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Yo soy más inteligente que tú (y cinco curiosas formas de probarlo)

Sobre la definición de inteligencia y los factores que la condicionan se ha escrito mucho, quizás demasiado. Francisca Solar repasa algunas teorías algo descabelladas y nos deja la lección que, a final de cuentas, la inteligencia es más bien subjetiva.

Por Francisca Solar @FranSolar | 2013-10-02 | 14:51
Tags | inteligencia, estudios, ciencia, investigación, descubrimientos, inteligencia emocional
"La genialidad puede evidenciarse de tantas formas distintas como humanos hay en el mundo"

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Tener un alto coeficiente intelectual (CI) y/o demostrar inteligencia ha sido una preocupación creciente de los humanos en su evolución. Lo vemos a diario. La comparación (y competencia) comienza desde niños y, si bien la sociedad sigue enfocada en sobresalir de la mano del pensamiento lógico-matemático, han aparecido muchísimos estudios que rivalizan las miradas tradicionales. 

Desde la revolución por la arremetida de la “inteligencia emocional”, pasando por la teoría de las inteligencias múltiples, hasta las excéntricas respuestas de prestigiosos laboratorios en todo el mundo, la concepción moderna apunta a que ser “inteligente” pasa más por desde dónde se mira o por quién mira. Así, la necesidad de “expandir” el concepto ha dado pie en la última década a numerosas investigaciones que, queriéndolo o no, de lo curioso pasaron a lo insólito y de ahí a lo derechamente risible. La mayoría está debidamente respaldada –instituciones con prestigio internacional, como grandes universidades o congresos– y, siendo justos, en teoría habría decenas de indicios de “inteligencia” en características o cualidades que jamás habríamos pensado. Sin embargo, la “expansión” ha sido un campo fértil para que, con el espaldarazo de un buen nombre, aparezcan los más extraños referentes para reconocer a las nuevas “mentes brillantes”.

¿Una muestra? Encuéntrese en la siguiente lista. Hoy por hoy, usted es inteligente si...

  • Es bilingüe: Suena razonable ¿no? Tiene sentido pensar que quien domina más de un idioma es más inteligente, pero no es una cualidad que asociemos espontáneamente a un alto CI. Un artículo de la revista Science, replicado en el New York Times, asegura que la interferencia de lenguajes en el cerebro “lo obliga a resolver un conflicto interno, dando a la mente un entrenamiento que fortalece sus músculos cognitivos”. Hablar dos o más idiomas mejoraría la función “ejecutiva” del cerebro, la que dirige los procesos de atención para planificar, resolver problemas y realizar tareas mentales paralelas. 
  • Es adicto al chocolate: Tras la investigación publicada en la prestigiosa revista The New England Journal of Medicine, muchos vieron al cacao procesado de otro modo. Se ha dicho que controla la ansiedad, que sirve para los bajos estados de ánimo, como afrodisíaco o para repeler Dementores (gracias Harry Potter), pero jamás se le había asociado con inteligencia. En palabras simples, lo que este estudio identificó es que los países con mayor consumo de chocolate per cápita eran, al mismo tiempo, aquellos con más premios Nobel en sus filas. Lo beneficioso para el cerebro estaría en gran parte en los “flavonoides”, mismos antioxidantes que se encuentran en el vino, pero sin los aspectos negativos del alcohol. 
  • Es peludo: El psiquiatra británico Aikarakudy Alias logró mucha cobertura mediática cuando hizo público este estudio en el octavo congreso de la Asociación de Psiquiatría Europea. Después de 22 años de investigación, jura haber hallado un vínculo entre el vello corporal masculino y la inteligencia, luego de comprobar que así como los estudiantes universitarios con mejores notas también eran más velludos, los egresados con más “pelo en pecho” lograban trabajos mejor remunerados que sus pares sin tanto pelo. De todas maneras, en el mismo congreso el Dr. Alias llamó a la calma y dijo que siempre hay excepciones: Albert Einstein era lampiño.
  • Es noctámbulo: Dícese del que anda vagando durante la noche, según la RAE. ¿Le parece conocido? Si a las doce de la noche todavía está pegado en el computador o pensando qué podría preparar para comer, este estudio habla de usted. El profesor Satoshi Kanazawa y la London School of Economics habrían demostrado que las personas que usualmente se duermen muy tarde, tendrían mayor CI. De las más de 20 mil personas que se analizaron, las de menor coeficiente preferían restringir su rutina al régimen diurno, tal como lo hacían los hombres primitivos. En cambio, hacer actividades más nocturnas se trataría de una “evidencia evolutiva” y de ahí que refleje en el sujeto noctámbulo una mayor complejidad cognitiva. Eso sí, la misma investigación asegura que los que viven más de noche son más propensos a la depresión, idea que lo lleva a la siguiente sorpresa.
  • Es bipolar: Ehh... ¿cómo dijo? Eso mismo. Jimmy Hendrix y Charles Dickens lo eran, por ejemplo y su genialidad no está en duda. Diferentes estudios han puesto en sus conclusiones que el trastorno bipolar sería más frecuente entre los superdotados y el elemento vinculante sería el gen DARPP-32, el cual es heredado por sólo ¾ partes de las personas y que mejora la capacidad cerebral para asimilar y procesar información.

Hay para todos los gustos. Más allá de lo cómico o el desafío a lo verosímil, la idea rescatable es que de alguna manera hay que instalar el debate y desechar antiguas concepciones que limitan la inteligencia a sólo un puñado de manifestaciones concretas. Para mí, que no puedo sumar ni restar sin la ayuda de una calculadora, es un genio quien realice una operación matemática mental con números de más de 2 dígitos. Sin embargo, para un ingeniero, entender y desarrollar la estructura dramática de una novela requiere una mente superior. Otra vez, depende de cómo se mire. La genialidad puede evidenciarse de tantas formas distintas como humanos hay en el mundo; sólo se requiere entrenar un ojo atento para descubrirlas y abrir la mente para valorarlas.