Guía para padres - Lo quiero, lo compro

Hay muchas formas de provocar un instinto consumista en un niño: exponerlo a publicidad, darle todo lo que quiere, dar un mal ejemplo como padres, pero también negarle todo. Aprenda cómo mantener un sano equilibrio en la relación de su hijos con lo material.

Por Ignacia y Javiera Larrain | 2013-09-26 | 15:30
Tags | compras, niños, padres, paternidad, madres, hijos, consumismo, juguetes, regalos, infancia, crianza
"Para Martita, un dulce o una cartera tienen un mismo valor: el deseo por tenerlo. Más que cuánto vale lo que quiere, es la reiteración de la compra lo que conduce al consumismo"

Estando de paseo en el zoológico quedé impresionada al ver a un niño de alrededor de 6 años que lloraba desconsolado como si fuera el fin del mundo, porque quería que le compraran una máscara de gorila que vendían en la entrada. El papá furioso ante el escándalo de su hijo, lo retó fuertemente diciéndole que era un mal agradecido, que siempre le compraba todo lo que quería, que lo había llevado al zoológico de paseo, le había comprado una bebida y unas cabritas y que cómo era posible que por una sola cosa que no le compraba él se ponía a hacer un gran escándalo.

Seguí mi camino pero me quedé pensando sobre la situación que acababa de ver. ¿Qué responsabilidad tiene ese padre ante la actitud demandante y consumista del niño? ¿Con qué cara lo reta si tal vez se le ha acostumbrado a tener todo lo que quiere? ¿Es culpa del pequeño estar tan enojado por eso?

Vivimos insertos en una sociedad consumista donde estamos expuestos por todas partes a un bombardeo de publicidad que nos incentiva a comprar. Una sociedad que se basa en crear necesidades en las personas y, por ende, nos vemos impulsados a adquirir y comprar cosas todo el tiempo. Si esta realidad nos pasa constantemente a los adultos ¿cómo no les pasará a los niños que día a día ven en el medio que los rodea una cantidad enorme de cosas disponibles para adquirir?

Ponerse en zapatos de niño

Evolutivamente hablando, el niño pequeño no tiene dentro de su naturaleza los límites. Instintivamente quiere tener todo lo que le gusta o se le presenta. El ser humano no nace con la capacidad de tolerar la frustración ya desarrollada, sino que somos sus padres los encargados de ayudarlos a adquirirla y mostrarle cuáles son los límites.

Aunque pareciera que la relación de un niño con los bienes materiales comienza cuando éste tiene un concepto más bien definido de lo que es el dinero y el consumo, la realidad nos muestra que tempranamente él empieza a desarrollar una forma de vincularse con ellos, y por eso, desde muy niños se puede desarrollar una actitud consumista, donde la motivación pasa a ser el tener, y el valor está dado por lo que se posee y no por lo que se es.

Como padres, tenemos que ir tempranamente modelando y enseñando una sana relación con los bienes y el dinero. Esto supone aprender que lo material es un medio y no un fin en sí mismo y que no podemos sentar en ello la felicidad. Las cosas deben estar al servicio de las personas y no podemos depender de ellas. Debemos lograr inculcar a nuestros hijos una actitud que implique valorar lo que se tiene y cuidarlo, pero en su justa medida, sin caer en aferrarnos de forma excesiva.

Los niños, por su desarrollo afectivo y cognitivo, no son capaces de comprender que su felicidad no está en tener o no tener un determinado juguete, por lo que no podemos pretender que comprendan todo lo señalado anteriormente sobre cómo relacionarse con lo material. Sin embargo, como padres sí podemos ayudarlos a ir entendiendo a través de pequeños detalles de la vida diaria el verdadero sentido del tener. 

La escuela de la vida

Hay ciertas situaciones de la vida cotidiana que podemos usar y otras evitar, para enseñar a los hijos a desarrollar una sana vinculación con lo material.

  1. Valorar el ser, no el tener. Nicole siempre escucha a sus papás hablando de lo afortunados que son los Fuentes, que se compraron un auto nuevo, que arrendaron una casa en la playa, que se fueron de viaje, que le compraron al hijo el último celular. Para ella los Fuentes son admirados por todo lo que tienen, por lo que cree que necesita tener muchas cosas para ser valorada. Para que esto no sucediera, sus padres deberían hablar de lo acogedores, generosos y preocupados que son los Fuentes. De ese modo Nicole comprendería que el valor de las personas está dado por lo que son y no por lo que tienen.
  2. Evitar el sobre estímulo. Los González van todos los fines de semana al Centro Comercial. No se dan cuenta que inconscientemente están exponiendo a sus hijos a un constante estímulo de cosas que se pueden consumir, que les será difícil manejar. No se le puede pedir que no quieran todo lo que ven, si todo lo que está ahí está llamando a gritos por ser comprado. Es preferible crear instancias de goce y disfrute, compartiendo en familia, que no sean en torno a la compra, como por ejemplo, ir al parque, a la plaza, salir a caminar, subir un cerro, etc. De esta manera se les muestra que la naturaleza nos entrega espacios de felicidad gratuitos y que no hay que pagar por ella.
  3. Explicar el origen del dinero. Tomás siempre ve como su mamá mete una tarjeta al cajero automático y sale plata. Un día le pide que le compre un autito de carrera y ella le dice que no tiene dinero. Tomás le responde “saca del cajero”. Este ejemplo ilustra muy bien cómo un niño puede desarrollar su comprensión sobre el dinero: sale fácil y automático. Es necesario enseñarles desde pequeños que la plata cuesta ganarla, que se logra con esfuerzo y trabajo y que ésta no se “reproduce de forma espontánea”, por lo tanto no se puede gastar en cosas que no son necesarias o importantes.
  4. Enseñar a esperar por lo que se quiere. Emilia quiere que le compren una Barbie que canta. Su mamá en vez de comprársela en forma inmediata, le dice que la pida para su cumpleaños. De esta manera se desarrolla la capacidad de valorar las cosas porque cuesta obtenerlas y se enseña que en la vida no todo es instantáneo, sino que muchas veces tenemos que esperar por lo que queremos.
  5. Enseñar a ahorrar. La mamá de Pedro le regaló una alcancía de chanchito para que ahorre. Ella le explicó que si deja de comprarse algo pequeño cada vez que le dan ganas, puede ahorrar esas monedas y después de varios días podrá comprar algo que le guste mucho más. No gastar hoy le permitirá tener un bien mayor después.
  6. Priorizar las necesidades. Camila hizo una lista muy larga de los regalos que quería para el cumpleaños. Su mamá le dijo que los recursos que tiene para su regalo son limitados por lo que debía elegir solo dos y que para ello evaluara qué no tenía. Su mamá le explicó que elegir implica renunciar a otras cosas por eso debe decidir cuáles son los que más quiere aceptando que tendrá que dejar algunos de lado.
  7. Cuidar y valorar lo que se tiene. A Mateo se le pinchó la pelota de fútbol y le pidió a su mamá una nueva. Ella, en vez de comprársela, le ayudó a parcharla para arreglarla. Así se les enseña a los hijos que no todo es desechable, que las cosas hay que cuidarlas y que si algo se pierde o rompe no necesariamente se puede reemplazar.
  8. Evitar comparaciones. Julia está constantemente preguntándole a su hijo por la nota de sus amigos, por quién ganó el concurso, etc., haciendo inconscientemente a su hijo un niño competitivo. Por eso él siempre le está pidiendo a su mamá que quiere el mismo juguete que le compraron a su amigo, quiere tener lo mismo y más que los demás. 
  9. Limitar la sobre exposición a la televisión. Todos los días Lucas le dice a su mamá que quiere un juguete nuevo que vio en un comercial. Su mamá no se había dado cuenta que mientras más tiempo él pasaba frente al televisor, se exponía a más propagandas que muestran un mundo donde los objetos materiales son lo que hacen feliz a las personas. Por eso decidió ponerle más películas y menos programas de TV.
  10. Sensibilizar respecto a las necesidades de otros. En la casa de los Pérez, cuando a un niño le llegan regalos nuevos, debe elegir uno de sus juguetes antiguos para regalarlo a una institución de niños. De esta manera se le enseña que así como él recibe, debe aprender a dar y ser generoso y se sensibiliza con las necesidades de otras personas que tienen menos cosas que él.
  11. No caer en la tacañería. A Susana sus papás nunca le compraron nada, pudiendo haberlo hecho y todo lo recibió usado. Nunca tuvo la posibilidad de recibir el juguete que quería ni de tener algunas cosas que para ella eran importantes. Por eso idealizó lo que tienen los demás y desarrolló una sobrevaloración por las cosas materiales que la llevó, cuando fue adulta, a estar constantemente endeudada porque necesitaba comprarse todo tipo de cosas.
  12. Evitar el exceso. Mauricio tiene tantos juguetes, que no se da ni cuenta cuando uno se le pierde. Cuando alguno se le rompe, no le importa, simplemente lo bota. Tiene tantas cosas que no se da cuenta el valor que cada una tiene, porque para él es simplemente querer algo y saber que sus papás se lo darán.
  13. No usar lo material como compensación. Los papás de Inés trabajan hasta muy tarde todos los días y muchos fines de semana deben dedicar tiempo a trabajar. Para compensar su falta de tiempo con ella siempre le regalan nuevos juguetes y ante cualquier deseo de Inés, no se atreven a decirle que no, porque sienten culpabilidad. No se dan cuenta que de esa manera le están haciendo más daño, porque le envían el mensaje "nosotros compramos tu tiempo" cuando ella sólo quiere disfrutar un momento con ellos.
  14. Enseñar a compartir lo que se tiene. Juanito tiene muchos juguetes y no le nace naturalmente prestárselos a sus amigos. Por eso, su mamá siempre le dice que lo bonito de tener tantos juegos, es poder compartirlos con los demás niños. Así, el juguete adquiere un mayor valor porque más personas lo pueden usar.
  15.  Enseñar a ser agradecido. La mamá de José siempre se preocupa de que él dé las gracias por cualquier cosa que reciba, desde una pequeña flor recogida del pasto, hasta un gran regalo de Navidad. Siempre hablan de lo importante que es ser agradecido por lo que se tiene, porque no es obvio tenerlo.
  16. Entender que el valor para el niño no está dado por el precio. Todos los días Marcia le compra a su hija Martita un dulce a la salida del colegio. Un día ella le pide que le compre una cartera y Marcia le dice que no porque es caro. Martita se enrabia. Marcia no puede entender por qué se enoja, si es más caro que un dulce. Lo que Marcia no ha comprendido que para Martita un dulce o una cartera tienen un mismo valor: el deseo por tenerlo. Más que cuánto vale lo que quiere, es la reiteración de comprar lo que conduce al consumismo.
  17. Ser ejemplo de una sana relación con lo material. Ernesto ve a su papá comprarse constantemente cosas. Siempre lo escucha decir “necesito una polera” y Ernesto no entiende porqué necesita otra si tiene el closet lleno de poleras y nunca regala ninguna aunque le quede chica. Por otra parte, Julián ve a su papá amargado porque no puede tener lo que quiere. Es muy importante que con el ejemplo les enseñamos a los hijos a no darle una importancia desmedida a lo material y a que ocupe su justa medida en la casa.

Si no queremos vernos a nosotros mismos en una situación similar a la del caso del zoológico, teniendo un niño que es incapaz de aceptar un “NO te compraré“, tenemos que enseñarles desde muy pequeños que algunas veces se puede comprar y otras no, pero cuando es no, es no.

Cada familia, según su propio estilo, deberá definir cuál es el punto de equilibrio que suponga una sana vinculación con los bienes materiales. Lo más importante es que el niño sea capaz de valorar y agradecer lo que tiene, y que acepte que no puede comprar todo lo que quiere.