Imagen: Gojko Franulic

No más ciencia para el paper: el co-work que fomenta el emprendimiento científico

En el corazón de Providencia se ofrecen espacios y mentoría a científicos chilenos, ya sean graduados o en formación, para desarrollar sus emprendimientos. La idea es fomentar la unión de dos sectores que históricamente, a nivel país, han estado desconectados: la ciencia y la industria.

Por Francisco J. Lastra @efejotaele | 2015-04-27 | 07:00
Tags | emprendimiento, chile, ciencia, co-work

A la altura del 1100 en la calle Eliodoro Yáñez, Providencia, entre un mini mercado y una tienda de enmarcado de cuadros, se encuentra un laboratorio. Sin las indicaciones exactas (Edificio 1110) no se podría encontrar facilidad. De hecho, la primera indicación es un papel a la entrada, al lado del timbre, que indica que el departamento "A" está ocupado por LabSpace. Eso sí, una vez cruzando el umbral se despejan todas las dudas. Desde la entrada ya se puede observar al fondo a un joven en un impecable delantal casi tan blanco como la iluminación de la sala, rodeado de equipos tan llamativos como sus nombres: espectofotómetros, baños termorreguladores, transiluminadores y balanzas analíticas. LabSpace es, sin duda, un lugar llamativo, pero lo que hacen aquí lo es aún más.

Emprendimiento científico: ¿Misión Imposible?

Digamos que eres un científico graduado o en proceso de graduación, y quieres trabajar en tu propio proyecto que cambiará el mundo. A menos que seas cierto enano pelirrojo con un laboratorio escondido bajo su casa, actualmente tienes dos opciones: rezar para que tu universidad te deje algunas horas a la semana el laboratorio, o ir a una empresa y vender la idea (y sus derechos) para comenzar a trabajar para el inversionista, que no necesariamente manejará el proyecto como tú quieres. Este escenario es el que viven muchos científicos chilenos que buscan llevar la ciencia más allá del paper académico, y el que vivió un grupo de jóvenes de la Universidad de Chile, quienes encontraron una tercera vía: crear su propio espacio.

Luego de presentar su proyecto de nanotecnología en Start-Up Chile y recibir 20 millones para realizarlo, el equipo de científicos se enfrentó a una segunda problemática: ¿Cómo hacer rendir los fondos en un proyecto que requiere de equipos carísimos? "Hagamos trampa" dice Ignacio Brescia, bioquímico, al recordar el momento, "juntemos varios proyectos". La unión hace la fuerza, dicen, y también hace rendir la plata. El grupo se unió a antiguos compañeros de laboratorio de la Universidad de Chile, y juntos, se les ocurrió una idea ¿Por qué no ofrecer el espacio a todos los científicos que lo necesiten? Así, en enero de 2015 comenzó el piloto de LabSpace. "(se) empezó a pasar la voz de que estábamos haciendo esto y empezó a llegar harta gente que tenía la misma idea de hacer un proyecto de emprendimiento, pero no tenía dónde ni cómo financiarlo porque todas las incubadoras te piden que ya tengas un prototipo, que tengas algo funcional" dice Ignacio.

LabSpace, en pocos meses, se ha convertido en un espacio donde jóvenes científicos pueden, no solo encontrar un espacio para trabajar en sus proyectos nacientes con infraestructura y equipos que no podrían encontrar fácilmente en otros lados, sino además recibir mentoría de este grupo de científicos que, junto a un ingeniero comercial y un abogado, asesoran proyectos en base a las necesidades del mercado. La idea es que ningún proyecto que aquí se geste termine solo como un paper más, acumulando polvo en la biblioteca de alguna universidad.

Espacio de coworking y mentoría

"El emprendimiento científico nunca había tenido una plataforma dónde poder florecer" dice Leo Nunes, ingeniero comercial y jefe de finanzas de LabSpace, "no solo queríamos construir un laboratorio solo para nosotros. Queríamos generar un movimiento de innovación científica".

Quienes acceden a LabSpace tienen a su disposición un laboratorio con sonicador, cámara de flujo laminar, baño termorregulador, espectrofotómetro, transiluminador, balanza analítica, estufa incubadora, campana de extracción, entre otros equipos. Además existe una sala de co-work, sala de reuniones, espacios comunes y una sala de prototipado con impresora 3D, torno, CNC y herramientas de precisión. Los horarios se coordinan en base a una plataforma web y los espacios se pueden acceder desde las 9 de la mañana a las 6 de la tarde, aunque Ignacio, hoy director ejecutivo de LabSpace, confiesa que son flexibles. No está de más decir que LabSpace es equity free, todos los derechos los mantienen sus creadores.

El lugar físico es solo un aspecto del trabajo que se hace aquí, ya que Ignacio, Leo y el resto del equipo se encargan de que cada proyecto que pase por aquí tenga viabilidad comercial. "Lo que se quiere es dar un valor agregado a los proyectos que pasen por aquí" dice Leo "que tengan una noción que puede que tenga la mejor idea, pero si no existe un mercado, si no existe una forma de comercializar esto y de que se transforme en un proyecto viable que llegue al mercado final, no va a ser un emprendimiento exitoso, o no va a poder desarrollarse más allá de ser una tesis". La mentoría de los proyectos que realiza el equipo busca aterrizarlos al mercado, a las necesidades de la industria, darle los tips básicos para postular a fondos y sugerencias claras de lo que se puede mejorar.

El grupo de científicos, donde también participa el biotecnólogo Ricardo Doberti y el bioquímico Rodrigo Leyton, citan un caso particular de un exitoso emprendimiento biotecnológico que se encarga de hacer un aditivo para la leche de los terneros que los vacuna contra ciertas enfermedades que hay en los campos. Inicialmente, el proyecto usaba la misma tecnología para agregar al agua que se ocupa para lavar verduras y así para desinfectarlas. "Lo encontraron una idea fantástica, genial, hermosa, estupenda, pero nadie se las compraba, porque realmente el mercado no era eso" dice Ricardo, "la gente que se intoxicaba por mal manejo de alimentos era tan poca y, generalmente, (...) los costos de eso no los corrían quienes manejaban los alimentos, así que no les interesaba comprar nada". "Finalmente se tiraron a esto de los terneros donde les ha ido extremadamente bien, entonces, en el fondo a veces hay buenas ideas, pero están mal enfocadas" complementa Ignacio.

LabSpace busca ser el lugar donde otros proyectos aprendan las lecciones que deja el caso anterior, y donde tengan la misma posibilidad, la de equivocarse y volver a empezar, asesorados por profesionales del área que han vivido el mismo proceso en carne propia. "Una de las cosas muy comunes en el emprendimiento es que uno tiene que ser resiliente al fracaso, pero cuando uno está en un experimento, y hay experimentos que fallan y rendir cuentas, especialmente cuando estás en la Universidad, estás con tu tesis, esos fracasos suelen calar mucho más hondo que en cualquier otro emprendedor porque el iterar,no se vuelve algo tan trivial" dice Ricardo, "No es como Ah, ya, bueno, dejo de trabajar con estos químicos y comienzo a trabajar con estos otros, porque eso significa que tengo que invertir 4 millones más en comprar todos los otros equipos". LabSpace, en palabras del bioquímico, es un lugar donde científicos en las primeras fases de sus emprendimientos pueden "pegarse sus porrazos en un ambiente que sea más tolerante a esos fracasos".

El éxito ha sido rotundo. En apenas cuatro meses, LabSpace aloja doce proyectos científicos, de los cuales seis tienen financiamiento. "Hemos tenido súper buen feedback y súper buen recibimiento de la gente, porque es algo que, en Chile particularmente, las ciencias y el sector productivo habían estado tan desligados que ya tenías gente en la Academia que realmente no sabía nunca si realmente lo que estaba haciendo iba a llegar a algún puerto, a la sociedad, algún día. Y realmente esa desesperación, por así decirlo, fue que nació todo esto, y que gracias a eso ha prosperado" dice Ricardo.

En mayo comenzará la remodelación del piso que ampliará sus instalaciones. También se encuentran actualmente haciendo gestiones para expandir LabSpace a otras regiones.

De la ciencia a la industria y viceversa

Pero, en Chile, el problema de conexión entre ciencia e industria no es unidireccional. Así lo ve Leo, "desde el punto de vista de los negocios, tú nunca ves a la ciencia como una alternativa viable". El ingeniero comercial de la Universidad del Desarrollo, en su experiencia, cree que hay un sesgo cuando se habla de emprendimiento: "El 99,9% de los emprendimientos consisten en dos áreas: importar y vender o hacer apps. Simplemente nadie en el mundo de los negocios entiende la ciencia, nadie".

Para ello LabSpace, a través de la ONG sin fines de lucro que la engloba, la fundación Instituto de Investigación Austral, se acerca a las empresas para tomar sus problemáticas y bajárselas a científicos. "Eso te permite ocupar capital humano y les aseguras a ese capital humano que va a tener una demanda por lo que desarrollen, porque hay una empresa que lo necesita" dice Ignacio.

También beneficia a la empresa, ya que obtienen un pequeño equipo de científicos 100% enfocados en su problema, libres de distracciones que pueden acarrear grupos de investigación más grandes con varias metas en mente. "Se trata de transformar estas problemáticas en startups de gran potencial" dice Leo.

Patentes versus Papers: La batalla final

Iniciativas como LabSpace se enmarcan en una lucha que ha sido endémica desde hace varias décadas: La prevalencia de la Academia por sobre la ciencia aplicada en la industria.

"Nunca ha habido una universidad o un centro de investigación enfocado en los negocios, enfocado en la producción del país. Siempre es enfocado a lo académico, al paper, entonces, cuando alguien está estudiando una carrera científica, la escuela que recibe es esa. Yo veo que mis ídolos en el mundo científico son los que ahora son profesores, entonces yo quiero seguir ese camino" dice Ignacio, quien recuerda a profesores quienes, hace no más de 10 años, declaraban que usar la ciencia en la industria era prostituirla. "Lo que nos mueve, lo que nos hace estar acá (...) es que todos creemos en esto de que la ciencia, cuando se aplica, le genera un beneficio al hombre. Nosotros queremos generar ciencia en Chile para Chile" agrega.

El potencial está ahí. El número de impacto del científico chileno promedio, que tiene que ver con cuántas citas tienen sus publicaciones, es comparable con el de Japón, EEUU y Europa. También están las ganas de generar un cambio. La semana pasada destacamos la iniciativa Mi ciencia, mi país que busca premiar a proyectos "cuyo trabajo esté vinculado a mejorar la calidad de vida de los chilenos", en línea con lo que busca este grupo de científicos.

"Ha habido un cambio de mentalidad, de conectarse más con el mundo de los negocios, pero nadie sabe cómo, porque no hay escuela", dice Ignacio. Uno se va de LabSpace con la fuerte convicción de que ésta es.

¿Cómo acceder a LabSpace?

Puedes enviar un correo a contacto@stgolabspace.com o comunicarlos vía Facebook. El proceso consta de una evaluación de la idea por parte del equipo (en términos generales, no es necesario decir exactamente cuál es). Si es positiva, se trabaja en conjunto para generar un proyecto que pueda postular a financiamiento. Una vez que se tengan los fondos disponibles para cubrir la cuota, se les da acceso al lugar. LabSpace está dirigido a proyectos en etapas iniciales.

¿Crees que el papel de la ciencia en Chile no tiene la importancia que le corresponde?