No lleva mucho tiempo como profesor, no tiene años de experiencia, tampoco muchos años desde que él mismo terminó de estudiar en la universidad. Pero nada de eso le impidió a Pablo Rodríguez crear el mejor proyecto de aprendizaje servicio del 2015, según la evaluación de la Red Nacional de Aprendizaje y Servicio (REASE).
Pablo es fonoaudiólogo, egresó en 2012 de la universidad y recién el año pasado entró a impartir clases como profesor en reemplazo en la Universidad de Valparaíso. El ramo que tuvo a cargo fue el de Responsabilidad Social en Fonoaudiología, que se impartía en el primer año y de forma obligatoria.
Entonces le surgió una inquietud en esta nueva aventura de ser profesor: ¿cómo interesar y motivar a los alumnos? ¿cómo hacerles ver la importancia de lo que estudian no sólo para su propio éxito profesional, sino para la sociedad? Entonces decidió utilizar la metodología de Aprendizaje y Servicio, la cual mezcla la educación superior con el servicio social, como explicamos más en detalle en este artículo.
Primero estableció lo básico; los contenidos analizados y llevados a la práctica serían la ética, responsabilidad social, inclusión social y humanización en la salud. Después, dividió a su curso en ocho grupos los cuales tuvieron que encontrar un socio comunitario (un grupo a quien ayudar e impactar socialmente).
Para él todo esto era nuevo, primera vez haciendo clases y, por ende, primera vez probando esta metodología.
"Este proyecto que presenté (para el concurso) es una experiencia que tuve como profesor", cuenta feliz, y agrega que su objetivo era "entregar contenidos que prepararan a los alumnos para enfrentarse a esta realidad social y comunitaria (...) ya que iba a ser el primer acercamiento que tendrían con la comunidad".
Cómo ya explicamos más arriba, Pablo dividió al curso en ocho grupos, que presentaron proyectos de intervención en comunidades vulnerables. Para llegar a eso, los estudiantes tuvieron que estudiar las comunidades y así levantar información sobre las necesidades que tenían.
La forma en que se hizo este proyecto fue con la implementación de talleres grupales, que se llevaron a cabo en sesiones semanales a comunidades ubicadas en Valparaíso, Viña del Mar y Quillota; dos comedores sociales, dos hogares de niños, una residencia de adultos mayores, una agrupación de jóvenes y otra de personas con discapacidad intelectual.
Una de las características notables de la experiencia, es que se llevó a cabo con alumnos de primer año, cuando lo habitual es que este tipo de experiencias las realicen estudiantes de cursos superiores. "Sentían mucho miedo, estaban muy inseguros, porque sentían que no tenían los conocimientos básicos fonoaudiológicos (...) esto fue interesante para lograr que se sintieran seguros".
Según cuenta Pablo, uno de los proyectos que se realizaron fue con la Agrupación Ángeles de Concón, que está constituida por padres, niños y jóvenes con discapacidad intelectual y parálisis cerebral, todos quienes tienen vulnerabilidad social. Aquí los alumnos se dedicaron a estimular las habilidades cognitivas, promoviendo a la vez la independencia de estas personas en actividades de la vida cotidiana.
Más allá de del beneficio social del ejercicio, el proyecto de Pablo demostró resultados concretos que evidencian el impacto que este tipo de aprendizaje puede tener en los propios estudiantes.
"Es aplicar lo que aprenden en la sala, es un proyecto que busca beneficiar a los mismos alumnos", explicó.
Y los beneficios que reflejaron los alumnos estuvieron muy por sobre lo que se esperaba. Según la evaluación académica que realizó el profesor, en cuanto al impacto académico y cognitivo, un 88,6% logró desarrollar el conocimiento conceptual de fonoaudiología, mientras que un 97% logró entender en qué consiste la ayuda comunitaria en salud.
Sobre uno de los grandes objetivos de Pablo y su curso, que era que aprendieran de inclusión social y pobreza, un 94% desarrolló más conciencia y comprensión en las realidades que conocieron.
En cuanto a lo ético, un 97% terminó con mayor disposición a escuchar nuevos puntos de vista y perspectivas y el 83% sintió que desarrolló habilidades que le permitirá tomar decisiones independientes sobre aspectos morales.
En cuanto al miedo inicial que sentían los alumnos, un 94,2% logró mayor conocimiento de sí mismo, lo que se tradujo en seguridad sobre su trabajo. Además, también un 94,2% logró fortalecer su capacidad de afrontar y adaptarse a situaciones adversas.
Por último, un 88,5% piensa que desarrolló otros aspectos de su formación profesional, mientras que más de un 83%, luego de pasar por esta experiencia, siente más entusiasmo en continuar estudiando en la carrera de fonoaudiología.
El proyecto de Pablo, junto con otros 23, serán presentados en el encuentro nacional de REASE Chile el próximo 22 de enero en la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica de Chile (Salón de Honor), en Santiago. En el encuentro se expondrán las mejores formas de implementar el aprendizaje y servicio, donde se buscará un camino para lograr institucionalizar la metodología en las distintas universidades e instituciones.
Del total de proyectos que postularon, habrá presentaciones en sala de los 12 mejores proyectos y los otros 12 que siguen podrán exhibir los proyectos en formato póster.
La entrada es gratuita para estudiantes y socios comunitarios, $5.000 para miembros de REASE y $10.000 para público general. Para más información, se puede ingresar al siguiente link.