“Es hermosa y múltiple la tarea que tenemos por delante, restablecer un clima de respeto y de confianza en la convivencia entre los chilenos, cualesquiera que sean sus creencias, ideas, actividades o condición social, sean civiles o militares. (Fuertes pifias) ¡Sí señores! ¡Sí compatriotas! ¡Civiles o militares! ¡Chile es uno solo! (largos aplausos) “Las culpas de personas no pueden comprometer a todos. Tenemos que ser capaces de construir la unidad de la familia chilena”.
El anterior fue el histórico discurso que Patricio Aylwin dio el 12 de marzo de 1990 en el Estadio Nacional, un día después de asumir el primer gobierno democrático de Chile, tras 17 años de dictadura militar, después de ganar las elecciones de diciembre de 1989 con un inédito 55,17% de los votos frente al candidato oficialista, Hernán Büchi.
Y es que es imposible no hablar de este Presidente de Chile que se transformó inmediatamente en personaje histórico al volverse en un ícono y en una figura emblemática del período de transición y de la vuelta a la democracia en nuestro país.
¿Quién fue Patricio Aylwin?, ¿Cuál fue su rol durante la UP y la posterior dictadura? ¿Qué desafíos tuvo que asumir? ¿Cuáles fueron los principales hitos que marcaron su gobierno? Aquí te lo contamos.
Patricio Aylwin Azócar nació el 26 de noviembre de 1918 en Viña del Mar, donde vivió sólo sus primeros años de vida, para luego trasladarse a Valdivia donde realizó sus estudios primarios. Hijo de Laura Azócar y Miguel Aylwin, destacado abogado y juez que llegó a ser en 1957 presidente de la Corte Suprema.
Sus estudios secundarios los realizó en Santiago, egresando del Internado Nacional Barros Arana, para luego realizar sus estudios universitarios en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, carrera en la que destacó como excelente alumno. Tras su egreso, Aylwin se desempeñó como académico de derecho administrativo en la U. de Chile y P. Universidad Católica de Chile, y como profesor de educación cívica y economía en el Instituto Nacional.
Sus intereses políticos comenzaron a temprana edad, desde que era estudiante de Derecho, y ya en 1945, un año después de su egreso, pasó a formar parte de la Falange Nacional, partido político social cristiano que existió entre 1935 y 1957, del que fue presidente y el que fuela base del Partido Demócrata Cristiano (PDC) que se formó ese mismo año y del que Aylwin fue cofundador, asumiendo al año siguiente la presidencia del partido, cargo que ejerció en seis oportunidades más en las siguientes tres décadas.
Durante el gobierno de la Unidad Popular, Aylwin fue un firme opositor a la administración de Salvador Allende. Y durante 1965 y 1973 se desempeñó como senador por Curicó, Talca, Linares y El Maule y como presidente del Senado en 1971, para luego retomar la presidencia de la DC.
Siempre mostró su postura en contra de Allende y, por ejemplo, días antes de producirse el golpe de Estado del '73, Aylwin dijo en una entrevista a The Washington Post que, si le dieran a elegir entre "una dictadura marxista y una dictadura de nuestros militares, yo elegiría la segunda". Incluso fue él mismo quien buscó una última salida, en conversaciones con Allende y la mediación del cardenal Silva Henríquez, pero fracasó y el derrocamiento de la UP fue, según él, inevitable y necesario.
“Nuestra opinión es que la crisis económica, el intento de la Unidad Popular de acaparar el poder por cualquier medio, el caos moral y la destrucción institucional a la que había llevado el gobierno del señor Allende,provocaron un grado de desesperación y angustia en la mayoría de los chilenos que precipitaron este pronunciamiento de las Fuerzas Armadas”, dijo Aylwin en una entrevista con la televisión española, agregando que la vía chilena al socialismo estaba fracasada y que eso era sabido por Allende y sus adherentes y que “por eso se aprestaban, a través de la organización de milicias armadas, fuertemente equipadas, que constituían un ejército paralelo, para dar un autogolpe y asumir por la violencia la totalidad del poder. En esas circunstancias creemos que la acción de las Fuerzas Armadas simplemente se anticipó a ese riesgo para salvar al país de caer en una guerra civil o en una tiranía comunista”.
Patricio Aylwin, como presidente de la Democracia Cristiana, jamás negó su postura frente a la necesidad de frenar la Unidad Popular y evitar así, según él y su partido, la posible guerra civil. Pero también fue uno de los primeros en reconocer que se equivocó al apoyar el golpe Militar, y que si bien en un comienzo tildó este hecho como inevitable, siempre sostuvo que pensaban que las Fuerzas Armadas devolverían el poder a las autoridades democráticas electas en un corto plazo.
Una de las entrevistas más recordadas, fue la concedida en 1997 al diario mexicano, "Excelsior", donde dijo que "todos tuvimos la culpa, todos tenemos responsabilidades a partir de lo ocurrido en 1973. ¡Es que tuvimos una visión errónea de lo que eran los militares chilenos!", agregando que "en esa época yo actué honradamente y de acuerdo a mi conciencia, pero reconozco que me equivoqué medio a medio. Siento mía la tragedia ocurrida en Chile, pero combatí con fiereza la dictadura y, así como me equivoqué yo, nos equivocamos muchos".
Una vez que se comenzaron a saber las violaciones a los derechos humanos cometidos por el gobierno Militar, Aylwin rápidamente comenzó a articular diferentes agrupaciones para devolver la democracia. En 1975 la DC completa estaba en la oposición a la dictadura, intentando organizarse para buscar una salida democrática y evitar un nuevo golpe.
Aylwin fue uno de los principales opositores a la Constitución de 1980 y participó en las negociaciones con Pinochet para la aprobación de 54 reformas a la Constitución, las que fueron aprobadas en el plebiscito de 1989. Además, fue uno de los impulsores del Acuerdo Nacional para la Transición a la Plena Democracia, que proponía el retorno de los exiliados, el término de los Estados de excepción y la pronta realización de elecciones democráticas.
En 1983 Aylwin, junto a otros dirigentes, forman la Alianza Democrática (posterior Concertación de Partidos por la Democracia), el primer esfuerzo conjunto de establecer un referente opositor que demandase una transición a la democracia rápidamente. En este período Aylwin participó como vocero del bloque, retomó la presidencia de la DC y se convirtió en uno de los rostros principales de la campaña del NO para el plebiscito de 1988.
Y así, en las urnas, las fuerzas democráticas lograron un triunfo, al ganar por mayoría absoluta el "No" a Pinochet, que tras 17 años buscaba extender su gobierno por otros 8 años.
Tras el triunfo del NO y la víspera de las nuevas elecciones presidenciales, Patricio Aylwin pasó a ser el candidato único por la Concertación de Partidos por la Democracia. Pero no por ser el único candidato dispuesto a enfrentar a la carta pinochetista que era Hernán Büchi, sino porque, tras ciertas irregularidades presenciadas en las primarias que disputaba con Gabriel Valdés y con Eduardo Frei Ruiz Tagle –y que fue denominado como Carmengate– Aylwin fue el único que decidió continuar, por ende quedó como candidato único, venciendo a Büchi en las elecciones de diciembre de 1989.
Patricio Aylwin asumió la Presidencia de Chile en marzo de 1990, recibiendo la banda presidencial de manos de Augusto Pinochet, diciendo en su discurso “Gracias por este recibimiento tan alegre, tan entusiasta, tan afectuoso. Yo sé que esta alegría, este entusiasmo y este afecto no son para un hombre. Son para la patria que se reencuentra con la libertad. Queremos un Chile de todos los chilenos, con todos los chilenos y para todos los chilenos. Chile vuelve a la democracia y vuelve sin violencia, sin sangre, sin odio. Vuelve por los caminos de la paz”.
Y así fue como Aylwin comenzó a gobernar la Transición a la Democracia, período, según algunos, siguió marcado por la amenaza latente de Pinochet, quien siguió instalado en la comandancia del Ejército, además de instalar a 8 senadores designados por la dictadura dispuestos a defender la institucionalidad militar.
Según Aylwin, eso sí, esto no fue tal, y como señaló en una entrevista con el diario El País, “Yo lo que he dicho y sigo creyendo es que Pinochet no intentó cogobernar desde que yo asumí la Presidencia. Me dijo: Yo como militar sé mandar y obedecer. Ahora usted es el Presidente y yo le obedezco a usted. Tuvimos desacuerdos, naturalmente, pero en definitiva, nunca pretendió intervenir en la orientación de la política de mi gobierno, nunca desobedeció”.
Luego, semanas después de asumir, Aylwin formó la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, liderada por el jurista Raúl Rettig; que en casi un año de trabajo constató que 2.279 personas fueron asesinadas o desaparecidas por agentes del Estado, constituyendo violaciones a los derechos humanos.
El 4 de marzo de 1991 y en cadena nacional, Aylwin pidió perdón a los familiares de las víctimas y llamó a victimarios y partidarios de la dictadura a reconocer los hechos y posteriormente prosiguió su política sobre derechos humanos y creó la Corporación de Reparación y Reconciliación, que prosiguió la tarea de la Comisión Rettig, sumándose 899 casos.
Además, el gobierno de Aylwin estuvo marcado por el regreso de Chile a los organismos internacionales, reinsertando al país en un circuito de cooperación que estuvo vedado en los 17 años anteriores. Esto provocó que el país creciera en más de un 6% gracias al alza en exportaciones y acuerdos comerciales, por lo que su gobierno es recordado por su política de reducción de la pobreza.
La administración Aylwin terminó el 11 de marzo de 1994, cuando el abogado entregó la banda presidencial al también Eduardo Frei Ruiz-Tagle, que también derrotó por mayoría absoluta a la derecha.
Después de su gobierno, Aylwin continuó siendo presidente de la Corporación Justicia y Democracia que él mismo fundó; presidió la Comisión Latinoamericana y el Caribe sobre Desarrollo Social; presidió la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato de Pueblos Indígenas, entre otros, manteniéndose activo hasta sus últimos días.