*Esta nota fue publicada originalmente en 2015.
Dos, cuatro, seis, ocho, diez, y ahí hay uno con problemas neurológicos. Uno de cada 10 niños o jóvenes en el mundo está siendo diagnosticado hoy con un trastorno que le impide aprender de manera normal si no es con medicamentos. Es el famoso déficit atencional ¿qué tan real es?
La evidencia científica actual respalda el diagnóstico y tratamiento del Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), reconoce factores genéticos, como también los ambientales que dependen del contexto de la persona. ¿Pero es la inquietud y desconcentración de los niños en la sala de clases un problema neurológico? Repetimos, uno de cada diez tiene que medicarse. Algo curioso hay ahí.
Gran sorpresa se llevaron todos cuando corría por las redes que "el creador" del TDAH negó la existencia de la enfermedad. El cuento no es tan extremo como muchos quieren que sea, en realidad Leon Eisenberg, pionero en los estudios de este trastorno, poco tiempo antes de morir declaró al diario alemán Der Spiegel: "El TDAH es un excelente ejemplo de una enfermedad fabricada" y agregó, "La predisposición genética a TDAH se ha sobrevalorado completamente".
Quedémonos con eso, que es el centro de la discusión: estamos diagnosticando con este síndrome más de la cuenta, casi a destajo, y enfrentando otros problemas con fármacos como tratamiento principal. Hay quienes encuentran en el famoso Ritalin o similares la cura a todos los males.
No se trata de negar del todo el trastorno en cuanto tal, pero varios especialistas han concluido que practicamente no existe, pues aseguran que sus síntomas se originan por múltiples factores, más allá de los neurológicos: sociales, otras enfermedades no diagnosticadas o procesos cognitivos diferentes.
Con más de 50 años de experiencia, el neurólogo estadounidense Richard Saul, ha descubierto variadas causas subyacentes que se ignoran cuando se presentan síntomas del TDAH (desconcentración, interrupción, dificultad para sentarse o mayor impulsividad, entre otros). Afirmando que esta enfermedad no existe como tal, asegura que si los especialistas son capaces de identificar estas causas y tratarlas, pueden ayudar de forma mucho más efectiva a sus pacientes. Lo mismo plantean psiquiatras franceses, como hace un tiempo les contábamos en este artículo.
En esta misma línea, dos expertos llevan años trabajando en Chile para desmitificar el uso y abuso del TDAH, ofreciendo otro enfoque con resultados efectivos.
Tomarse un paracetamol y adiós dolor de cabeza, un ibuprofeno y adiós dolor muscular. ¡Santo remedio! Y para muchos padres, también lo es encontrar una solución al trastorno de déficit atencional en sus hijos en una pastilla. Entendible.
Sin embargo, otra mirada propone ver más allá de lo inmediato. La psicóloga Sylvia Langford y el pediatra José Soto Luque, han buscado explicaciones más integrales para entender qué es lo que realmente está afectando a los niños hoy en día y por qué medicarlos, sin detenerse en el origen del problema, es uno de los peores errores que podemos cometer como padres y educadores.
Esto, no solamente porque un diagnóstico apresurado nos aleja de la raíz del problema, sino porque los medicamentos pueden tener efectos secundarios que van desde problemas para dormir, hasta incluso la anorexia.
Por eso, ambos profesionales coinciden en un camino de sanación fuera de los remedios, donde se genere un equipo entre terapeutas, padres, colegios y niños para descubrir el origen de las dificultades.
¿Cuáles son los principales factores ambientales en los niños que se diagnostican con déficit atencional?
- Los padres
"No fueron los niños que cambiaron, sino nosotros que no quisimos hacer lo que tenemos que hacer", asegura la psicóloga Sylvia Langford.
En su experiencia atendiendo a más de 14 mil pacientes, notó que la falta de atención y concentración eran conductas que se podían entrenar. Los niños de hoy nacen con las mismas características que los de ayer ¿por qué hay tanto déficit atencional? Sylvia asegura que tienen problemas de conducta o atención, porque tienen padres que no saben decir que no.
El adulto le dice al niño haz lo que quieras, pero después le exige que haga cosas que no le ha enseñado. Si le construimos un mundo que no es real, donde todo es rápido, entretenido y fácil, sin que experimenten el esfuerzo y los logros, no podemos esperar que respondan con autocontrol.
Con su formación de deportista, le pareció bastante sutil que porque un niño no se sentara en el colegio, empezaran a surgir problemas. La psicóloga se pregunta ¿será que el niño no puede sentarse o no quiere? ¿Y por qué no quiere?
"En un avión sí se sientan y están ahí (…) Y nunca se ha dicho en las noticias que niño se lanza al espacio, porque la aerolínea les dice que deben estar sentados. Si fuera algo neurológico no se podrían sentar".
Es decir, plantea que sí son capaces de estar quietos, de concentrarse cuando tienen voluntad y que la tecnología no es la culpable, asegura, pues para jugar con un tablet, los niños no tienen ningún problema de concentración. Está en los hábitos, agrega, algo que requiere esfuerzo de los padres y educadores.
"Los niños hoy son medicados porque los adultos cambiamos, porque creímos que el amor era sobreprotegerlos y darles todo lo que quieran, en vez de crear seres humanos con valores y hábitos que le permitan vivir en sociedad", recalca Sylvia.
Al hacerlos depender de una píldora hay un efecto en la psicología también, les estamos diciendo que no son capaces de hacer las cosas sin sus medicamentos, invalidando sus capacidades.
"Lo más tremendo es que el niño hoy no es protagonista de su aprendizaje, le estamos cortando las alas, porque depende de medicamentos y de sus papás. Luego se convierte en un adolescente que no es capaz de hacer nada solo", afirma la piscóloga.
Gran parte de los niños tienen un problema de voluntad, nos explica, mientras los adultos creen que son hiperquinéticos y no se pueden concentrar. Comenzó así a trabajar con los padres, enfocándose en la paciencia y claridad con la que educaban a sus hijos, destacando la formación de hábitos y valores. Así es como derivó en su método Langford.
- Sistema educativo
Y está también el sistema educativo al que están sometidos los niños. Sin demonizarlo del todo, es necesario preguntarse ¿por qué todos han de calzar en un mismo tipo de enseñanza? ¿no será un tanto rígida la educación que estamos dando en los colegios? Piensen ustedes mismos en las jornadas cuando eran alumnos.
"Nuestro sistema educativo, si cualquier persona lo analiza, está enfocado solamente a requerir información, coleccionar conceptos y memorizar, cualidades del cerebro izquierdo (…) Los contenidos se enfocan mucho en lo intelectual y no en una visión más amplia del ser humano, porque está enfocado en tener seres productivos económicamente y no seres felices, es decir, productivos 'socialmente'", nos cuenta José Soto Luque.
El cerebro derecho, artista o creativo, tiene otro tipo de cualidades, habilidades, además de la empatía y desarrollo comunitarios, queda fuera de estos márgenes. Para este pediatra, es la educación misma la que está enfermando a los niños con déficit, violencia, problemas alimenticios y obsesiones.
- Masividad de la enseñanza
Luque agrega que, además, al ser una educación masiva (40 alumnos por sala) y muy exigente en cuanto a contenidos conceptuales, los profesores pierden la oportunidad de ver la individualidad de cada niño. Aquel que se sale del rebaño, es tildado con la etiqueta del déficit atencional y necesita tratamiento médico.
"Son incluso los profesores mismos están haciendo los diagnósticos (…) Los mandan a neurólogos que le van a dar el químico", asegura José.
Esto centra la pregunta en la individualidad de cada niño ¿por qué no está poniendo atención? Para Luque es un escándalo que a un niño que no pone a atención, se le atribuya el problema a algo neurológico tan rápidamente: "La gran mayoría son por bloqueo emocional o por pensamiento artístico, que no están en colegio adecuado (…) No tienen déficit, tienen multiatención, pero ponen atención en lo que les interesa".
¿Qué hacer entonces con el supuesto déficit atencional? El enfoque que promueven ambos profesionales tiene que ver con la manera en que les enseñamos a los niños, como padres y profesores, donde deben estar presentes en primera instancia el cariño, la paciencia y la claridad.
"Biológicamente y neurológicamente somos seres amorosos, estamos diseñados para aprender desde el amor", algo que tiene que ver con la teoría del apego y del vínculo, explica Soto. Por eso plantea un tratamiento desde la orientación antroposófica de Rudolf Steiner.
"No somos autómatas, no somos herramientas de trabajo productivas, por eso tengo que tener un acercamiento cuidadoso cada vez que le doy algo a un niño. Hay que ver al niño como un legítimo otro". Al mirarlo en su individualidad es posible entender su conducta y esclarecer las razones detrás de ella para atenderlas ¿Ritalin? Aquí no tiene la última palabra.
Sylvia se enfoca en cambiar la manera de enseñar del adulto. Su método de tratamiento reflexiona sobre la importancia de éstos como autoridad o guías, el trabajo sistemático en la formación de hábitos y valores, además del liderazgo y el trabajo en equipo en empresas.
Tenemos que explicar con claridad a un niño qué significa portarse bien y con paciencia, repitiendo, explicando, qué significa el autocontrol y por qué es importante. Esto lo ha probado obteniendo resultados de alto impacto a niveles comunales en sectores muy complejos.
"Si quiero un niño tranquilo, por qué le grito. Si quiero un niño que valore el trabajo, por qué pierdo la paciencia. ¿Por qué no creo en los niños, por qué le hago las cosas? Y si todo esto se resuelve con un problema llamado déficit atencional…".
Con estos planteamientos y tratamientos que han resultado efectivos en su ejercicio, el pediatra y la psicóloga nos plantean una nueva manera de mirar a los niños con dificultades de atención, concentración e hiperactividad. ¿Es siempre su cerebro el problema y la medicina la respuesta? Como adultos tenemos que hacer la reflexión.