Imagen: Felipe Muhr

El olvidado proyecto que propuso "túneles generadores de viento y tormentas" en el San Cristóbal

La revolucionaria idea buscaba crear una especie de atmósfera artificial que pudiera mejorar la calidad del aire de la capital, a través de un sistema de túneles y chimeneas que facilitara la ventilación de la ciudad desde la punta del cerro San Cristóbal.

Por Rodolfo Westhoff @rwesthoff | 2016-01-25 | 11:12
Tags | Santiago, cerro, Chile, plan, historia

No hay nada como ver la Cordillera de los Andes en “HD” después de varias horas de lluvia en Santiago. Como resultado de las precipitaciones, algo tan básico como el aire limpio siempre termina transformándose en uno de los principales temas de conversación durante las primeras horas del día... además de saturar el timeline de los usuarios de Instagram con imágenes del cielo casi inmaculado.

Y es que, como todos saben, quienes vivimos en la capital no estamos acostumbrados a eso. Los autos, las industrias, las chimeneas, etc., hacen de las suyas para mantener el aire en una casi constante tonalidad gris. Pero de todos los factores, el posicionamiento geográfico de la ciudad es el mayor culpable del problema del aire de Santiago.

De muestra un botón: la semana pasada, el incendio de un vertedero en la comuna de San Bernardo generó una gran capa de humo que se extendió durante varios días. Y aunque el incidente en sí no es menor, el que el asunto se prolongara por tanto tiempo tiene mucho que ver con la geografía capitalina y su poca ventilación.

Este problema que afecta a Santiago se debe a un fenómeno llamado “inversión térmica”. En este caso, se debe a que la ciudad está emplazada entre el Océano Pacífico y la Cordillera de los Andes. Por lo tanto, las masas de aire frío que vienen desde la costa se mezclan con las de la tierra, las que a gran altura terminan creando una “capa de inversión” encima de la ciudad. Así, el aire proveniente de la superficie no puede traspasar esa zona, debido a que es más fría y más densa que la masa que intenta subir, por lo que termina estancado bajo dicha capa.

Ante este escenario, un arquitecto analizó el caso y en el 2010 presentó un proyecto que, creía, pondría fin a la inversión térmica a través de un parque atmosférico; todo esto situado en un Santiago del futuro. Y por muy loco que suene ahora, la idea de esto era crear una atmósfera artificial que facilitara el flujo de las masas de aire de la ciudad a través de un sistema de torres.

Una nueva atmósfera para Santiago

Fue Bernard Tschumi, un arquitecto nacido en Suiza en el 1944, quien craneó todo este experimento arquitectónico/meteorológico. Frente al fenómeno de la inversión térmica, Tschumi se percató que el cerro San Cristóbal se eleva aproximadamente a unos 300 metros sobre Santiago. Altura que en algunos momentos coincide con la famosa capa (ya que esta sube y baja según la hora del día y la época del año), lo que lo transformó en el terreno ideal para emplazar su parque atmosférico.

El proyecto recibió el nombre de “Atmosphere Park” o “Parque Atmósférico” y en teoría funcionaría así: seis enormes torres de 140 metros de altura unidas a seis túneles subterráneos atraviesan al cerro San Cristóbal. De esta manera, cuando la capa de inversión baja hacia la ciudad, las torres se encuentran sobre el nivel de esta, acumulando energía debido al movimiento de masas de aire. Ahí, entran en juego los túneles subterráneos, que extraen aire desde la ciudad hacia las torres, el que es calentado a través de las velas solares desplegables de estas mismas.


Una de las torres del sistema. Plegadas se ven las velas solares. Fuente: Bernard Tschumi Architects

A partir de este proceso, se crea una capa de turbulencias que se sitúa entre el aire contaminado proveniente de la ciudad y la masa de aire caliente de las torres. Finalmente, la generación de corriente térmica inicia un proceso de liberación de energía producto de la convección almacenada (es decir, el movimiento de las masas de aire de distintas temperaturas), desencadenando fuertes ráfagas de viento y una tormenta eléctrica diaria, lo que supuestamente eliminaría el smog de la ciudad y favorecería la ventilación de las masas de aire.

De esta forma, decía el arquitecto, se termina limpiando y refrescando el aire capitalino. Además de instaurar la tormenta eléctrica diaria como un ícono de la ciudad, que a su vez pueda ser reconocido a nivel global. Algo así como los vientos de Chicago o la bruma de Londres.

Digan lo que quieran, pero eso de generar una tormenta eléctrica a elección, sería digno de ver.

Un fuerte complemento social

El proyecto, aparte de buscar resolver el problema de la contaminación del aire de Santiago, también pretendía solucionar un gran problema capitalino: la desigualdad social. De hecho, en la presentación de su Parque Atmósfera, Tschumi hace alusión a los dos Santiagos que se pueden apreciar desde el cerro San Cristóbal: el del este, con sus parques y rascacielos; y el del oeste, con “estructuras informales de poca altura”.

Por lo mismo, los seis túneles subterráneos estaban diseñados para funcionar como una especie de vínculo estrecho en la ciudad, pudiendo así unir el sector centro-oriente de la ciudad, con la zona norte.

Túneles y funciones. Fuente: Bernard Tschumi Architects

Y la manera de hacerlo sería entregándole a cada túnel una funcionalidad distinta. Por ejemplo, uno estaba destinado a ser un espacio de clubes nocturnos que se extendería por casi un kilómetro. En tanto, dos túneles estarían destinados a servir como transporte, mientras que los tres restantes funcionarían como museos de arte, un centro financiero y una universidad técnica.

Para Tschumi, este proyecto consagraría a Santiago como una ciudad del siglo XXI, con un fuerte compromiso con la sustentabilidad y el progreso, el que se vería reflejado en las seis torres en la cúspide del cerro San Cristóbal.

Quizás en un tiempo más…

Lamentablemente, el proyecto estaba diseñado para un Santiago del futuro, así que nunca pasó de una propuesta conceptual: jamás se realizaron estudios serios para analizar su factibilidad, ni se hizo compromiso alguno desde las autoridades para analizar la propuesta. Ni siquiera en la experiencia internacional existe algo similar a qué echar mano.

Sin embargo, y aunque la idea tiene muchas interrogantes y factores cuestionables, lo inusual de la propuesta no debería hacernos descartarla de plano sin ningún análisis; sobre todo cuando aborda un problema que se sigue combatiendo con las mismas medidas todos los años, sin grandes logros ni solución definitiva a la vista. Después de todo ¿cuántas tecnologías que en algún momento parecieron simple fantasía, hoy utilizamos todos los días?

¿Qué te parece este proyecto? ¿Cómo crees que se podría combatir el problema del aire en Santiago?