Hace un tiempo les contamos por qué era tan difícil apagar incendios y qué los hacía incontrolables, a raíz del caso de Valparaíso (2014). Hoy, ante una nueva catástrofe, nos queremos enfocar en los incendios forestales. ¿Qué dificultades traen? ¿Qué pasó esta vez? ¿Por qué no hemos podido combatir estas enormes llamas?
Las condiciones “ideales” para un incendio, son las altas temperaturas, la baja humedad, y la existencia de un viento apreciable. Lo que en este verano parece haber sido la tónica.
Específicamente existe lo que se llama el Factor 30-30-30: 30 grados o más de temperatura, 30 kilómetros o más de velocidad del viento y menos de 30 % de humedad relativa, la receta para la propagación rápida de un incendio. Además, para este caso, la prolongada sequía ha hecho que exista mucho material combustible (¡vamos para el noveno año de sequía!).
Estas son algunas de las razones por las que este incendio ha sido tan potente e incontrolable, además de otros factores humanos, como la lenta reacción de algunos organismos, la falta de herramientas para combatirlo y de coordinación, etc.
Además hay otros factores que complican el escenario. Los incendios forestales, muchas veces ocurren en lugares muy inaccesibles, a los que es difícil acercarse. El relieve tampoco ayuda, pues al ocurrir en laderas, se producen corrientes de convección que agitan aún más las llamas (como en el caso del Gran Incendio de Valparaíso), al proveer un suministro continuo de oxígeno. Tal como un secador de pelo en el carbón de una parrilla.
Y al haber condiciones que favorecen el fuego, éste se puede propagar no sólo al afectar sectores contiguos, sino que de manera aérea (a través de brasas o pavesas livianísimas) e incluso hasta de forma subterránea, ¡por muchos metros!
Lo que se intenta al combatir un incendio es romper la ecuación combustible (árboles) + comburente (oxígeno) + calor = fuego, eliminando al menos una de sus variantes. Esa es la razón por la que se combaten los incendios con agua. Impide el contacto de los árboles y la maleza, con el oxígeno del aire; además de disminuir la temperatura. También se utilizan otros materiales retardantes, para que tengan un efecto más eficiente en el control de las llamas.
La clave es mantener el control y en eso, el primer ataque contra el fuego, es esencial para contenerlo. Por esta razón, en lugares como Parques Nacionales, los Guardaparques están capacitados para combatir las llamas mientras llegan los brigadistas de la Conaf. Luego, estos realizan varias operaciones en terreno, por ejemplo:
Si quieren saber más sobre las operaciones de los brigadistas, pueden encontrar detalles en este Manual para el entrenamiento y adiestramiento de brigadas forestales, de la Conaf.
Reportaje: Cómo combaten incendios los brigadistas de la Conaf (2011). TVN. |
Pero cuando el calor y el humo son insoportables, la geografía complicada, la vegetación densa o la propagación rápida, si hay emisión de pavesas o si es demasiado amplio el frente, se dificulta mucho el trabajo. En estos casos, se usa el método de combate indirecto. Es decir, en vez de atacar las llamas, los brigadistas y bomberos se deben centrar en las acciones para encerrar el fuego en una línea de control y cortar su trayectoria.
En este mega incendio en Chile se juntaron demasiados factores que favorecieron su propagación y, con tantos focos, controlar y apagar las grandes llamas en extensas zonas se ha hecho casi imposible. Los trabajos realizados tanto desde tierra, como desde el aire, parecieran insuficientes… pero se avanza y la ayuda de los mismos chilenos y el aporte de muchos otros países ha hecho una diferencia.
No debemos olvidar que una buena coordinación entre las entidades involucradas y la rápida acción de las autoridades, son otros dos factores importantes cuando de incendios forestales se trata. Contar con eso, con una mejor prevención y tener herramientas más potentes de combate (como una flota de aviones adecuados, por ejemplo), podrían ser las primeras lecciones que se asoman de la tragedia. Y si de preparación y "artillería" se trata, tenemos algunos ejemplos diferentes a seguir.
En Australia, ocurrió el año 2009 algo llamado “Sábado negro”, que consistió en más de 400 incendios forestales simultáneos, que cobraron 173 vidas. Debido a tragedias como esta, ellos hoy están muy preparados. Muy a diferencia nuestra, tienen al menos 60 vehículos aéreos en su flota (aquí vemos un video sobre 48 de ellos), incluyendo decenas de helicópteros, y tres aviones DC-10. Tienen además, un centro de investigación de tecnologías de combate de incendios, y los helicópteros que utilizan, han sido patentados por ellos mismos.
En Rusia, tienen un programa masivo de combate de incendios, donde han invertido millones de dólares. Asimismo, realizan ejercicios en gran escala para el combate de incendios: con cerca de 700 mil personas, 64 helicópteros y 12 aviones.
En Argentina, aunque no poseen tanta infraestructura, han arreglado un convenio entre la Fuerza Aérea y el jefe de incendios, que de acuerdo a las condiciones existentes, le permite a este último ordenar la movilización y la operación de las aeronaves que estén disponibles.
Como se ve, nos queda mucho que ejecutar y luego que aprender. Tan sólo esperemos que los incendios de este año, terminen lo más pronto posible. Y que pronto, muy pronto, tengamos infraestructura, preparación, y sobre todo un plan serio para enfrentar este tipo de catástrofes.
En Chile, la principal causa de los incendios son los seres humanos. De hecho, sólo el 0,31% de nuestros incendios tienen causas comprobadamente naturales, y el 12,22% corresponde a “causas desconocidas”. Tenemos un desafío que enfrentar respecto a prevención, tanto en faena, como a través de la educación de nosotros mismos y quienes nos rodean, para evitar incendios forestales y nunca más llegar a extremos como el de este 2017.