Un clásico; en el supermercado, ves a la mama y a su hijo comprando la mercadería para la casa, y entonces el niño decide que quiere un dulce, o el muñeco que vio en la sección de juguetes, o quizás la pelota de plástico con muchos colores. Sea lo que sea, lo quiere, pero la mamá dice que no, y los ojos del pequeño se llenan de lágrimas y de su boca salen entre gritos y un llanto desesperado. Una pataleta como cualquier otra.
Pero lo que quizás no sabías, es que hay veces que es mucho más que una pataleta; es un episodio de ataque de ansiedad.
Muchas veces la ansiedad, que puede partir cuando las personas son muy pequeñas, puede derivar en distintos trastornos psicológicos y uno de estos sería la depresión. Por eso es importante que como padres sepamos identificar correctamente estas emociones en nuestros niños y poder manejarlas de la mejor manera para que no deriven en este tipo de problemas. ¿Es realmente ansiedad lo que presenta? ¿Cuándo debemos preocuparnos? ¿Cómo tranquilizarlos?
La sicóloga infanto juvenil, Clara Peñafiel, explicó a El Definido que el miedo a la oscuridad, a dormir solo, a que los papás se vayan de la casa, llanto constante por situaciones menores; son algunas de las situaciones en las que un niño podría estar mostrando signos de ansiedad. No siempre es preocupante, la diferencia estará en la intensidad con la que le afecta a cada niño.
Sin embargo, existen formas concretas para combatir esa ansiedad infantil y prevenir como padres estas situaciones o cuadros que se puedan presentar más adelante, en especial cuando son adolescentes o ya adultos.
Esto es importante, ya que trastornos como la depresión están bastante presentes en nuestro país. En la última Encuesta Nacional de Salud (2009 – 2010), el porcentaje de personas con depresión fue uno de los más altos a nivel mundial: el 17,2% de la población lo padecía. Además que el 21,67% de los chilenos señala que alguna vez en su vida recibieron un diagnostico relacionado.
De hecho, dos de cada 10 chilenos muestra algún indicio o síntoma depresivo, el cual puede provocar algún grado de discapacidad funcional. Y eso sería cuatro veces más que las estadísticas internacionales.
Atender tempranamente conductas que pueden derivar en depresión es clave si queremos proteger a nuestros niños y, de paso, ayudar a disminuir esta penosa cifra. Por eso, ¡vamos a lo que nos convoca!
Cómo dijimos antes, cosas muy cotidianas podrían ser signos de ansiedad, pero tampoco debemos identificar todo como un problema ni convertirnos en padres paranoicos. Entonces primero, ¿qué es la ansiedad? La ansiedad es el miedo de lo que viene al futuro.
Un niño de 10 meses, por ejemplo, cuando sus papas se tienen que ir y lo dejan con un cuidador, el pequeño puede sentir ansiedad. Pero no se alarmen, eso algo normal, no significa que hay una necesidad inmediata de terapia, ni que deben entrar en pánico. ¿Cuándo poner mayor atención?
Lo primero es aprender a identificar. Según nos explicó la sicóloga, hay dos cosas; la ansiedad y el trastorno de ansiedad, el primero es común en todo el mundo, y todas las personas pueden tenerlo, y el segundo es algo más complicado y es cuando esa ansiedad se transforma en un problema.
Los episodios normales, como el que nombramos, o incluso navidad, el fin del colegio, año nuevo o los cumpleaños, se viven con ansiedad, porque ésta “se activa en el cerebro cuando uno se da cuenta que vienen nuevas situaciones".
Entonces va a depender de cada niño y su personalidad, si es que esto termina en un trastorno, es decir, ansiedad con temor.
La forma de identificarlo es la observación. Cuando un niño hace una pataleta o llora por algo, generalmente se le pasará al rato, pero si como padres observamos que el pequeño sufre más, si ven que el llanto dura toda la tarde, y que esto se repite constantemente con situaciones cotidianas, entonces podríamos estar frente a un potencial trastorno de ansiedad.
“A medida que las madres o padres ven un sufrimiento en los niños cuando tienen estos episodios, hay que preocuparse”, señaló Peñafiel.
Lo bueno es que cuando aún son niños, es mucho más fácil manejar la ansiedad desde el hogar (sin necesidad de recurrir a ayuda profesional), y por eso en El Definido les compartimos los consejos que nos dio la experta.
Como la ansiedad es la incertidumbre de lo que viene, es importante que el niño sepa siempre las cosas que van a pasar o que se le converse. Cuando tienen edad para entender lo que se les habla, no hay problema, pero cuando son muy pequeños y aun no desarrollan bien el lenguaje, hay que buscar otras maneras para que exprese sus sentimientos, como dibujar o pintar. Así, la idea es descubrir cómo se siente el menor.
Además, es fundamental validar sus emociones y no aminorar lo que le sucede. Es muy común intentar convencer a los niños de que sus miedos no existen, que son pequeños, de que aquello no es tan grave, y resulta que eso los frena a expresarse.
“Es importante que ante el miedo, el niño sepa lo que se le viene a futuro, porque eso lo calma”, explica Peñafiel.
Una ansiedad mal manejada podría derivar, efectivamente, en algún trastorno de ansiedad, donde los más comunes son: crisis de pánico, fobia social, trastorno obsesivo compulsivo y otras fobias específicas. No solo eso, también es muy común que deriven en trastornos depresivos.
En este último punto, la sicóloga se detuvo para explicar el por qué: “Para el cuerpo, defenderse de la ansiedad es muy desgastante, para el niño o para la persona adulta, entonces pasa algo a nivel neurológico, que en términos simples es como que las neuronas se empiezan a cansar y entonces la persona se decae”.
¿De qué forma, entonces, ayudamos a evitar que termine en un trastorno de ansiedad?
En el caso de los más chicos, la sicóloga cuenta que lo más fácil para ayudarlos a expresar lo que les pasa es con lecturas; cuando un niño escucha una historia o un cuento donde otro personaje le pasa cosas, lo ayuda a expresarse. Un ejemplo; “Juanita no quiere jugar hoy día ¿Qué le pasará a juanita?”. Peñafiel señala que con algo tan simple como esto, uno puede ayudar a los más pequeños a expresarse a través de terceros.
De hecho, las historias con personajes de animales, son mucho mejores. Dando ese paso, los hijos pueden, a través del personaje, decir qué es lo que les pasa.
Agregó también que, como la ansiedad es el miedo de lo futuro, es muy bueno ir conversando con los hijos; qué es lo que se viene, qué se hará, cómo se hará, preguntarles qué es lo que piensan sobre eso, etc.
La ansiedad infantil puede determinar nuestra personalidad, lo que no es recomendable, ya que a su vez puede afectar nuestra autoestima. Esto, por que frena al menor a hacer cosas, y con el tiempo esa cantidad de cosas van aumentando.
Por ejemplo, el pequeño no puede dormir solo en su cama, después no quiere ir al colegio, luego no se atreve o le da susto a ir a la casa de un amigo, y así más episodios que podrían afectar su autoestima, porque finalmente se siente menos capaz de hacer cosas, y cosas que sus pares sí pueden realizar.
Como ya habíamos dicho, en esta parte es importante validar la emoción del menor; si le da susto o pena ir al colegio, hay que conversar con él y entenderlo, no aminorar su miedo. Tampoco sirve el otro extremo: no llevarlo a clases o "consentirlo" en todo lo que él considere que sea mejor.
“Hay que encontrar la forma de comunicarle que a pesar de lo que él siente, todo va a estar bien”, aclara Peñafiel.