"Perdona, es que soy pésimo para los nombres" es la incómoda explicación que casi todos hemos tenido que usar, acompañada de una sonrisa culposa, al encontrarnos frente a un rostro conocido que nos ha saludado intempestivamente, mientras nuestro cerebro escaneaba desesperadamente, pero sin éxito, en busca del sustantivo propio del pobre individuo.
Claro, uno conoce en su vida mucha más gente de la que puede recordar, pero a veces olvidamos el nombre de personas que vemos a diario o que, por su status o cercanía, no se toman bien el desliz mental.
Pero... ¿Se puede hacer algo para dejar de ser "malo para los nombres"? ¿Y es realmente importante hacerlo?
La respuesta a ambas preguntas es sí y a continuación explicamos cómo y por qué.
"Recuerde que para toda persona, su nombre es el sonido más dulce e importante en cualquier idioma", dice el libro Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, el inmortal Best Seller de Dale Carnegie.
Por lo mismo, explica, el saber su nombre puede cambiar radicalmente la relación con una persona y, sobre todo, la impresión que causamos en ella.
Los nombres pueden ser nuestros grandes aliados. Cuando alguien dice nuestro nombre, nuestros sentidos se agudizan y nuestra atención hacia esa persona aumenta.
El mismo libro toma como ejemplo a Jim Farley, un político estadounidense que fue presidente del comité nacional del Partido Demócrata y también Director General de Correos. Fue él quien llevó a Franklin Delano Roosevelt a la presidencia. Farley nunca tuvo acceso a buena educación, pero sí tenía mucho carisma. También una gran habilidad para recordar nombres. El mismo Roosevelt admitió que “Jim Farley gana campañas con su maravillosa memoria para recordar nombres”, de hecho, muchos analistas atribuyen su éxito político a su habilidad para recordar nombres y datos de más de 50.000 personas. Muchas personas reconocían quedar impactadas cuando se topaban con Farley: él los saludaba por su nombre, a pesar de haberlos conocido hacía años.
Pero esta habilidad no es sólo para políticos. Dale Carnegie recomienda esforzarse por aprender los nombres de todos quienes nos rodean y en transformar casi en un reflejo automático, el pronunciar con frecuencia el nombre de nuestro interlocutor, ya sea el cajero del banco, el garzón del restorán, el conserje del edificio, amigos, colegas, parientes o quien sea. Cuanto menos se espere esa persona que seamos capaces de recordarlos, más impresionados y agradecidos se sentirán. Después de todo ¿por qué recordaría alguien mi nombre, sino es porque soy importante en su vida?.
El punto es que alguien que se siente apreciado y respetado, naturalmente se sentirá mucho más inclinado a tratar de buena manera a su interlocutor y las posibilidades de desarrollar una amistad -o al menos conseguir un favor- se incrementan exponencialmente. Por eso, Carnegie recomienda también sonreir mucho y preguntar sobre los temas importantes para el interlocutor, entre muchos otros sabios consejos.
Ahora que sabemos que es muy importante recordar nombres. ¿Cómo puedo hacerlo? No es tan difícil, existen varias técnicas, que revisamos a continuación.
Si uno no puso atención al momento de ser presentado, después ya es muy tarde. En cambio, si estamos conscientes de retener el nombre al instante que esa persona lo dice, será más fácil no olvidarlo. Por eso, mire atentamente a la persona y haga su prioridad número uno enfocarse en su cara y recordar su nombre.
¿Por qué? Ya que el nombre de una persona está dentro de sus posesiones más preciadas, es un halago para ellas que uno haga ese esfuerzo extra para retenerlo.
¿Cómo hace alguna gente para recordar los nombres de todas las personas de una habitación, con sólo preguntarlo una vez? Aplican mnemotecnia.
"Muchos de nosotras reconocemos los rostros (¿Has escuchado a alguien decir: 'Oh, reconozco tu nombre pero no tu cara'?), son los nombres con los que tenemos problemas", aseguran los autores de The Memory Book, Harry Lorayne y Jerry Lucas.
Para resolver ese problema, recomiendan una sencilla estrategia mnemotécnica, que consiste en transformar en una imagen ridícula el nombre de una persona y asociarlo a su rostro. El proceso se realiza en tres pasos:
Así, este sistema te ayudará a recordar el nombre de las personas durante los primeros días después de conocerla. Cuanto más practiques la técnica y más nombres tengas pre-asociados a una imagen, más fácil te será aplicarla y podrás impresionar a todo el mundo con tu habilidad para recordar nombres.