Imagen: César Mejías

Lo que piden los niños en situación de calle y la fundación que lleva 20 años protegiéndolos

Un grupo de niños y jóvenes que viven en la calle, llegó hasta La Moneda para entregar una carta con sus mayores necesidades. El albergue que los acogía, había sufrido un feroz incendio.

Por Macarena Fernández | 2018-04-23 | 07:00
Tags | niños, menores, sename, situación de calle, don bosco, derechos
La Fundación Don Bosco es una comunidad pastoral de la Congregación Salesiana, que lleva 20 años trabajando para y por las personas en situación de calle, y que tiene como lema “transformando vidas”.

“La hemos pasado mal pero cada cosa que nos pasa… nosotros creemos que es una lección de vida. Ayuden a los niños que la están pasando mal, den ese cariño y apoyo que necesitamos, ojalá nos escuchen y entiendan que esto no es algo normal. Nadie merece vivir en la calle, nadie merece ser abusado ni vulnerado”.

“Queremos una casa para los jóvenes que viven en la calle, en la que sean protegidos y ayudados. Más ayuda para las familias que se encuentran en la calle. Mayor protección para las niñas que son prostituidas y abusadas

“Necesitamos más ayuda, una casa para refugiarnos en el invierno, con camas cómodas y abrigo. Necesitamos ayuda para pasar el invierno, del albergue para poder dormir cómodos”

“Le pediría al presidente más beneficios en alimentación, como ticket de JUANEB para todos los niños de la calle, también más albergues, ya que ahora que viene el invierno, lo necesitamos”

Que les lleven cosas para comer, cama, ropa a los niños que están en la calle, que les diga a las mamás que vayan a sacar a los niños que están en los hogares”

Un colegio para los jóvenes del SENAME, para que no se sientan discriminados y una casa para los niños que se encuentran en la calle”

Estas son algunas de las peticiones que un grupo de niños chilenos en situación de calle, entregó en persona al ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno, el 12 de abril pasado, en el Día Internacional de los Niños en Situación de Calle.

En El Definido te contamos los detalles de esta carta y destacamos la labor de una de las fundaciones que hoy los acogen.

“Estoy en la calle y soy como tú”

Los menores se presentaron en La Moneda con una polera con la frase “Estoy en la calle y soy como tú: ¿nos ayudas a cambiar esta realidad?”; y entregaron un documento escrito donde piden ayuda en salud, rehabilitación de drogas, protección del hogar, educación y atención de sus necesidades.

Peticiones que representan a los más de 700 niños, niñas y jóvenes chilenos que, como ellos, viven actualmente en la calle. Niños que han sufrido abandonos, abusos, violencia, dependencia de drogas, delincuencia y vulneración de sus derechos. Niños y niñas que tienen a sus padres en la cárcel, que han escapado de centros del Sename y que han escogido la calle como su hogar transitorio, y han hecho de sus amigos, sus nuevas familias de supervivencia. Niños, niñas y jóvenes que buscan que el país los escuche, acoja y proteja.

La carta se entrega además, en el contexto del feroz incendio que provocó la pérdida total del albergue Miguel Magone de Quinta Normal, una de las cuatro casas de acogida de la Fundación Don Bosco; razón por la que los menores solicitan un nuevo lugar para poder soportar el invierno y las lluvias que se aproximan, y por la que dejamos los datos de la colecta para quienes puedan aportar:

¿Cómo los menores llegan a esta lamentable situación?

La misma fundación, gracias a la experiencia recogida en estas dos décadas, caracteriza así a los menores:

  • Provenientes de familias en extrema pobreza y/o disfuncionales.
  • Desertores de la educación formal.
  • Tiempo libre en calle.
  • Migrantes permanentes y ocasionales que recurren a la mendicidad.
  • Hermanos/as de niñas, niños o adolescentes callejizados.
  • Con antecedentes de maltrato físico, sexual y psicológico.
  • Desertores de otras instituciones de acogida y reparación, como el Sename.
  • Han roto o mantienen un débil vínculo familiar.
  • Algunos se encuentran en infracción menor y consumo primario de drogas.

Esta situación conlleva a que los niños y adolescentes no sólo se encuentren expuestos a escenarios de riesgo, sino también al deterioro progresivo y a la deshumanización personal profunda. ¿Por qué?

Porque sufren una grave vulneración de sus derechos a la protección, a la recreación y los espacios para vivir su infancia, a educación y seguridad. Esto genera traumas profundos que requieren procesos terapéuticos educativos y experiencias sanadoras de gran alcance.

20 años acogiendo a menores en situación de calle

La Fundación Don Bosco es una comunidad pastoral de la Congregación Salesiana, que lleva 20 años trabajando para y por las personas en situación de calle, y que tiene como lema “transformando vidas”.

A la fecha, han atendido a más de 18 mil personas (menores y sus familias), acompañándolos e incentivándolos a superar la pobreza, a volver a sus familias, reingresar a la escuela, dejar el consumo de drogas y la delincuencia; y a reinsertarse en la sociedad en base a un proyecto de vida digno.

Don Bosco cuenta con un programa de gran cobertura nacional, atendiendo actualmente a 187 niños, niñas y adolescentes de 6 a 17 años, en situación de calle.

Los ayudan brindándoles atención a través de tres casas y un albergue. Las primeras llevan a cabo programas ambulatorios y especializados durante el día, para que los niños, niñas y adolescentes puedan acceder a servicios básicos como alimento, agua, baños y talleres. Y el albergue cumple la función de protegerlos durante la noche y así comenzar a salir de la calle.

Además, la fundación les entrega apoyo psicológico, asistencia social y jurídica, reforzado mediante talleres de habilidades y aptitudes, atención en salud, trabajo terapéutico de rehabilitación social y consumo de drogas, apoyo en vestuario, servicios básicos, actividades recreativas y recuperación de estudios. Todo esto de forma totalmente gratuita.

¿Cómo logran acercarse a los niños?

El equipo de educadoras y educadores de la fundación, mediante el “abordaje” en las calles y puntos estratégicos de la ciudad; generan encuentros personales con los menores para ofrecerles una propuesta educativa que les promete restituir y exigir sus derechos.

La gran clave y el principio primordial que siguen los educadores, es la empatía para lograr restablecer la confianza de los menores hacia los referentes adultos con autoridad moral. Y abordándolos de a poco: no los obligan a dejar la calle, si no que los motivan a dejarla. ¿Y cómo lo hacen?

Escuchándolos desde sus lugares, sin prejuicios, permitiéndoles abrirse para encontrar aquel eslabón roto de sus historias personales, para que así, juntos, puedan proceder a repararlo. Un niño, niña o adolescente a la vez, pues cada historia de vida es diferente a la otra y requiere tratamientos y cuidados distintos.

Y luego, los invitan a la Casa del Día, donde los menores pueden ingresar libremente a lavar su ropa, almorzar y participar de talleres; ofreciéndoles además la posibilidad de acudir al albergue para dormir y pasar la noche. Todo esto mediante un sistema abierto que les permite la libertad de escoger lo que crean mejor para ellos. Un sistema bastante diferente al que ofrece el Sename; y que, según la experiencia de la Fundación, brinda muchos mejores resultados.

Lo que opinan los menores

Deyanil fue una de las jóvenes que habló ante el ministro Moreno, quien en su carta dijo lo siguiente: “Creemos que la fundación es tal vez la familia que nunca tuvimos. Muchos de nosotros hemos vivido en hogares, alberges y la mayoría en la calle (…) yo creo que a nadie le gustaría dormir en la calle ni estar en hogares del Sename ni pasar frío (…) Solo nos queda decirle gracias a la fundación porque muchos podremos terminar nuestros estudios, conseguiremos un trabajo y seremos alguien en la vida”.

Marta Rosa Painqueo Traipañán, forma parte del proyecto Niños Calle de Puente Alto y señalaAquí aprendí que tenía que estudiar y dejar todo lo anterior. Antes mi vida era problemática, vinculada con robo, droga y alcohol”.

Alicia Yáñez Vásquez, que asiste al Centro Día, señala: “En el Centro encontré amigos y uno que tiene las mismas ideas que las mías y eso me hace feliz. Yo creo que he aprendido mucho, aprendí a quererme un poquito, a respetarme”.

Y para graficar la transformación que Don Bosco puede lograr con su intervención, les dejamos este reportaje que cuenta la historia de Javiera, una niña de 14 años que a los 7 se fue a vivir a la calle con su padre, con quien se adentró en el consumo de drogas y alcohol. Gracias a la fundación, hoy Javiera se está rehabilitando y ayudando a que su papá también lo haga, fortaleciendo este lazo familiar ahora lejos de la calle.

¿Cómo podemos ayudar? Haciéndonos socios de la Fundación o donando de muchas formas, las que puedes conocer aquí.

¿Crees que este es un buen modelo de acogida que podría ser implementado en el Sename?