Chile es considerado a nivel mundial como un país ejemplar en cuanto a desarrollo económico y superación de la pobreza, líder también en exportaciones, en expectativas de vida, y en levantarnos rápido de las catástrofes naturales con un fuerte sentimiento de comunidad y ayuda al prójimo.
Todos hechos que nos enorgullecen y nos hacen querer más a nuestro país. Pero si hay un índice que nos debiese preocupar definitivamente es el de la salud mental, porque es ahí donde estamos muy débiles. Chile cuenta con una de las mayores tasas de depresión del mundo, siendo la más alta de todo Latinoamérica. ¿Podría el agua cambiar esta realidad?
Según la OMS, en Chile, el 17,5% de la población sufre de depresión, es decir, 1 de cada 5 chilenos, siendo las mujeres de bajos recursos las más afectadas. Por otro lado, las enfermedades mentales como el estrés o la depresión, son las responsables de más del 26% de licencias médicas emitidas anualmente, y lo peor de todo, Chile, junto a Corea del Sur son los únicos países del mundo en el que los índices de suicidio infantil y adolescentes aumentan en lugar de disminuir.
¿Cuáles son las razones? Estudios lo relacionan a la inequidad existente en el país, al fuerte individualismo y exitismo presente en el mundo moderno, características que han provocado una importante falta de tolerancia a la frustración y un elevado nivel de estrés y ansiedad tanto en niños, como en jóvenes y adultos, porque se tienen expectativas muy altas que muchas veces no se logran cumplir.
Las cifras son alarmantes y es por eso que se está trabajando en una Ley de Salud Mental, que logre aumentar el presupuesto del Ministerio de Salud destinado a enfermedades mentales. Actualmente éste corresponde al 2% (uno de los más bajos de la región), y según explica Graciela Rojas, investigadora de la Universidad de Chile, el presupuesto debiese ser al menos del 5%.
Es necesario invertir en salud mental y buscar mejores tratamientos preventivos, porque, por ejemplo, según un estudio de la OMS, “cada dólar invertido en la ampliación del tratamiento de la depresión y la ansiedad rinde cuatro dólares en mejora de la salud y la capacidad de trabajo”.
Con la intención de reducir las enfermedades mentales en Chile, de prevenir su aparición y de impactar a toda la población, un grupo de científicos del Centro de Envejecimiento y Regeneración (CARE Chile UC), está estudiando la posibilidad de aplicar un porcentaje de sales de litio al agua potable, metal utilizado como medicamento para tratar las bipolaridades y las depresiones severas.
La administración de litio en los pacientes maníaco depresivos, bipolares o con depresiones agudas, ha sido un éxito. Hoy la gran mayoría de pacientes que sufren estas enfermedades, pero que se tratan debidamente y que consiguieron dar con la dosis adecuada de litio, pueden tener una vida completamente normal, alejados de las crisis.
Es por esto que el grupo de científicos del CARE están proponiendo incluir litio como agregado para el agua potable, ya que se ha visto que en las zonas donde se ha aplicado, han disminuido considerablemente los casos de suicidios. Su director y Premio Nacional de Ciencias Naturales 2008, Nibaldo Inestrosa, señaló que adicionar litio al agua, puede ser beneficioso para reducir los suicidios, pero también puede tener un efecto neuroprotector deotras demencias y enfermedades neurodegenerativas como el alzheimer y el párkinson.
Además, otros estudios demuestran que también aumentaría la esperanza de vida. ¿Por qué es tan efectivo su consumo? Porque las sales de litio estimular el proceso de formación de neuronas nuevas en el hipocampo, zona del cerebro asociada al aprendizaje y la memoria.
Inestrosa indicó que “en el caso del suicidio no hay una actividad molecular definida. El litio actúa en varias partes. En concentraciones terapéuticas puede bloquear la enzima GSK3 beta que tiene un rol importante en el sistema nervioso central. Cuando se bloquea esa enzima, se protege a las neuronas y mejora la plasticidad sináptica”, y agregó que integrando litio al agua de toda la población, podría pasar lo mismo que cuando se aplicó flúor al agua para fortalecer la salud dental, medida que ha sido muy beneficiosa.
Las reacciones ante el proyecto han sido variadas. Muchas personas salieron inmediatamente a criticar que esto sólo contaminaría nuestra agua, que sería un nuevo negocio para las farmacéuticas, que podría volvernos a todos dependientes de este químico, que atenta contra la libertad individual del ser humano, entre otros argumentos.
Y por otro lado, los científicos y médicos defienden la implementación, ya que aseguran que sería un porcentaje muy pequeño que no volvería dependiente a nadie, y que la intervención temprana tiene 90% de probabilidades de curación, en cambio la intervención tardía puede dejar dificultades y daños de por vida.
Los científicos además señalan que el agua, en muchas partes del mundo, ya cuenta con porcentajes de litio de forma natural, y que coincide que precisamente en esos sectores del planeta las tasas de suicidio son notoriamente más bajas. Por ahora continúan los estudios y análisis, acumulan pruebas que verifiquen su efectividad y buscan apoyo del Gobierno y del Colegio Médico.