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¿Existe el masculismo? Si existiese, yo sería masculista

Nuestro lector Raúl La Torre, reflexiona sobre su asistencia a la marcha feminista del 8M, y se propone crear un nuevo concepto afín al feminismo, "masculismo", que deje atrás la desastrosa historia del machismo.

Por Raul La Torre @raullatorre2 | 2019-03-19 | 16:31

Hace unos años me resistía a la sola idea de hablar de feminismo. Le tenía tirria a los "ismos" y hacía la típica ecuación que muchos alguna veces hemos hecho, o sea, feminismo = machismo al revés. Todo ello por una cerrazón, quizá fideísta, quizá ingenua, quizá perezosa, quizá todo lo anterior.

Hace unos días me decidí participar en la marcha del 8M. Fui con mi esposa y mi hijo. Y como alguna vez le pasó a un tal Chateaubriand, escritor decimonónico francés del movimiento romántico cuando abrazó la fe católica al entrar a una catedral gótica, después de llorar y emocionarse; yo fui, me emocioné, lloré, grité y creí. Sí, creí en el feminismo.

Esto lo venía pensando desde hace un tiempo. Contrastando mis ideas, poniéndole argumentos y buscando más opiniones. Y aquí algunos puntos breves de por qué necesitaba entender el movimiento feminista y sacarme los prejuicios de mi cabeza.

  1. La ecuación feminismo = machismo es incorrecta. El machismo (como "ismo") es la totalidad de una caricatura que contiene todo lo malo e incorrecto del actuar del hombre masculino. Tal vez, si existiera el "masculismo", pudiéramos entender el real significado de feminismo.
  2. No estaba del todo de acuerdo con los varios temas que se reclamaron ese día. Yo, por ejemplo, no soy partidario del aborto, aunque aún busco escuchar y entender posturas. Pero esta marcha tenía más que solo esa causa dentro de las demandas a la sociedad. Entonces, el movimiento feminista es una suma de voluntades e ideales para una deuda histórica con las mujeres, pensé.
  3. Necesitan ser escuchadas. Y me pasó al leer los carteles y escucharlas. Un hombre no es capaz de entender del todo lo que pasa una mujer al salir al trabajo o a caminar por la calle. No entiende que sienten miedo, que les cansa el acoso, que se frustran por no tener un sueldo equitativo, que paguen más en salud por tener edad fértil. No entendemos y necesitamos hacerlo.
  4. No es un sector político. Minimizar o buscar ridiculizar esta expresión de búsqueda de cambio real es terrible. Y pasó. No es un sector político y lo puedo demostrar sólo citando a las personas que acompañaron a mi esposa ese día y sus diferentes tendencias políticas. Es más que política, obvio, pero tanto un lado u otro, busca una sociedad mejor y las mujeres nos hacen mejores.
  5. Me cuesta hablar del tema, porque he crecido en una sociedad donde se le felicita a una mujer por destacar en algo, a pesar de ser mujer, por poner un ejemplo. Entonces hay algo metido en mí que aún no logra entender del todo. Por eso me cuesta graficar mi enorme gratitud hacia ellas sin tener en mi lenguaje un poco de ese contrabando machista de la sociedad que crecí. Pero, con el perdón de las lectoras, las felicito, admiro y me avergüenzo de las veces que no estuve a la altura con mi comportamiento. No lo digo desde el machismo, sino desde un sincero esfuerzo de sacarme todo lastre de él.

No creo que no pueda ser feminista por el simple hecho de ser hombre, no, sino porque hay tantas definiciones como causas dentro de la palabra y pienso –quizá erradamente- que el feminismo tiene una génesis antagónica de una sociedad patriarcal que se impuso o que simplemente estuvo ahí. Por tanto, busco entender su demanda y apoyar sus propuestas.

En ese sentido, si el “machismo” no es una constitución natural del hombre, sino sólo una oposición totalitaria, burda y lamentablemente real del cual los hombres también se han visto afectados, ¿no valdrá la pena la reflexión sobre el papel del hombre en la sociedad? ¿No valdrá la pena darle vueltas a esto del “masculismo”? (No confundir con “masculinismo”). No a lo malo de lo que la sociedad nos heredó, sino imitando lo bueno de la reflexión que las mujeres vienen teniendo desde hace rato sobre sí mismas. Quizá por ahí, en esta reflexión “masculista”, podamos encontrar una armonía en la sociedad y nuestro lugar en esta causa común.