El año 95 fue para los japoneses uno de esos que no olvidarán. El terremoto de Kobe, conocido como el Gran terremoto de Hanshin-Awaji los golpeó más duramente que nunca y la razón no fue solamente su intensidad. No estaban bien preparados.
En la catástrofe se perdieron miles de vidas y fue tal su envergadura que los sistemas de emergencia no dieron abasto. Falló la coordinación y la ayuda llegó tarde: bomberos, ambulancias y otros servicios del Estado se demoraron más de una semana en llegar a miles de personas. Eso causó un descontrol absoluto, provocando muchas más muertes y un sentimiento de desamparo, terror y abandono se apoderó de la población.
Después de los hechos, los japoneses se prometieron a sí mismos que eso no sucedería nunca más. Nunca más.
Los japoneses aprendieron con esta catástrofe que debían prepararse y buscar herramientas que les permitiesen enfrentar una nueva emergencia de mucho mejor forma. Así comenzaron a implementar estrategias de capacitación y destinaron recursos para modificar su actuación frente a las emergencias, preparándose mejor para recibir estos impactos, para reaccionar y luego para curar.
En Kobe hoy se encuentra el centro de investigaciones de la Agencia de Cooperación Internación del Japón, Yaika, quien le enseña a otros países su manera de enfrentarse a los desastres naturales. Y Chile es uno de sus nuevos alumnos.
Casi todos los chilenos hemos experimentado directamente alguna catástrofe natural, porque nuestra geografía es demasiado inquieta para librarnos de ellas. Por eso conocemos bien los daños que estos desastres pueden dejar, no solo en nuestros pueblos, sino en la vida de las personas.
Las consecuencias que traen los terremotos, tsunamis, aluviones, y otros, producen muchas veces trastorno de estrés post traumático en las personas, el cual se puede manifestar con síntomas como el insomnio, la falta de concentración e incluso mayor agresividad. Y si estas conductas se mantienen en el tiempo podrían asociarse a trastornos médicos o psiquiátricos. ¿Se imaginan lo que debe ser perder absolutamente todo en una catástrofe? ¿Cómo nos podría llegar a afectar el hecho de quedarnos sin hogar o peor aún, perder a un ser querido?
Con el fin de anteponerse a las consecuencias que pueden afectar a las personas al sufrir una catástrofe grande, la Oficina Nacional de Emergencias del Ministerio del Interior (Onemi), el Ministerio de Salud y otros organismos, están adaptando a Chile el Kokoronokea, modelo japonés de prevención y de protección y cuidado de la salud mental en emergencias.
Esta curiosa palabra japonesa, contiene harto más que muchísimas "o" y "k", y podría ayudarnos como país a enfrentar con mayor resiliencia esos eventos que son tan difíciles de evitar. Su significado es "cuidado del corazón" y surgió para asistir adecuadamente a las personas luego de estas crisis.
La idea es adaptar Kokoronokeaa las necesidades chilenas (tenemos una cultura bastante distinta que la japonesa), basándonos en esta metodología de contención que busca la integridad de las personas a través de su salud mental y habilidades psicosociales, nos cuenta Gonzalo Barría, encargado de desarrollo curricular de la Academia de Protección Civil de Onemi.
Queremos saber más, pero no hay aún demasiados detalles de cómo se aplicará en Chile, sin embargo, el proyecto apunta al trabajo comunitario post-emergencia, luego del impacto sufrido por la población. El modelo se preocupa por atender el estrés de las personas en tres etapas: el manejo del trauma, la pérdida y la reconstrucción de la vida cotidiana.
La primera reacción es de miedo, que es lo normal que experimenta la población. Posterior a eso viene la etapa en la cual las personasse hacen conscientes de las pérdidas, de aquello que no está ahí, como la pérdida de un familiar o algo material. Los japoneses aplican ritos de cierre mediante ceremonias u otra acción que permita cerrar el duelo. Por último viene el estrés de la vida cotidiana, donde hay un cambio de estilo de vida. Los japoneses plantean que en esta etapa sean las propias personas quienes participen en su reconstrucción.
La forma de aplicar este sistema en Chile será trabajando en conjunto con el apoyo de los distintas instituciones que maneja o coordina el Estado, como por ejemplo: Cruz Roja, Caritas Chile, Quiero Mi Barrio, Chile Crece Contigo, Seguridad Pública, entre otros; los que trabajarán brindando apoyo sicológico, generando vinculación con las comunidades para educar en este modelo y entregando las herramientas y capacitación correspondientes.
Como a los japoneses no se les va nada cuando de prevenir se trata (lo vimos con sus últimas preparaciones para recibir tsunamis de más de 30 metros de altura), Kokoronokea también busca preparar a la comunidad para que estén mejor prevenidos ante estos desastres.
Por ejemplo, los japoneses comenzaron a enseñar en las escuelas no solo conocimientos como matemáticas, lenguaje y ciencias, sino que además les imparten lecciones de educación para la vida, como gestión de riesgo en desastres donde les enseñan cómo evacuar frente a un tsunami, cómo ayudar a los menores, entre otras cosas.
"Su filosofía se centra en que en la medida que estamos preparados y reconocemos nuestra exposición permanente a este tipo de eventos, también eso ayuda a disminuir la ansiedad e incertidumbre. Como comunidad saben cómo van a reaccionar, por lo tanto en los barrios se conoce la forma cómo evacuar, eso también protege frente a situaciones de desastres”, explica Paz Anguita, profesional del Departamento de Gestión de Riesgo de Emergencias y Desastres del Minsal.
De Kokoronokea también podemos aprender la importancia del respaldo legal, pues todo el proceso de coordinación y articulación está legislado en Japón. Son acciones respaldadas por la ley, lo que permite una mejor coordinación y mayor efectividad a la hora de tomar cartas en el asunto.
Por último, Barría nos cuenta que en estos viajes que hizo la Onemi a Japón, han podido ver específicamente cómo lo implementan en el sector de educación y la efectividad de la reconstrucción que se está realizando en el país a partir del terremoto del 2011. Afirma que el modelo plantea una visión integral y que es susceptible de adaptar aquí en Chile.
Aquí les dejamos las recomendaciones que entrega la Onemi, para estar mejor preparados:
Consejos en caso de catástrofe
Recomendaciones en niños y niñas:
Recomendaciones en adolescentes: