, donde hay muchos emprendedores y por lo tanto tenemos negocios más chicos y frágiles, donde cuesta hacerse un espacio. También escuché una anécdota de una gerente de incubadora que me comentaba de dos equipos de emprendedores que recibieron al mismo tiempo la herramienta de Business Model Canvas. El equipo de hombres a los dos días ya tenía un modelo de negocios con esta herramienta y le estaban echando para adelante. El equipo de mujeres se había estudiado al detalle el modelo, habían comprado el libro, hicieron el ejercicio de preguntarles a 20 personas y ya había pasado un mes y aún no se atrevían a dejar presentarles un modelo de negocios para pasar a la siguiente fase en la incubación. Quizás el óptimo es un punto intermedio.

2. Nos cuesta creernos el cuento

Esto repercute en la habilidad de pensar en grande. Nos cuesta pensar en negocios de alto impacto, incluso si existe el potencial porque no creemos ser lo suficientemente talentosas ni atrevidas. Y es difícil creerlo cuando hemos construido una identidad en base a juicios no muy cariñosos de nuestro entorno. El emprendedor es capaz de pasar el largo periodo de incertidumbre al inicio, porque tiene una fuente interior que le dice todo el rato: "Yo sé que puedes", que se fue construyendo a lo largo de años donde tuvo la experiencia de ser capaz. Si esa experiencia no está grabada en nuestras células, entonces el ánimo constante te lo regala tu socio, tu pareja, tu mentor o tus amigos: "Yo confío en ti". ¿Pero qué pasa cuando tu entorno no te apoya o no cree en tu proyecto? Entonces la fuerza debe venir del interior.

Medio en broma y medio en serio, digo que a los emprendedores hombres muchas veces hay que dividir por dos lo que prometen (en su entusiasmo son capaces de venderte el cielo) y a las emprendedoras, multiplicarlo por dos (por ser más conservadoras en hacer sus propuestas). Y es que los hombres tienden a sobreestimar su talento y las mujeres a subestimarlo. Al final esas creencias van creando realidad.

3. Nos cuesta hacer redes más allá de las informales

Aunque somos muy buenas para hacer redes de contención y de ayuda con las amigas y colaboradores, lo cual es una tremenda ventaja, nos falta complementarlas con redes profesionales donde podamos ir a buscar aquel conocimiento que necesitamos para nuestras empresas. En concreto, cuando las mujeres tienen un problema en su empresa, no tienden a pedir ayuda a mentores, profesionales especialistas, asociaciones empresariales, etc. sino que llaman a la amiga que muchas veces está en las mismas que ella. Un ciego guiando a otro ciego. Cómo me decía una emprendedora: "Ni siquiera se me había ocurrido que podrían haber sistemas de apoyo emprendedor. Yo pensaba que me las tenía que arreglar sola."

4. Aprovechamos menos la tecnología

A muchas, el uso intensivo de tecnología para gestionar su empresa es algo que se ve muy lejano, y por lo tanto, somos bajas usuarias de un sinnúmero de aplicaciones que hacen fácil nuestra vida. Mientras un emprendedor hombre usa un CRM para contactar a sus clientes, manda su panfleto de promoción por Mailchimp, y es capaz de hacer su página web en un día gracias a strinkingly.com, weebly.com o wix.com; ahí está la emprendedora mujer muchas veces haciendo a mano su primer brochure, abrumada con la idea de hacer su página ("¡¿Ay, cómo lo hago?!") e inscribiendo su dominio después de 7 intentos (esto lo vi con mis propios ojos), y llamando uno a uno a sus clientes sin siquiera segmentar. Se trata de tiempo valioso que se puede traducir a grandes rasgos en la siguiente fórmula: una hora de emprendedor hombre apalancado con tecnología y conocimiento, equivale al trabajo de tres horas a mano reinventando la rueda de la mujer emprendedora.

5. Menor profesionalización de las mujeres

Y es que emprender es una carrera profesional y hay que instruirse. No porque uno sepa cocinar puede comenzar a trabajar como Chef en cualquier restaurant, y es posible que para cocineras con 20 años de experiencia sea fácil hacer la transición, pero para el resto, el camino es educarse en la disciplina del emprendimiento. De esto me di cuenta entrevistando mujeres que me decían: "Es que yo soy diseñadora, no sé nada de gestión de negocios". Por eso mismo, a ponerse las pilas y capacitarse en gestión emprendedora, y no seguir escondiéndose detrás de esa explicación tranquilizadora. Si quieres tener una carrera como emprendedora, lee, capacítate, júntate con otros emprendedores, estudia, aprende, sé parte de una red profesional (ASECH, Mujeres Empresarias, SOFOFA, etc.).

6. Menor uso de métricas

Las mujeres tendemos a sobreestimar la utilidad de la intuición y a subestimar las métricas cuantitativas. Y las estadísticas son claras, muchas mujeres no tienen idea de cuánto venden al mes, no tienen una métrica clara de si pierden o ganan plata, y menos aún saben cuáles son las palancas de su negocio que le están generando valor o por dónde se les está yendo la plata. Y es que sin métricas es difícil gestionar. No se trata de desestimar la intuición, sino que de alimentarla con data que pueda potenciarla.

7. Dificultad para delegar

Así como en nuestras familias tendemos a sentir que debemos hacerlo todo bien (trabajar, ser madres, esposas y dueñas de casa) en lugar de pedir ayuda, también en los negocios cometemos ese error.

Me contaron del ejemplo de una emprendedora que tenía un salón de belleza donde había inventado una forma súper ingeniosa de agendar las citas de sus clientes que solo ella sabía hacer. Ella mantenía un estricto control de la atención de sus clientas y la calidad de la atención era excelente. El problema es que ni siquiera podía ir al baño porque el sistema era, hasta ese momento, sólo entendido por ella misma, así que se transformó en esclava de su negocio. Qué paradójico cuando pensamos que un gran porcentaje de las mujeres emprendemos para tener libertad para conciliar nuestra vida familia y laboral y no tener que soportar que nos paguen 80% del sueldo en empresas establecidas (brecha salarial entre hombres y mujeres). Esta incapacidad para confiar y delegar, no tan sólo le impedía estar tranquila en un taller de emprendimiento, sino que en medio de su mentoring paraba la conversación y contestaba el celular: "Para cuando quieres agendar?", ni tampoco le daba la base para crecer algún día.

Cómo romper las cadenas

Cuando escucho a las mujeres hablar de sus emprendimientos me siento tan identificada. La dificultad para delegar, la falta de rigor para medir aspectos críticos del negocio, y la lucha diaria para balancear mi tiempo familiar con la empresa son cosas que personalmente comparto.

En base a las experiencias que hemos conocido y numerosos estudios del tema, ofrecemos las siguientes sugerencias para detectar estas barreras, sobretodo las que nos imponemos nosotras mismas y trascenderlas:

1. Si emprendes, juega en serio

Una vez escuché a alguien decir cuando le tocó asesorar a una mujer emprendedora: "Daba la sensación que estaba emprendiendo para mantenerse entretenida". La idea es que sea entretenido, pero no tan sólo eso, porque la falta de compromiso se nota y eso desanima a los clientes y colaboradores, cuando ven que no estás comprometida con tu negocio, no haces tu tarea, no te la juegas.

2. Compórtate profesionalmente

Señales clásicas de falta de profesionalismo es salir a vender con correos gmail estilo "preciosagaby@gmail.com", sin tarjeta de presentación, sin un discurso claro, respondes los correos cuando se te pega la gana: "Es que estaba con el computador malo, y la nana no vino esa semana", mandas propuestas a medias, vas a las reuniones mal preparada, no abres tu negocio los días que amaneces con desgano, etc. Si tú no te tomas en serio, ¿por qué habría de hacerlo tu cliente? Por eso recomiendo, hacer un compromiso contigo misma: si en verdad quieres ser una emprendedora o puedes legítimamente elegir ser una freelancer.

Si vas a hacer negocios, hazte un sitio web básico ($100.000), invierte en una tarjetas simples pero profesionales ($20.000), ponle nombre a tu emprendimiento y saca correo electrónico profesional, por último: "SalonGaby@gmail.com". Sal a vender con la convicción de que eres oferta y que tu experiencia vale. Empaquétala y comunícala con una presentación simple, pero profesional. Haz un Excel con el listado de posibles clientes y hazle seguimiento. Contesta los correos en menos de 48 horas y no le cuentes a tus clientes que tu hijo estaba con fiebre y que la nana no llegó y que por eso no pudiste contestarle en toda una semana. En su lugar responde: "Por problemas personales, tengo que posponer la reunión para la próxima semana, me puedes indicar disponibilidad por favor?".

3. Tecnologízate

Métete a internet y busca herramientas. Sal a preguntar a especialistas. Inscríbete en una asociación profesional y ponte al día con la tecnología. Si no te gusta o no entiendes, pide ayuda a alguien que sepa. Indaga cómo puedes hacer lo que haces de manera más rápida y efectiva a los que ves que lo están haciendo bien. Observa las prácticas de los profesionales e imita.

4. Herramientas de Gestión

Si eres diseñadora, educadora o socióloga entonces con mayor razón trata de buscar e incorporar herramientas simples y básicas para gestionar tu empresa. Métete a una incubadora comoLinkde Mujeres Empresarias y asiste a sus talleres, entérate y edúcate en cómo se diseña un modelo de negocios, cómo se arma una propuesta de valor, cómo se hace un flujo de caja, cómo se diseña un plan de marketing, etc., y cierra la brecha de conocimiento con dedicación y aplicación.

5. Busca un mentor

Que pueda servir de directorio de tu empresa, que pueda reunirse una vez cada dos meses y donde el foco de esa reunión sea la estrategia del negocio y el análisis de métricas clave del negocio. Cuando uno respeta a alguien y no quiere hacer el loco, dentro del ajetreado día encuentra el tiempo para hacer lo estratégico y llega a la reunión con el mentor con las tareas hechas. Por eso, no pongas de mentor a tu papá y que la reunión termine siendo algo donde se conversa de cualquier cosa. Mejor si le pagas a tu mentor, porque te va a doler llegar sin nada relevante a esa reunión o gastar el tiempo en asuntos no relevantes.

6. ¡PIDE AYUDA!

A veces las mujeres creemos que nadie hace mejor las cosas que nosotras, por eso no pedimos ayuda ni delegamos y andamos de pulpos con ojeras por la vida. Como la emprendedora que era una agenda humana. Por eso, si tienes un problema que resolver, primero identifica qué necesitas, luego mira tu red y busca quien puede darte el conocimiento o información que necesitas, y luego pide ayuda de manera efectiva: "Pedro, necesito pedirte ayuda para ver cómo consigo el financiamiento para los siguientes tres meses, es posible que te invite un café esta semana para conocer tu opinión?".

El potencial emprendedor en Chile y Latam está desaprovechado y necesitamos a las mujeres emprendedoras porque tienen una forma complementaria y valiosa de mirar los negocios, y además tienen ventajas para empatizar con el cliente, para colaborar y liderazgos más participativos y para imprimir de significado y propósito a los ambientes de trabajo. Pero para que ello ocurra, lo primero es que las propias mujeres derriben sus trabas internas para emprender.