Imagen: César Mejías

El proyecto que aleja de la violencia a los vecinos de La Legua a través del folclor

Raipillán es un grupo de baile folclórico creado por una vecina de la población La Legua con el fin de alejar a los vecinos de la violencia y las drogas a través de la cultura y las artes. Hoy participan más de 300 niños, adolescentes y adultos.

Por Macarena Fernández | 2017-10-18 | 07:00
Tags | La Legua, violencia, folclor, drogas

No todo en la Legua es negativo. Los medios tienden a cubrir sólo las balaceras, las drogas, la delincuencia y las riñas entre bandas de este barrio de San Joaquín; dejando de lado muchos proyectos positivos y líderes comunitarios que día a día buscan una transformación social para su comunidad.

En El Definido quisimos mostrarles esta otra cara de esta estigmatizada población, rescatando un exitoso proyecto que lleva 13 años reuniendo a vecinos de todas las edades en torno a las artes y la cultura, con el fin de alejar y prevenir a la población de la violencia, drogas y delincuencia.

Estamos hablando de la Agrupación Folclórica Raipillán ("flor de espíritu" en mapudungún), un proyecto de baile folclórico que nace de la propia comunidad y que hoy en día cuenta con la participación de más de 300 vecinos, quienes se desempeñan como bailarines, cantantes, músicos, coreógrafos, modistas o monitores de los diez elencos que existen a la fecha.

Fabiola Salinas es la vecina que ideó y hoy dirige Raipillán. Toda su vida ha vivido en La Legua y es profesora de lenguaje de la escuela "Su Santidad Juan XXIII". El año 2015 ganó el Premio Mujer Impacta por "gestar el cambio social de mayor impacto en la comuna de San Joaquín".

Conversamos con ella sobre el impacto de su proyecto en la población, el que además se decidió extender a las distintas escuelas y a la cárcel de mujeres de San Joaquín y a otras comunas como Pudahuel y Villa Francia.

Fabiola Salinas

Una comunidad en torno al baile

Fabiola nos cuenta que el proyecto empezó por necesidad familiar. Regresó a La Legua a los 29 años porque enviudó y necesitaba mayores ingresos para mantener y criar a sus dos hijos pequeños. Era parvularia y empezó a trabajar en un jardín infantil del barrio, pero sus gastos empezaron a aumentar y a opacar su sueño de enviar a sus dos hijos a la universidad.

Entonces decidió estudiar Pedagogía Básica para poder optar a un mejor sueldo. Luego de aprobar todos sus ramos en el primer intento, la contrataron como profesora en el Liceo Juan XXIII, donde hace clases hasta el día de hoy. Aquí fue donde se dio cuenta que los niños estaban muy vulnerables y necesitaban contención, apoyo y distracción.

En el colegio le pidieron que se presentara con su grupo de folclor de antaño. Estaba todo listo, pero el mismo día los miembros del grupo no quisieron asistir porque les daba miedo llegar a La Legua. Fabiola decidió armar entonces su propio grupo con vecinos de la población.

Empezó con 18 jóvenes de La Legua y a los pocos años ya eran más de 100. Hoy participan niños, adolescentes, jóvenes y adultos (de 3 a 65 años) en distintos roles dentro de la agrupación. Presentan sus bailes folclóricos de distintas partes del mundo todas las semanas en festivales, fiestas comunales, colegios, empresas, programas de televisión, actividades regionales e incluso en el extranjero (el 2011, 35 integrantes viajaron a Portugal, España y Francia a mostrar su talento).

" La danza es un medio de cambio social. Así lo he visto yo y lo he comprobado. También transforma. La danza te da disciplina, te eleva el autoestima, te mejora, te cambia la vida, te embellece, te libera, te hace descubrir potenciales y un montón de otros beneficios", nos cuenta Fabiola, quien agrega que el baile funciona como la mejor herramienta de prevención social para alejar a los niños y jóvenes de la delincuencia y drogas y para enderezar a los jóvenes que van por el camino equivocado.

Una transformación social para varios sectores

Al ver la motivación de sus vecinos, Fabiola decidió aprovechar esta instancia para promover cambios sociales más profundos y decidió contratar a jefas de hogar de la población para la confección de los trajes de los distintos bailes.

Además, para enfrentar el problema de deserción escolar de niños, quiso motivar a los pequeños a participar. Entonces, para pertenecer a Raipillán, los niños deben estar matriculados en el colegio y mantener un promedio sobre 5,0. La fundación cuenta con profesores de reforzamiento que ayudan a los niños y para que se mantengan con sus buenos promedios los incentivas a través de premios (viajes, paseos, etc).

“Te enamoramos con la danza, te hacemos sentir artista, elevamos tu autoestima, pero a cambio tienes que estudiar”, afirma Fabiola.

Y desde hace un tiempo también empezaron a financiar los estudios universitarios de algunos jóvenes de la agrupación, para que puedan cumplir sus sueños y optar a un mejor futuro. Ya hay ocho profesionales recibidos y Raipillán se encarga también de buscar empleo a sus integrantes.

Con el tiempo empezaron a acoger a jóvenes de otras comunas como Pudahuel y La Florida y a personas con discapacidad física y mental; además de organizar eventos de beneficencia como por ejemplo bingos para un vecino con cáncer o para una vecina que se le quemó la casa.

En la medida que Raipillán crece, los gastos aumentan y para solventarlos Fabiola toca puertas por todas partes para conseguir donaciones y ayuda económica (fondos concursables, Corfo, Fondart, fundaciones, etc). Y ha sido reconocida muchas veces por las autoridades.

Lilia Concha, ex subdirectora del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, señaló que Raipillán “es una bonita iniciativa que acerca la danza, la música, las expresiones folclóricas a la comunidad, especialmente a los niños y los jóvenes. Nuestra apuesta como Consejo de la Cultura es replicar experiencias como estas en las escuelas, los liceos y los barrios de Chile. Tenemos el compromiso de apoyar la reforma educacional garantizando y democratizando el derecho de los estudiantes a crear y a desarrollar sus talentos”.

Raipillán es entonces un proyecto transformador maravilloso que además de inculcar el amor y valoración a las culturas folclóricas de Chile y el mundo, incrementa la identidad y la dignidad de ser legüinos, entrega valores, previene y acompaña a los niños y jóvenes en su formación; da oportunidad a otras personas a desarrollarse profesionalmente y promueve la generación de vínculos de pertenencia comunitaria tan necesarios para provocar cambios sociales.

Les dejamos la charla TEDx La Pincoya que dio Fabiola hace un tiempo donde presenta la danza como medio de cambio social.