Imagen: César Mejías

¿Hasta el cuello? 3 pasos clave para ordenarse con las deudas

No sales de la costosa Navidad cuando el verano y sus vacaciones suma más gastos adicionales, y cuando aquello termina, se aparece marzo. Y así, nos pasamos todo el año pagando deudas y más deudas. ¿Cómo detener el círculo vicioso?

Por Magdalena Araus @mmaraus | 2016-01-28 | 11:50
Tags | crédito, deudas, presupuesto, endeudamiento, gastos, ingresos, Caja Los Andes

"Lo pago al mes siguiente", "tres cuotas" y "darse un gusto no hace mal" son tres malas juntas que vemos más seguido de lo que deberíamos en el mes y que evidencian que gastamos más de lo que podemos. Sí, es la verdad, gran parte de los mortales somos desordenados con nuestras finanzas: creemos tener todo controlado, hacemos cálculos mentales de cuánto estamos gastando versus lo que estamos ganando que nos hacen creer que tenemos todo bajo control, pero cuando llenamos una planilla Excel (si es que alguna vez lo hacemos) con verdadero rigor, nos damos cuenta que estamos con el agua hasta el cuello. O hasta el techo.

Es que en general recordamos y anotamos sólo algunas cosas, sin darnos cuenta cómo se suman y acumulan los gastos menores; nos pasamos de nuestros límites; nos tropezamos con una contingencia inesperada y terminamos pagando con el sueldo del mes siguiente la deuda del anterior, o ahorramos la mitad de lo que habíamos planeado. ¿Cómo ordenarse y no endeudarse de más?

El principal problema es la falta de planificación y, sorprendentemente, armar un buen presupuesto mensual no resulta complicado y es un ejercicio que tiene mucho más impacto de lo que podríamos pensar. Estos son los 3 simples pasos a seguir.

Paso 1: Priorizar necesidades

Sí, con la tarjeta de crédito nos da para comprar una tele mejor, es verdad. ¿Pero tiene que ser este mes? ¿No podemos esperar dos más y así juntar la plata en vez de endeudarse? ¿No habrá un descuento un poco más adelante (por ejemplo, un cybermonday)? ¿O no nos bastará un modelo más pequeño o antiguo, que podemos comprar más barato en un outlet o poco usado?

Muchas veces nos creamos necesidades que realmente no tenemos. Gastamos para cubrirlas y sentir una sensación de bienestar ilusoria que nos satisface a corto plazo. En esa rueda, acabamos endeudándonos.

Si tenemos claras y priorizadas las necesidades personales y familiares, será mucho más fácil distinguir las urgentes de las secundarias, que son impuestas por el medio, los amigos o la publicidad (porque sí, todos caemos) y de las que podemos prescindir.

Para considerar nuestros gastos esenciales tenemos que hacernos 4 preguntas:

  • ¿Puedo vivir sin el producto o servicio que deseo?
  • ¿Puedo aplazar la obtención de ese producto o servicio?
  • Si yo lo creo esencial... ¿Este producto o servicio es considerado como esencial por otras personas? ¿Por qué?
  • ¿Puedo reemplazar o eliminar este producto o servicio de mi presupuesto?

Paso 2: Organizar presupuesto familiar (o personal)

Para planificar el presupuesto es importante tener un proyecto de vida personal y familiar, definir objetivos a mediano y largo plazo, para poder definir acciones que nos lleven a esas metas tomando en cuenta los recursos que tenemos. Como bien dice el refrán: "la diferencia entre un sueño y un objetivo, es una fecha". Los sueños vagos rara vez se realizan, pero si nos ponemos un plazo para ejecutarlos, se transforman en acciones.

Luego, viene un paso esencial: llenar una tabla muy detallada con nuestros gastos e ingresos, para concientizarnos de qué gastos reales hacemos y ver en cuáles aspectos nos estamos creyendo rey Midas. Así pronosticar y controlar nuestros gastos para poder ahorrar mejor o pagar ordenadamente las deudas.

"Hacer un presupuesto es una buena manera de tangibilizar los gastos y parar con las tentaciones de comprar y comprar", explica Jaime Fernández, Gerente de Productos y Servicios Financieros de Caja Los Andes. "Mientras antes se haga, mejor, uno empieza a ordenarse, se crea una cultura de gastos versus ingreso y se empieza a ahorrar".

*Esta es la tabla que recomiendan en Caja Los Andes para planificar el presupuesto, para ampliarla, haz click sobre la imagen. 

Escribir el presupuesto y tenerlo a la vista ayuda mucho, asegura Fernández, pero si prefieres algo más tecnológico, puedes probar alguna de estas apps para controlar gastos.

Paso 3: Entender los créditos (y su verdadera utilidad)

Endeudarse en sí no es malo –de hecho, los hombres de negocio, los millonarios e incluso los gobiernos lo hacen con frecuencia, para invertir manteniendo la liquidez– lo malo es hacerlo sin sentido.

Están las líneas de crédito de nuestras cuentas y tarjetas bancarias y comerciales, que a veces ayudan a hacer más llevaderos los gastos grandes (si lo hacemos con responsabilidad), pero pedir un crédito debiesen ser ligas mayores: sólo para invertir en proyectos, estudios, para financiar alguna gran emergencia de salud; no para aliviarnos las deudas de nuestro consumismo recurrente.

La idea es tomarlo solamente cuando es estrictamente necesario, recalca Fernández, y sólo si tenemos la posibilidad real de hacernos cargo de la deuda. Aquí es importante entender los diversos tipos de créditos que hay, sus características y para qué sirven:

- Crédito de consumo: monto de dinero que otorga una institución crediticia a personas para la adquisición de bienes o pago de servicios. Normalmente es pactado para ser pagado en el corto o mediano plazo (1 a 4 años).

- Crédito hipotecario: crédito que se otorga para la adquisición de una propiedad, con la garantía de la hipoteca sobre el bien adquirido o construido. Normalmente es pactado para ser pagado en el mediano o largo plazo (8 a 40 años, aunque lo habitual son 20 años).

- Tarjetas crediticias de casas comerciales: documentos que permiten disponer de un crédito otorgado por una institución financiera para ser usado como medio de pago en la compra de bienes o servicios en comercios que tengan habilitado este sistema.

¿Cómo sé cuál me conviene más? La forma universal de comparar créditos es la famosa Carga Anual Equivalente (CAE), monto que incluye no solamente la tasa de interés, sino también otros gastos asociados al crédito que no siempre contemplamos, como gastos notariales o seguros. A mismo plazo y mismo monto, siempre será más barato el crédito que tenga la CAE más baja.

El otro indicador útil para que no nos confundamos al tomar un crédito es la Tasa de Interés Corriente (TIC), la tasa calculada mensualmente por la SBIF (Superintendencia de Bancos e Instituciones financieras) que muestra la tasa promedio a la cual se están otorgando los créditos en Chile.

Bonus: ¿Y si ya tengo muchas deudas?

Si ya están ahí esos números rojos, hay que trabajar con ellos lo mejor posible. La principal recomendación de Fernández es consolidar las deudas. ¿Qué significa eso?

Agruparlas o juntarlas para debérsela a una sola institución. La pesadilla es el "bicileteo" de ir pagando unas tarjetas con otras o tener distintas tasas que nos confunden y plazos variados. Eso sí, esto no incluye la deuda por pago de dividendo, que corre aparte.

"Financieramente, cuando aumenta el monto de la deuda, la tasas son más baratas. Al juntar los montos se ordena, y se puede programar con un nuevo plazo más realista", explica el experto.

Las deudas nunca deben sobrepasar el 25% de los ingresos y de ser así, hay que buscar la consolidación para bajar las cuotas y alargar los plazos.