Siempre se dice lo mismo, pero es la verdad: los profesores son un pilar fundamental en la formación de niños y adolescentes. Son los responsables de educar, guiar y motivar a sus alumnos, tarea que no es para nada fácil.
Global Teacher Prize, comúnmente conocido como el Nobel de la enseñanza, es el organismo que se encarga de premiar a los docentes alrededor el mundo desde 2014. Y por primera vez, entre los 50 finalistas, hay dos profesores chilenos. Postularon más de 2 mil y lo más especial es que para poder ingresar, son los mismos alumnos quienes tienen que tomarse el tiempo de enviar la solicitud.
Los finalistas chilenos son Eligio Salamanca (48), docente de enseñanza básica en la escuela rural de Quelhue, en la región de la Araucanía (al cual entrevistamos hace un tiempo), y Mario Santibáñez (32), profesor de enseñanza media de Biología y Física, en el Instituto Tecnológico y Comercial de Recoleta.
¿Qué los hace tan buenos profesores? Su forma de pensar y metodología fueron fundamentales para postularlos, y en El Definido te contamos por qué.
Mario Santibáñez jamás pensó que de biólogo científico, pasaría a ser profesor de enseñanza media, y todo partió cuando se encontraba trabajando en un sector rural (por su trabajo) y notó que el colegio que había allí, dejaba bastante que desear.
No le entró en la cabeza que un colegio no aprovechara para empoderar a sus alumnos. “Si se hubiera empoderado, podría ser el centro de desarrollo de la comunidad. El desarrollo social es indispensable. Ahí decidí ser profesor”.
Fiel a lo que creía, se dedicó a estudiar pedagogía en Valdivia. Una vez que la obtuvo, beca se fue a Santiago, becado por Elige Educar, donde se encuentra enseñando en el Instituto Tecnológico y Comercial de Recoleta.
“La educación se construye sobre el vínculo que se establece con los estudiantes, sin ese vínculo, tú no puedes desarrollar nada, es como tu suelo fértil (…) y cuando se construye ese vínculo es cuando tienes que entregar tú conocimiento”, explicó Mario.
Mario es profesor de biología y física, y en total tiene 14 cursos de esas materias con alumnos de enseñanza media.
La postulación para él fue una sorpresa muy linda. Según recuerda, su papá le dijo que había visto en la tele que iban a premiar al mejor profesor de Chile, y él le explicó que para eso un alumno debía postular al profesor, y que era un muy buen concurso. Para su asombro, a los dos días le llegó un correo de felicitaciones por haber sido nominado, junto con unas instrucciones para también participar a nivel mundial.
“En mi caso, enseño en un contexto súper vulnerable (…) por lo tanto las expectativas de los chiquillos no son muy amplias. Entonces mi propuesta como profe es ampliar sus expectativas, con hartas expectativas personales, propias de ellos y mías, para que vean que sí se puede”, declaró Mario.
Y en la realidad se refleja lo que enseña.
Javier Camaño, el alumno que lo postuló, estaba cursando primero medio por tercera vez, y nada indicaba que ese año iba a ser diferente al resto; tendría que enfrentar el constante hostigamiento de sus compañeros de colegio, y sin ganas después para nada, para conformarse con las notas que no le daban para pasar de curso. Sin embargo, ese año conoció a su profesor, Mario.
A pesar que la biología no era su fuerte, ni menos de su gusto, se encantó con las clases y metodología del profesor; enganchó casi de inmediato y encontró un refugio, además de motivación, en su profesor y sus clases. Hoy, Javier está estudiando una carrera profesional: sicología.
Luego de la nominación, Mario le preguntó a su ex alumno por qué lo había postulado, y este respondió que era por la cercanía que tenía con sus alumnos, por la dinámica y los proyectos que presentaba para motivarlos.
Eligio Salamanca es uno más en la comunidad mapuche de Quelhue, a pesar que no nació ahí. En la escuela rural en la que trabaja, están de acuerdo con que más allá de su compromiso profesional, existe un vínculo y motivación que tiene que ver mucho con su vocación.
Su desafío en la escuela no es menor: lograr que los más pequeños desarrollen interés por aprender. Y no solo eso, en la escuela trabaja es de tipo multigrado: en una sola sala tiene que tener a alumnos de distintas edades, de distintos cursos, a los que debe poner atención por igual, enseñar la materia que a cada uno corresponde, y por supuesto, motivarlos.
Él tiene una mentalidad clara, como nos contó: necesita formar a todos sus alumnos para que algún día sean reconocidos con un Premio Nobel. Para eso aprovecha el entorno que tiene y así hacer clases prácticas.
Un ejemplo, es un invernadero que construyó con sus alumnos para enseñarles matemáticas; mediciones, áreas, perímetros, volumen, etc. Mientras que para otras asignaturas, como lenguaje y ciencias, les hace hacer listados de plantas, investigar los aportes nutritivos, y elaborar las descripciones correspondientes en informes.
De los 50 finalistas, se elegirá a sólo 10 que seguirán en la carrera para el mejor profesor del mundo, quienes además viajarán a Dubai. Esto, será en febrero de 2017. Por último, para el ganador definitivo, habrá que esperar hasta el 19 marzo 2017, donde se anunciará el elegido.