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Que los hombres no lloran, son más fuertes, deben ser el jefe de la familia y tienen que pagar en las citas, son algunas de las normas sociales que se han adoptado durante muchos años y Chile parece haber acogido diversos comportamientos patriarcales. Sin embargo, las mujeres ya no estarían siendo las únicas afectadas por el machismo, sino que también el mismo sexo masculino.
No lo malentiendan. No queremos ni defender a la gente machista, ni quitarles ni un poco de importancia a todas las mujeres que han sido víctimas, sino mostrar esta otra faceta de las consecuencias negativas de esta cultura. Una razón más para combatirlo y desterrarlo de nuestra sociedad.
En El Definido conversamos con un joven y un adulto sobre de qué manera el machismo ha influido en ciertos aspectos de su vida y su seguridad personal. Diego Gárate (21) y Carlos Grunert (73), entregan ciertos detalles del lado B de esta actitud.
El machismo parece tener un alcance de consecuencias bastante altas, donde en ciertas circunstancias cotidianas se puede ver resaltado este comportamiento. Hombres mayores y jóvenes perciben esta forma de pensar de distinta manera por temas de época, pero ambos pueden llegar a coincidir en que el sexo masculino no se libra de los efectos.
Carlos Grunert de 73 años, quien señala haber sido protagonista del fuerte machismo en Chile hace años atrás, dice que “creo que esta tendencia sí me marcó en mis relaciones, demostrando una supuesta superioridad en distintas circunstancias y tratando de imponer mis criterios”.
Con una mirada un poco más moderna, el estudiante de ingeniería civil de 21 años, Diego Gárate, expresa que sí ha sentido que el machismo lo ha presionado para cumplir cierto estereotipo y normas sociales. “Especialmente cuando una persona de más edad espera algo de ti, donde ellos tienen otra actitud respecto a la diferencia de géneros, por lo que buscan un prototipo de ti”, nos dice.
El cumplir con el rol masculino que exige la sociedad podría llevar a los hombres al estrés, la auto exigencia y a una acumulación de emociones, las cuales “no pueden demostrar” por no considerarse propias de este género.
La socióloga de la Universidad Bernardo O’Higgins, Iskra Pavez, explica a El Definido que “cuando un hombre quiere atravesar el camino ‘inverso’ hacia la vida privada y dejar el trabajo para dedicarse a las labores de la casa es súper sancionado socialmente. Otros por ejemplo que quieren innovar en vestimenta o irse por el lado artístico también son castigados y sucede que es entre ellos mismos”.
Esto da paso a la denominada vigilancia de género, que básicamente se refiere al rechazo de actitudes o expresiones que no cumplen con las supuestas normas características del género.
Iskra dice que esto se puede ver sobre todo en los adolescentes, quienes quieren adoptar el papel del “chico malo”. “Por lo mismo homosexuales o transexuales experimentan depresión o pensamientos suicidas, por la presión social que ejercen los hombres entre sí y de demostrar hombría. Es un daño tremendo al desarrollo afectivo del ser humano”, señala.
Carlos Grunert cree además, que el machismo es una demostración de la debilidad del género y que en algunos casos parece ser una constante en la forma de ser de los hombres.
¿Cuál es el límite? ¿Qué cosas son realmente machistas y cuáles no? Hay cosas que están claras:
Pero no siempre es fácil cuando, entre críticas y presiones, se generan cuestionamientos sobre cómo es mejor que actúe un hombre.
Por ejemplo, el estudiante de ingeniería comercial, Jorge Rendic de 22 años, detalla que desde chico se le ha enseñado a ser “caballero”, como invitar a la mujer a comer, ayudarla con las bolsas del supermercado, etc. “Pero esas conductas muchas veces se califican como machistas; se hace alusión a como si el hombre fuera más fuerte”, nos dice. ¿Qué opinan de eso?
Por otra parte, Diego Gárate opina que la masificación del intento de derrotar el machismo ha hecho que se generalice también en torno al sexo masculino. “Por las personas que tienen actitudes machistas marcadas se culpa a todo el género, afectando y generándose un estereotipo de hombres machistas a todos”, señala.
Este es un tema abierto, ¿cómo creen ustedes que debiera abordarse?
Hace años atrás en Chile, esta manera de pensar era mucho más potente, sin embargo, la sociedad ha ido cambiando y el machismo de a poco pierde fuerza (aunque queda mucho por hacer).
A pesar de que el machismo tiene varias aristas, al menos hay un ámbito en el que se ha avanzado: la encuesta Cadem realizada en marzo 2017, mostró que un 67% considera que hoy las mujeres cuentan con mejores oportunidades que hace 5 años atrás.
Pero por otra parte, en el mismo sondeo se hace un contraste. Se encuestó sobre el nivel de machismo en la sociedad chilena y un 61% respondió que es muy o bastante machista.
Problemas como las brechas de género, la violencia y la prolongación de estereotipos son algunos de los principales temas que hoy se toman la agenda.
Iskra Pavez, sostiene que para poder transformar esta visión de nuestro país hay que partir por cambiar el modelo de familia que se les enseña a los niños en el colegio.
“Se han hecho análisis de los contenidos de los textos escolares y de las visiones de las familias, donde sale lo típico que los hijos le piden a la mamá comida mientras el papá lee el diario. Ahí hay dos roles de género súper claros que se les enseña a leer a los niños. Esa forma de mostrar el mundo hay que cambiarla. Ya hay una visión de género en el currículum estatal”, afirma.